Entrevista a Rosana Pastor"El cortejo fúnebre de los abogados de Atocha fue un grito silencioso de una ciudadanía que quería un cambio"
La actriz y cineasta charla con Público tras la producción de su último largometraje, Siete días en mayo.
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Madrid--Actualizado a
Rosana Pastor (Alboraya, 1960) es una reconocida actriz del cine español cuya carrera abarca más de 50 producciones tanto nacionales como internacionales. Ganadora del Goya a Mejor Actriz Revelación en 1996 por su papel en Tierra y Libertad del británico Ken Loach, Pastor ha expandido su ocupación al ámbito de la dirección cinematográfica. En 2014 debutó como codirectora con el documental El Quinto Jinete. Una visión de la I Guerra Mundial, por V. Blasco Ibáñez. Y, en 2020, asumió su primera dirección en solitario con el largometraje Francisco Brines. Los signos desvelados, un retrato del poeta galardonado con el Premio Cervantes ese mismo año.
Este viernes 31 de enero se estrena en cines su largometraje Siete días en mayo, que revive el ataque del 24 de enero de 1977 en Madrid, cuando un grupo de ultraderechistas irrumpió en el despacho de abogados laboralistas ubicado en el número 55 de la calle Atocha. Los atacantes dispararon indiscriminadamente y mataron a tres abogados laboralistas, un estudiante de derecho y un administrativo, además de causar graves heridas a otras cuatro personas.
En esta entrevista con Público, Pastor aborda temas como la memoria histórica, las estrategias para combatir la creciente propagación de discursos de odio y la importancia de tomar conciencia para entender y conectar con la historia de España.
'Siete días en mayo' combina elementos de no ficción y documental. ¿Por qué decidió esta estructura y qué desafíos enfrentó al integrar estos dos géneros?
Pactamos la estructura de la película con el equipo de producción, enfrentando el reto de integrar la no ficción como eje central. Los tiempos de rodaje fueron más ajustados de lo ideal para una propuesta en la que los intérpretes no son actores profesionales, sino personas representando roles cercanos a su realidad. Destaca la presencia de una joven actriz, Carmen Díaz, que interpreta a una documentalista recién incorporada al ámbito laboral. Además, David Riondino, actor italiano con experiencia en el espectáculo, interpreta a un cineasta que prepara su próxima película, centrada en el asesinato de los abogados de Atocha y en la evolución de los movimientos de extrema derecha desde los años 70 hasta la actualidad.
La precariedad y las incertidumbres en el ámbito laboral se han convertido en terreno fértil para el avance de los discursos de extrema derecha
También apostamos por la autenticidad: la enfermera que aparece en el documental lo es también en la realidad, al igual que la camarera de piso, lo que refuerza la conexión con los conflictos laborales que atraviesan la actualidad. Desde el inicio, el objetivo fue explorar cómo la precariedad y las incertidumbres en el ámbito laboral se convierten en terreno fértil para el avance de los discursos de extrema derecha, que aprovechan esas tensiones para propagar mensajes desestabilizadores.
¿Por qué habéis titulado así el documental?
El filme ha tenido un largo período de gestación en el que el guion evolucionó. En colaboración con los guionistas y el productor, se barajaron varios títulos antes de descubrir que la narrativa se desarrollaba en siete jornadas, un detalle que conectó directamente con Siete días de enero, la película de Juan Antonio Bardem, cuya influencia es clave en esta producción. Esa obra, estrenada dos años después del asesinato de los abogados de Atocha, dejó una profunda huella en mí. Como joven estudiante quedé impactada al verla.
Tanto fue así que tuve un sueño repetitivo: extremistas de derecha irrumpían en el cine durante una proyección, amenazando con pistolas, mientras yo intentaba escapar sin éxito por los asientos. Esa angustia, grabada en mi memoria, ha sido una inspiración emocional para esta obra. Su impacto humano y político, así como el homenaje a quienes vivieron y perdieron la vida en aquella historia, me llevaron a honrar su legado como cineasta. Además, al descubrir que nuestra narrativa transcurriría en siete jornadas, propuse el título Siete días en mayo, jugando no solo con la estructura del guion, sino también con el hecho de que estábamos rodando en mayo. Fue una manera de conectar tiempos y significados con una carga simbólica y emocional.
Al trabajar con testimonios de quienes vivieron la masacre, ¿cómo manejó la responsabilidad de plasmar las emociones y vivencias de las víctimas?
El proceso fue sencillo gracias a la implicación de personas que vivieron esa realidad de cerca, como Alejandro Ruiz-Huerta, quien cargó con las dolorosas imágenes del asesinato de Atocha, y Manuela Carmena, ambos recordando con generosidad a los jóvenes que perdieron la vida en aquel despacho. Abordé su participación desde el respeto absoluto, escuchando y ajustando mínimamente sus palabras solo cuando fue necesario para el montaje.
Como ya te he adelantado, el largometraje planteó un desafío particular al combinar elementos de ficción y documental. Aunque incluye entrevistas reales, estas no podían fragmentarse libremente como en un documental convencional. Fue necesario mantenerlas en continuidad para respetar el ritmo narrativo de la ficción. El resultado es un ensamblaje cuidadoso entre ambos tiempos, logrando que las entrevistas y la ficción coexistan de manera orgánica.
En la película se incluyen testimonios de figuras como Manuela Carmena, Unai Sordo, Alejandro Ruiz-Huerta y Paca Sauquillo, entre otros. ¿Cómo contribuyen estas voces a contextualizar el impacto de la tragedia?
La película tiene como personajes centrales a figuras clave en la historia de aquel día de enero de 1977: José María Mohedano, Manuela Carmena, Alejandro Ruiz-Huerta y Paca Sauquillo, quienes relatan en primera persona lo vivido. A partir de esa experiencia, el filme construye un puente hacia el presente, reflexionando sobre las consecuencias de aquellos hechos y cuestionando hacia dónde nos dirigimos como sociedad. El núcleo narrativo es el asesinato de los abogados del despacho de Atocha, un episodio que invita a explorar el contexto político y social de los inicios de la Transición en España: los temores de un sector que se aferraba al pasado y se resistía al avance de las libertades. Voces como las de Unai Sordo y Bruno Estrada ofrecen una lectura intermedia, conectando ese periodo con el presente. Además, expertos como Miquel Ramos y la abogada Nora Rodríguez analizan la actualidad de los discursos de odio, destacando cómo lo que antes era un discurso privado de la extrema derecha, ahora se ha normalizado en espacios públicos como el Congreso y las Cortes autonómicas.
Lo que antes era un discurso privado de la extrema derecha, ahora se ha normalizado en espacios públicos como el Congreso y las Cortes autonómicas
La narrativa también incluye a una joven protagonista, quien vincula los hechos históricos con el panorama actual, subrayando la falta de conocimiento sobre esta historia entre las nuevas generaciones. En las escuelas, la Transición y sus víctimas a menudo no se enseñan, lo que abre la puerta al aumento de discursos excluyentes y desinformación, amplificados por algoritmos en redes sociales que promueven mensajes reaccionarios y denigrantes. La película también subraya la importancia de la Constitución, no como un texto surgido de manera espontánea, sino como fruto del sufrimiento y sacrificio de miles de personas: desde los abogados de Atocha hasta los muertos de la Guerra Civil, las víctimas de la represión franquista y los jóvenes asesinados en las protestas de la Transición. Aunque perfectible, la Constitución fue posible gracias a las renuncias de una sociedad que luchó por avanzar frente a las fuerzas que buscaban la involución. Es un recordatorio de nuestra historia y del alto precio que se pagó por las libertades que hoy están en riesgo frente a discursos que buscan desestabilizarlas.
¿Podría decirse que la matanza de 1977 fue uno de los acontecimientos que abrió la puerta a la democracia?
Sí. Uno de los elementos clave que movilizó a la ciudadanía fue el emotivo cortejo fúnebre, retratado en imágenes de la película de Juan Antonio Bardem. Estas fotografías muestran el dolor contenido y la dignidad del pueblo, que, a pesar de su sufrimiento por la pérdida de los abogados, resistió la provocación de la violencia. El acto no solo fue un tributo a las víctimas de la lucha por la libertad, sino también un grito político silencioso que reflejaba el clamor ciudadano por un cambio.
¿Falta hoy un reconocimiento global para todas las víctimas del franquismo y la extrema derecha?
Rotundamente sí. Aún hay familias buscando a sus seres queridos en las cunetas, lo que refleja la falta de reconciliación con la historia de este país. Aunque han pasado décadas, persiste el rechazo a reconocer que España vivió 40 años bajo una dictadura que llegó al poder mediante un golpe de Estado. Al hablar de memoria democrática, algunas voces políticas se oponen a abordar este pasado, alegando que ya es tiempo de olvidar. Sin embargo, la experiencia de otros países, como Alemania, muestra que un examen de conciencia y la reconciliación con el pasado son posibles. En España, algunas fuerzas políticas siguen defendiendo la dictadura franquista como un periodo positivo. Hace falta un reconocimiento de las víctimas de ese régimen y de los jóvenes asesinados por la ultraderecha en la transición hacia la democracia. Aún queda mucho por hacer para sanar esas heridas y, en muchos casos, el debate sobre nuestra historia sigue silenciado. La polarización política actual dificulta este proceso.
En España, algunas fuerzas políticas siguen defendiendo la dictadura franquista como un periodo positivo
Este documental contribuye a la preservación de la memoria histórica. Se me viene a la cabeza la obra literaria A finales de enero de Javier Padilla, la serie Las abogadas… ¿La cultura debe de ser uno de los motores para insistir en que las voces de quienes se atrevieron a desafiar al poder no deben ser olvidadas?
La cultura es un motor esencial para la vida, un bien de primera necesidad que se expresa de múltiples maneras. Una de sus funciones más importantes es dejar un testimonio de la realidad, del pasado y del presente de un pueblo. En este sentido, comparto las palabras de Gabriel Celaya: "Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse", porque la cultura no debe ser un lujo para los neutrales, sino una herramienta para comprometerse y narrar nuestra identidad. La cultura es un poliedro, y una de sus caras es la posibilidad de contar nuestra historia con libertad, de conocernos a nosotros mismos y recordar de dónde venimos. Como ciudadanos, necesitamos vernos completos, sin que ninguna parte de nuestra historia sea oscurecida o silenciada, y sin que se intente borrar la esencia de quiénes somos.
La cultura no debe ser un lujo para los neutrales, sino una herramienta para comprometerse y narrar nuestra identidad
La investigadora y autora de La Matanza de Atocha, Isabel Martínez, señala que los responsables del asesinato se alimentaban de discursos patrióticos. Frente a la retórica ultraderechista actual, ¿qué impacto cree que puede generar en la sociedad? y ¿qué estrategias se pueden adoptar para contrarrestarla?
Es un desafío porque, en muchos casos, resulta más fácil enunciar una mentira que desmontarla, lo cual requiere tiempo y esfuerzo. Vivimos en una sociedad donde la acusación se lanza rápidamente, y quien es acusado, especialmente si es inocente, debe invertir una gran cantidad de recursos para desmentirlo, mientras que el acusador enfrenta pocas consecuencias por la falsedad. La política actual está llena de situaciones de este tipo, donde se desvían los focos para ocultar la verdadera cuestión.
La extrema derecha se instala en sociedades que han perdido la esperanza, y en este contexto, los derechos fundamentales deben ser garantizados por las instituciones, como el derecho al trabajo, a la vivienda, a la sanidad, a la educación y a la cultura. En cuanto a los ciudadanos, es esencial ser responsables y conscientes de que las redes sociales y la tecnología pueden ser herramientas poderosas para el crecimiento, pero también permiten que ciertos discursos dañinos se propaguen.
Los discursos que señalan a los migrantes como amenazas no solo son erróneos, sino también olvidan que nosotros también hemos sido inmigrantes
Lo fundamental es recordar que todos los seres humanos compartimos las mismas necesidades: una vida digna, un hogar y oportunidades para nuestros hijos. No importa el lugar de origen, el color de piel o el género, todos somos iguales en derechos. Los discursos que señalan a los migrantes como amenazas no solo son erróneos, sino también olvidan que nosotros también hemos sido inmigrantes. Muchos españoles han tenido que emigrar en busca de trabajo o mejores condiciones de vida, y debemos ser solidarios con aquellos que hoy hacen lo mismo. La humanidad se define por el reconocimiento de que, más allá de las diferencias, compartimos los mismos derechos y necesidades.
¿Está resurgiendo el fascismo?
Los discursos de odio y excluyentes sí se están extendiendo, y es urgente poner el foco en ello. Al proyectar esta película, mi objetivo era reflexionar sobre cómo, a menudo, como ciudadanos y ciudadanas, estamos adoptando estos discursos. Como señala Miquel Ramos en la película, a veces escuchamos a familiares o vecinos repetir las mismas ideas que lanza la extrema derecha: discursos de odio, que protegen los privilegios de una clase, y que son profundamente falsos. Por ejemplo, ciertas formaciones políticas afirman ser los defensores del campo, cuando en realidad, quienes lo defienden son quienes lo conocen y lo valoran.
A veces escuchamos a familiares o vecinos repetir las mismas ideas que lanza la extrema derecha: discursos de odio falsos que protegen los privilegios de una clase
Estos discursos están compuestos por una narrativa falsa que vincula la expulsión de los extranjeros con la mejora de la economía o con la reducción de las listas de espera en la sanidad. Estos mensajes desvían la atención de los verdaderos problemas, y nos hacen pensar que nuestro malestar se debe a que otros que lo están pasando peor, acceden a derechos que deberían ser para todos igual. Como ciudadanía, debemos mantenernos alerta, no caer en esos discursos y exigir mejoras sociales donde realmente se necesitan. Es fundamental que las políticas públicas respondan a las necesidades de la ciudadanía, garantizando derechos básicos y dignidad para todos. La clave es no permitir que la ultraderecha nos robe una visión completa de la sociedad y sus logros.
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