bruselas
El Gobierno no ha parado de lanzar balones fuera desde que el pasado 1 de agosto la oenegé Open Arms rescatara a un primer grupo de migrantes en el Mediterráneo y pidiera un puerto seguro para desembarcar. Tras doce días a la deriva, hay cerca de 150 personas a bordo del barco español. No es el único barco de rescate a la espera de un puerto seguro: el Ocean Viking, de Médicos sin Fronteras y SOS Méditerranée, lleva 351 personas a bordo. Son más de 500 las personas no saben cuándo podrán llegar a tierra.
De momento, ningún Gobierno quiere ofrecerse para acogerlos: el Ejecutivo de Pedro Sánchez, que hace un año acogió al barco Aquarius, con 630 personas a bordo, no parece estar por la labor esta vez. Tras responsabilizar a la Unión Europea en un primer momento, ahora pasa la patata caliente a Italia. “Cada país tiene que asumir su responsabilidad en la zona que le corresponde”, ha declarado esta semana el ministro de Fomento, José Luis Ábalos.
Con Italia, el país más cercano a las embarcaciones, nadie cuenta. Es más, su vicepresidente Matteo Salvini se jactaba este martes en redes sociales de estar trabajando para “impedir” el desembarco de los migrantes que permanecen en los barcos.
De momento, ningún Gobierno quiere ofrecerse para acoger a los migrantes y la Comisión Europea se pone de perfil
Por su parte, la Comisión Europea se pone de perfil: ha aclarado en varias ocasiones que no puede iniciar un proceso de reparto de migrantes entre países del continente hasta que una capital se lo pida. Desde ayer, Bruselas parece haber dado un pequeño paso al frente al anunciar que ha contactado con varios países para pedirles “que se muestren solidarios” y se ha mostrado “lista” para coordinar para coordinar un reparto, aunque ha recalcado que este “depende de la voluntad de los Estados miembros”.
Los antecedentes no son alentadores. El Sea-Watch 3 saltó a los medios de toda Europa hace dos semanas después de que su capitana, Carola Rackete, decidiera atracar en Lampedusa con 40 migrantes a bordo tras 17 días a la deriva, a pesar de que no tenía permiso de las autoridades italianas. Otro barco, el Alan Kurdi, con 40 migrantes a bordo, sí pudo desembarcar hace algo más de una semana en Malta, tras un acuerdo de reparto con otros cuatro países europeos.
¿Quién es el responsable de que vayamos barco a barco?
Cada vez que una ONG rescata a un grupo de migrantes en el Mediterráneo, se vuelve a poner en marcha el reloj: un Estado miembro debe pedir a la UE que coordine las negaciones para repartir a los rescatados entre varios Estados. Si no, Bruselas está de manos atadas. El país que solicita la coordinación de la UE debe quedarse con una parte de los demandantes de asilo.
No existe un protocolo establecido, así que cada caso es único y depende de la voluntad de los Estados miembros, tal y como reitera Bruselas. Los países europeos llevan más de tres años negociando un sistema de asilo común, en el que estaría la reforma del llamado Reglamento de Dublín, que rige el reparto de demandantes de asilo entre los países europeos, pero no hay acuerdo en el horizonte.
¿Cuál podría ser la solución a corto plazo?
Bruselas, respaldada por organizaciones como Acnur y la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), ha pedido a las capitales que llegaran a un arreglo temporal en materia de desembarque que permita la mejora de la tramitación de llegadas y el retorno “rápido” de las personas que no necesiten protección, pero tampoco ha habido acuerdo.
OMI y Acnur piden mecanismo de desembarco sostenible de manera que priorice los Derechos Humanos y la seguridad de los migrantes. En comunicado emitido este martes, Acnur ha pedido además que se reconozca la labor de las oenegés salvando vidas en el Mediterráneo, y que no se les criminalice.
¿Y a largo plazo?
En discusión desde hace tres años está una propuesta de reforma de las normas actuales para crear un mecanismo automático de transferencia de demandantes de asilo hacia países que tengan menos solicitudes; de manera efectiva, asignaría un país de destino a los migrantes que llegan a las costas italianas, españolas o griegas.
El sistema contaría además con medidas que garanticen vías “legales y seguras” para que las personas que huyen puedan llegar a Europa, así como para evitar que demandantes de asilo rechazados se trasladen a otro país y vuelvan a comenzar el proceso.
Es poco previsible que se llegue a un acuerdo a corto plazo, ya que ni siquiera se ha respetado el acuerdo de urgencia para reubicar a 160.000 personas al que llegaron los países de la UE en 2015, en pleno conflicto sirio. Tanto es así que hace dos años la Comisión Europea denunció a Polonia, Hungría y República Checa por incumplir las cuotas de manera sistemática. Polonia y Hungría no han aceptado a ninguno de los demandantes de asilo reubicados; los checos han aceptado a 12 en total.
¿Por qué los barcos no se dirigen a Libia o Túnez, dos de los países más cercanos, si se trata de salvar vidas?
Libia es un país en guerra, con un régimen que controla poco más allá de su propia capital. Acnur considera que ningún migrante debería ser reenviado a este país ya que no es seguro, y denuncia violaciones de los Derechos Humanos y detenciones arbitrarias. Sin ir más lejos, el ataque de un misil dejó más de 50 muertos en el centro de detención de migrantes de Tajura, en las afueras de Trípoli, el pasado mes.
En cuanto a Túnez, Médicos Sin Fronteras tampoco considera que sea un lugar capaz de acoger refugiados ya que no tiene un sistema de asilo estable.
¿Qué pasa si el Open Arms y el Ocean Viking deciden atracar en un puerto de la UE sin autorización?
Las autoridades italianas podrían infligir a las oenegés responsables multas de hasta un millón de euros si sus barcos entran en sus aguas, gracias a un decreto aprobado la semana pasada e impulsado por Salvini.
En España, la Marina Mercante ya advirtió el mes pasado a Open Arms que podría arriesgarse a una multa similar a la italiana, de hasta 900.000 euros, si decidiera atracar sin permiso en alguno de los puertos del país.
¿Están aumentando las llegadas de refugiados?
No, de hecho son cada vez menores. Hasta el mes de julio, este año 54.300 personas han sido detenidas al cruzar las fronteras europeas de manera ilegal, según datos publicados este martes por Frontex, la agencia europea de guardacostas. Los datos son un 30% inferiores al año pasado.
En el año de mayores llegadas, 2015, en plena guerra de Siria, más de un millón de personas llegaron a Europa por tierra y mar. Aun así, el Acnur estima que 839 han muerto intentando cruzar el Mediterráneo solo lo que va de año 2019.
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