"Estábamos borrachos": excusas y más excusas para exculpar a los presuntos asesinos de Samuel
El último testigo de la vista oral, amigo de los acusados, intenta sostener la versión de las defensas sobre su inocencia.
A Coruña--Actualizado a
Por la vista oral del juicio por el asesinato de Samuel Luiz han pasado ya más de 80 testigos y peritos. Todos han empleado el castellano, como también han hecho la jueza, la fiscal, la letrada de la Audiencia Provincial, las acusaciones particular y popular y los abogados de las defensas. Los dos acusados que prestaron testimonio al principio del proceso, también se expresaron en castellano, y la instrucción está elaborada en esa lengua, que también han usado los policías que participaron en la investigación. Nadie ha recurrido al gallego, un idioma que, según un reciente informe del Consejo de Europa, encuentra en la Justicia una seria barrera que minora el derecho de sus hablantes a manejarse con él cuando acuden a ella.
Las pruebas testificales del juicio terminaron este martes con el interrogatorio de Jeremy el francés, un joven amigo de varios de los presuntos asesinos que estuvo con ellos durante toda la noche y la madrugada del 3 de julio de 2021, cuando mataron a Samuel en el paseo marítimo de A Coruña. Dijo que llevaba nueve años en Galicia y que entendía y podía expresarse perfectamente en español. Ante el primer titubeo, sin embargo, la jueza hizo entrar a una intérprete. Sucedió lo mismo cuando testificaron Ibrahima Diack y Magatte N'Diaye, los dos senegaleses que intentaron auxiliar a Samuel y que también llevan años en Galicia.
En un juicio por asesinato con ensañamiento y alevosía, con agravante de homofobia para dos de los acusados y otro delito de robo con violencia para un tercero, en el que se piden penas de 121 años de cárcel, es preciso que quienes comparecen comprendan exactamente lo que se les pregunta y que respondan precisamente lo que ellos quieren responder, sin que el idioma sea un obstáculo. Cualquier malinterpretación podría llevar al jurado a emitir un veredicto erróneo. De ahí que los intérpretes garanticen que sus testimonios se recogen con rigor.
Desmemoria
Jeremy el francés trató de exculpar a sus amigos alegando que no recordaba buena parte de lo sucedido dado el tiempo que ha transcurrido: no los vio o no recuerda haberlos visto pegar a Samuel, ni si advirtió entonces que lo estaban moliendo a palos sin motivo, ni si escuchó insultos homófobos, ni si pensó que podían matarlo, ni recuerda haberlo visto desplomado en mitad de la calle. Tampoco se acuerda de si habló del tema con ellos después del suceso, a pesar de que se cruzó con la pandilla mensajes y llamadas, de que los abroncó por meterle en problemas, de que acudió a un parque donde la policía cree que los acusados cuadraron versiones sobre lo sucedido y de que al día siguiente también fue al domicilio de uno de ellos.
El testigo no se acordaba de prácticamente nada que pudiera ir contra los intereses de sus amigos, como ya sucedió con la declaración de los dos jóvenes de la cuadrilla que eran menores de edad en aquella madrugada y que ya fueron condenados. Jeremy, sin embargo, no pudo explicar de manera convincente por qué, en cambio, sí recordaba otros detalles que parecen nimios pero que servirían para exculpar a sus amigos, ni por qué él mismo se encapuchó con su sudadera para evitar ser reconocido, dado que intuía que había cámaras grabando en la zona: "Tenía miedo de que me identificaran", dijo.
Sobre el estrado también se le notó si no miedo, al menos sí desasosiego y enojo cuando la fiscal le hizo reparar en sus contradicciones con respecto a sus declaraciones ante la policía. Entonces sí admitió que había visto a Samuel tirado en el suelo y a uno de los acusados, Diego Montaña, dándole al menos un puñetazo. Ante preguntas incómodas como esa, Jeremy se revuelve en su silla, se restriega la cabeza con la mano, mira nervioso a la intérprete y le dice en francés: "No sé cómo explicarlo". Como si necesitara de su lengua materna para continuar con el diálogo, contando exactamente lo que quiere contar.
Hablando en español, el amigo de los acusados sí sostuvo la misma tesis que sus abogados sobre que habían ingerido grandes cantidades de alcohol, un argumento con el que las defensas pretenden convencer al jurado de que no eran conscientes de la gravedad de lo que estaban haciendo, si es que el tribunal considera finalmente que ejecutaron y son responsables de los actos de los que se les acusa. "Estábamos borrachos", aseguró.
Obstrucción a la Justicia
Jeremy fue el último testigo de la vista oral. Tenía que haber declarado hace dos semanas, pero por dos veces plantó al tribunal alegando que estaba en Francia acompañando a su abuelo moribundo. El martes no le quedó más remedio que acudir porque la jueza, que le ha multado por ello con 600 euros, le amenazó con abrirle causa por obstrucción a la Justicia. Durante su testimonio también evitó hablar de palizas ni de agresión ni de ataques a Samuel. Dijo que había visto "un follón", "una discusión", "una pelea"... Los abogados de la defensa también emplearon ese término, olvidando que la autopsia del cadáver de Samuel, las pruebas de ADN, las grabaciones del linchamiento y los testimonios de todos los testigos prueban que éste no se defendió porque ni siquiera tuvo oportunidad para hacerlo.
Al principio el testigo negó que supiera que Kaio Amaral, a quien se acusa de haberle robado el móvil a Samuel, intentó venderlo esa misma noche. Apretado por las preguntas incómodas de la fiscal, acabó reconociendo que sí, que se lo había ofrecido a él mismo. Y también desacreditó la versión de Catherine Silva, exnovia de Diego Montaña y quien sostiene que durante las palizas a Samuel y durante el resto de la noche había reprochado a su expareja lo que había hecho. A preguntas del abogado de Silva, advirtió de que los vio discutiendo esa noche, pero no por las palizas a Samuel, sino por celos. "C'est différent", contestó en su lengua. "Es diferente", tradujo la intérprete.
Tras el testimonio de Jeremy, que dio por terminada la fase de las pruebas testificales, se inició la de las documentales, con el visionado de todas las grabaciones y fotogramas de las cámaras del pub Andén, la de tráfico del paseo marítimo, las del comercio frente al que cayó Samuel agonizando y las de las calles aledañas por donde huyeron sus presuntos agresores, y que ya se habían ido viendo durante toda la vista.
El visionado ocupó más de una hora, durante la que los jurados pudieron ver una y otra vez las figuras que la Policía identifica con los acusados, por su vestimenta, su calzado, su peinado, sus gestos, su complexión y sus características físicas, y recordar que los agentes sostienen que esos videos prueban, pese a su escasa calidad y contra la versión de las defensas, que eran ellos los que acorralaron, persiguieron y cazaron a Samuel hasta darle muerte.
Los miembros del jurado volvieron a verlos, sin interrupciones por las preguntas de las partes, de un tirón, en silencio, como quien atiende a una conversación en un lenguaje universal, el de las imágenes, que no precisa de intérpretes.
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