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Oposición frontal de animalistas y ecologistas en Andalucía al plan para llevar la "cruel afición" de la caza a los colegios
El Gobierno andaluz intenta frenar con un nuevo plan el desplome de cazadores, que en 15 años ha perdido 75.000 licencias y amenaza el relevo generacional.
Aristóteles Moreno
Córdoba-
La caza está perdiendo adeptos de forma imparable desde la entrada del tercer milenio. En 2004, el número de licencias en Andalucía alcanzaba las 300.000, mientras que en 2019, se redujeron significativamente hasta las 225.000. En solo 15 años, la cifra de cazadores en la comunidad autónoma ha descendido un 25%. Así lo certifica una exhaustiva radiografía del sector incluida en el borrador del futuro Plan Andaluz de Caza elaborado por la Consejería de Agricultura.
Para frenar la sangría de cazadores, el Gobierno andaluz se propone reforzar su divulgación entre jóvenes y mujeres, e introducir la actividad cinegética en los colegios a través de la asignatura de Conocimiento del Medio Ambiente. La idea ha despertado la firme oposición de animalistas y ecologistas, para quienes promover la "cruel afición" entre los escolares representa una clara vulneración de los derechos de la infancia a no ser educada en valores vinculados con la violencia.
Así lo proclama el Partido Animalista-Pacma, cuya portavoz en Andalucía, Eva Ramos, asegura que el propio Plan certifica el "proceso de desaparición"en que se encuentra la práctica de la caza y la "inexorable disminución" del número de licencias. Las cifras también confirman el claro envejecimiento del cazador medio, que hoy alcanza los 52 años, diez más que hace escasamente una década. Y esos datos vienen a constatar, abunda Ramos, que las nuevas generaciones "están más concienciadas contra el maltrato animal" y han perdido interés en la actividad cinegética.
Es por esa razón, en opinión de Pacma, que la Junta de Andalucía ha puesto en marcha un paquete de medidas para "captar" entre los jóvenes, las mujeres y los niños a nuevos aficionados. "El Gobierno andaluz vive al margen de la realidad", afirma Eva Ramos, en relación a la nueva sensibilidad social ante el maltrato animal. La portavoz del Partido Animalista se muestra particularmente contrariada por la voluntad de llevar la caza no solo a la enseñanza reglada sino también a las actividades extraescolares. "Quieren visibilizar la caza como factor equilibrador del medio natural. Y es totalmente falso. Es justamente al contrario. La caza es responsable directa de la eliminación de muchas especies animales", protesta Ramos.
El Plan Andaluz de Caza, de 71 páginas, pinta un panorama sombrío para el futuro de una práctica tradicional de amplio arraigo rural. "El número de cazadores está desapareciendo a pasos agigantados y la edad media aumenta de forma constante", admite el texto. Las razones que el informe esgrime para explicar el rápido envejecimiento son de índole "sociocultural" y "económica", pero, sobre todo, del acelerado paso de una "sociedad agraria a otra urbana".
Paradójicamente, el número de terrenos cinegéticos en la región es creciente, sobre todo, en el quinquenio 2010-2015. Actualmente, según las cifras recogidas en el informe, en Andalucía hay 7.400 propiedades cinegéticas que suman una superficie global de 7 millones de hectáreas, lo que representa el 80% del territorio andaluz.
Algunos partidos de la oposición también muestran su disconformidad con las pretensiones del Plan Andaluz de Caza. Es el caso de Alianza Verde, la formación ecologista integrada en Unidas Podemos desde el pasado mes de junio. Su portavoz en Andalucía, Carmen Molina, juzga un "despropósito" el contenido del documento y pone el dedo en la llaga de inculcar los valores cinegéticos en la escuela.
"No nos parece oportuno llevar la caza a los libros de texto", lamenta Molina. "Y mucho menos transmitir la idea de que la actividad cinegética es defensora de la naturaleza y equilibra los ecosistemas. Eso es totalmente falso". Los cazadores, bien al contrario, agrega Carmen Molina, liquidan a los superpredadores para eliminar competencia y disponer de más presas. "Todo por pura diversión", remacha. También urge a la necesidad de desmontar la "falsa creencia" de que la caza genera empleo y dinamiza el mundo rural. "Es una falsedad que se ha instaurado a fuerza de repetirlo", señala.
Según recoge el documento, la principal especie cinegética de caza mayor, y la más codiciada por los cazadores, es el ciervo, pero también figuran el jabalí, la cabra montés o el corzo. La caza menor, integrada en su mayoría por conejos y perdices, sufre una situación sensiblemente más grave. En los últimos 50 años, ambas especies han experimentado una drástica disminución del 90%.
El presidente de la Federación de Caza de Andalucía, José María Mancheño, sí aplaude la revisión del plan y asegura coincidir, en términos generales, con el diagnóstico plasmado en el informe. En su opinión, la disminución de licencias y el envejecimiento de los cazadores se debe al proceso de "desapego por el mundo rural" que está experimentando la sociedad en las últimas décadas, en particular el segmento más joven.
Las alegaciones que la Federación ha presentado al texto se centran en cuestiones de carácter técnico y cinegético, todas encaminadas a que "la Junta apueste por la protección de la caza". Hasta ahora, puntualiza Mancheño, ese esfuerzo solo es soportado por los cazadores. "Ponemos mucho dinero en proteger la biodiversidad", señala.
Su mayor preocupación se focaliza en la caza menor. "Es prioritario que se cree un marco más ágil, más técnico y más sostenible. Nosotros no podemos hacer más por proteger a los conejos y a las perdices". Mancheño considera oportuno que entre los objetivos del plan destaque la promoción de la actividad cinegética entre jóvenes y mujeres, así como en la escuela. "Nos parece bien que se conozca nuestra cultura y que se promueva. Andalucía es un paraíso cinegético. La primera comunidad en licencias de toda España", resalta.
Ecologistas en Acción también ha mostrado su absoluto desacuerdo con el espíritu y la letra del documento. Para empezar, le reprocha que no haya hecho un examen exhaustivo de los objetivos trazados en el Plan de 2007 y su nivel de cumplimiento. Y, a continuación, reprueba el tono general del texto. "Desde el primer párrafo ya falta a la verdad. Dice que la caza es la actividad más respetuosa con el medio natural. Y eso es absolutamente falso", asegura Joaquín Reina, experto en cuestiones cinegéticas de la organización conservacionista.
Reina subraya que existe una "panoplia de efectos negativos asociados a la caza, algunos gravísimos", que el informe evita mencionar. Cita concretamente al consentimiento de la media veda por parte de la Junta de Andalucía en el contexto de unas "condiciones climáticas excepcionales". Y es un "consentimiento criminal" con consecuencias perjudiciales para algunas especies. Particularmente crítico es con el "modelo siniestro" de gestión cinegética de la caza menor, que, en su opinión, está causando la "liquidación de lo poco que queda del conejo y la perdiz".
Sobre la caza mayor, admite la sobrepoblación de determinadas especies, que requiere de "controles puntuales". Pero para su corrección es partidario de la recuperación de predadores naturales, como el lince, el águila y el lobo. Y niega que la caza juegue una función equilibradora de los ecosistemas. Joaquín Reina explica el descenso sostenido del número de cazadores en la pérdida de población rural y el abandono de los jóvenes de hábitos ancestrales. Y añade un factor más: "Se está produciendo un cambio de sensibilidad social y está creciendo el rechazo a una actividad que se limita a la captura y muerte de animales por una mera cuestión lucrativa y lúdica".
Otro perjuicio de la caza, a juicio de la portavoz de Pacma, es la contaminación del territorio por "miles de toneladas de plomo" como consecuencia de la actividad cinegética. Cientos de aves mueren cada año por la ingesta de los balines, denuncia Eva Ramos. Y concluye: "Más del 85% del espacio natural está dominado por cotos de caza. Nos están privando de la naturaleza porque la mayoría de la población no podemos disfrutarla. ¿Cómo es posible que la legislación lo admita?", se pregunta.
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