Mejorar el suelo agrario y optimizar el riego, claves para incrementar la soberanía alimentaria de Catalunya
Pese a que el Plan Estratégico de la Generalitat contempla ampliar la superficie para producir un 50% de lo que se consume, campesinos y expertos advierten de la pérdida de cultivos de proximidad por la presión urbanística.
La demanda de alimentos de proximidad creció de forma exponencial durante el confinamiento por la pandemia de la covid-19, generando el espejismo de que era posible construir los pilares de una economía circular en Catalunya que beneficiara a campesinos, restauradores y comerciantes. Más de tres años después, los productores consideran que son necesarias medidas más profundas para ser más eficientes y trabajar mejor.
“De que sirve un discurso de compras de proximidad si nuestro producto tiene peores condiciones visuales porque nos encontramos con problemas durante su elaboración?”. La pregunta que lanza Mauri Bosch, agricultor del Baix Llobregat y responsable del sector de la huerta de la organización agraria JARC, describe un sentimiento contradictorio que sobrevuela el ámbito primario catalán: en un momento en que la exigencia para producir de forma sostenible y de consumo de kilómetro cero es más alta, especialmente desde la esfera comunitaria, el sector pierde fuelle fruto del abandono de las tierras agrícolas de proximidad y de la falta de relevo generacional.
Bosch añade que “parece que sólo seamos competitivos cuando hay una crisis alimentaria y no se encuentran productos frescos en otro lugar”.
Detrás de este contexto, se encuentra el propósito de la Administración de incrementar de forma progresiva la soberanía alimentaria de Catalunya. Para hacerlo posible, la Generalitat trabaja en el Plan Estratégico de Alimentación. En este documento, se establecen las bases para subir el porcentaje de la autosuficiencia del 40% actual al 50%. Así, se aborda la necesidad de articular “un sistema alimentario integral, sostenible, competitivo, arraigado territorialmente en el país y basado en su diversidad, que produzca unos alimentos saludables, accesibles y de calidad, reconocidos por los consumidores y consumidoras”.
El objetivo, enmarcado en la dimensión 1, denominada Sostenible, transformadora y basada en la bioeconomia circular y el autoabastecimiento alimentario, apuesta por orientar el sistema alimentario catalán hacia un grado de autoabastecimiento más elevado a través del incremento del 10% de la tasa de autosuficiencia de los productos agrarios no elaborados, el aumento del 10% del consumo agroalimentario de procedencia local, tanto por parte del consumidor final como por parte de las industrias agroalimentarias, y de la sustitución de un 10% de las proteínas animales tradicionales por nuevas fuentes de proteínas, tanto para el consumo humano como animal.
Paralelamente, el conseller de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural, David Mascort, reveló, en el marco de la Feria Agraria de Sant Miquel de Lleida, el impacto que ha tenido la primera convocatoria de ayudas de la estrategia alimentaria. En este ámbito, explicó que la iniciativa ha permitido dotar a 1.326 proyectos de la despensa de Catalunya de ayudas directas por valor de 9,47 millones para seguir avanzando hacia un modelo agroalimentario basado en la equidad y la sostenibilidad.
Mascort aseguró que “tenemos el compromiso de realzar el incalculable trabajo de los campesinos y campesinas, ganaderos y ganaderas, pescadores y pescadoras para proveernos de alimentos al conjunto de las comarcas. Detrás de cada ayuda hay una persona que impulsa un proyecto que es vida allá donde se desarrolla”.
Más exportaciones y menos superficie
Otro dato que reafirma el buen momento del sector, en este caso el hortofrutícola, es que las empresas que forman parte del Clúster Mercabarna-Export se han duplicado en la última década, incrementando su volumen de comercialización un 29%. Pese a este fenómeno, desde hace 20 años, la superficie que se destina en Catalunya al cultivo de productos de proximidad, como las alcachofas, los tomates, las lechugas o los calabacines, se ha reducido en la mitad, pasando de las 18.000 a las 9.000 hectáreas, según las cifras del mismo Departament d'Acció Climàtica.
Con la falta de relevo generacional y una pérdida de competitividad, parece una tarea complicada fomentar el consumo de proximidad, sostenible y de kilómetro cero para lograr un mayor grado de soberanía alimentaria. En este momento, lugares como Barcelona han adquirido más un papel de punto estratégico de tráfico de alimentos frescos del sur de Europa que de centro neurálgico de la agricultura urbana.
Los últimos 20 años, la superficie destinada en Catalunya a productos de proximidad se ha reducido a la mitad
Más allá de la presión inmobiliaria, la concentración de las parcelas en zonas de agricultura de proximidad periurbanas, como el Parque Agrario del Baix Llobregat, ha propiciado la entrada de inversores chinos y otros locales, como el grup Ametller, que han revalorizado el precio del suelo. Mauri Bosch considera que el concepto de hub alimentario se está desplazando hacia este tipo de iniciativas empresariales: “Los proyectos, basados en una apuesta por las exportaciones, nos alejan de la soberanía alimentaria y de la prosperidad”.
Llegar a conseguir esta autosuficiencia depende de un consumo y de una forma de producir determinada. Así lo señala Francesc Reguant, economista y presidente de la Comisión de Economía Agroalimentaria del Colegio de Economistas de Catalunya. Entre las medidas inmediatas que propone Reguant, se encuentra la necesidad de cuidar el suelo agrario, que es de donde sacamos los alimentos, y mejorar las tecnologías productivas, lo que “nos permitirá optimizar el regadío ante episodios de sequía más intensos y frecuentes”.
Agricultura de postal
El economista insiste en la importancia de modernizar la agricultura con una hoja de ruta clara. “Nos hace falta una intensificación sostenible del sistema de producción, tal como dice la FAO y el IPCC, el panel intergubernamental del cambio climático”. Con este reto de conseguir más alimentos, Reguant critica las políticas que desprecian la actividad agraria: “Una agricultura de postal con un ganadero que tiene tres ovejas no representa el futuro”.
“Una agricultura de postal con un ganadero que tiene tres ovejas no representa el futuro”
Francesc Reguant, economista
Francesc Reguant también pone el foco al adaptar el consumo a la demanda del ciudadano. En este sentido, considera que la introducción de las proteínas alternativas para sustituir la ingesta de carne o pescado tienen que ser una vía a explorar, “pero no el único camino posible”. En la misma línea, lamenta que “la gestión del agua se haga contra la agricultura”.
En relación con el regadío, recuerda que sin desarrollar una estrategia eficiente, se necesitarían ocho veces más de superficie en un terreno de secano para producir el mismo. Para facilitar la disponibilidad de tierras por parte de los agricultores, Reguant pide corregir la ley que facilita instalar placas solares en las áreas de regadío. “Sustituir una fuente de riqueza por una instalación es una salvajada”, opina.
Para avanzar hacia la soberanía alimentaria, los expertos admiten que todavía falta un cambio de mentalidad, que implica la administración y la sociedad. Tal como comenta un agricultor del Parque Agrario del Baix Llobregat, “los consumidores tienen que ser conscientes que somos un activo medioambiental y que adquirir productos de proximidad, a pesar de que sean más caros, es una filosofía y una fuente de riqueza territorial. Lástima que esta visión todavía sea minoritaria”.
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