Este artículo se publicó hace 3 años.
La mascarilla obligatoria al aire libre, una medida de beneficios cuestionables: "Obligar a todo el mundo no tiene sentido"
La medida, reimplantada por el Gobierno de Pedro Sánchez, no cuenta con respaldo científico, mientras que limitar aforos o controlar el ocio nocturno sí son normas que se reclaman desde la comunidad de expertos en Salud Pública.
Jose Carmona
Madrid--Actualizado a
"Vamos a repetir el contrasentido que ya hemos vivido: llevar la mascarilla cuando andas solo por la calle y quitársela al llegar al interior de un restaurante. Es el mundo al revés". Así tilda Fernando Artalejo, experto en Salud Pública, la medida que el Gobierno de Pedro Sánchez ha recuperado tras la petición de siete comunidades autónomas: que la mascarilla al aire libre vuelve a ser obligatoria.
Mientras los expertos en medicina preventiva lo que solicitan y consideran urgente es la reducción de aforos, el toque de queda y control del ocio nocturno, la fórmula con la que se pretende frenar los contagios en esta contundente sexta ola pasa por hacer que los ciudadanos carguen con la responsabilidad individual, además de ser una precaución que no cuenta con el apoyo de la comunidad científica como sí lo tienen las anteriormente mencionadas.
"Si vas por la calle Preciados [una vía comercial muy transitada de Madrid] en Navidad tiene sentido. Pero fuera de ese tipo de situaciones, obligar a todo el mundo no tiene lógica. Desde la posición estrictamente científica, con llevarla cuando no se pueda mantener la distancia de seguridad vale. Conceptualmente no estoy seguro de que sea lo mejor", sostiene Artalejo.
Pese a esto, no hay que olvidar que la mascarilla es imprescindible en espacios cerrados e incluso en exteriores siempre que no se pueda garantizar la distancia de seguridad. El pasado junio, el Gobierno ya decidió eliminar su obligatoriedad al aire libre.
Mientras que en los espacios cerrados donde no hay ventilación la mascarilla ayuda a reducir la propagación de la infección al limitar la excreción de gotas respiratorias de individuos infectados, así como una barrera física para las gotas que puedan excretar otras personas, en zonas al aire libre su uso es necesario si no hay distancia de seguridad. Pero si hay distancia, el propio aire libre reduce la probabilidad de que esas gotas se transfieran entre personas. Tanto, que los expertos no consideran necesaria su obligatoriedad.
María Sainz, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria (Sempsph), recuerda que las primeras medidas para evitar contagio e infección son las no farmacológicas, donde se incluye la mascarilla, pero añade: "Si estás en el campo paseando tú solo y con tu familia es casi ridículo".
Además, Sainz entiende que las medidas no deben centrarse solamente en aumentar la responsabilidad individual: "No se pueden olvidar que pese a la responsabilidad de cada uno, las medidas las tienen que hacer las Administraciones. Es un error desde el punto de vista sociológico. La Salud Pública son medidas de alta política. Se debe promover la responsabilidad pero las Administraciones deben poner su parte. En Salud Pública no es solamente el individuo y es una parte importante, pero no es exclusiva ni excluyente.
Esta medida ya fue polémica durante las primeras olas. Una vez identificado y reconocida la covid-19, se empezó a cuestionar que la mascarilla en exteriores tuviera algún efecto útil. Marc Lipsitch, director del Centro de Dinámicas de Enfermedades Transmisibles de la Universidad de Harvard ya criticó la medida el pasado mes de abril: "La mascarilla al aire libre realmente no tiene evidencia de beneficios", aseguraba.
Ángeles Díez Rodríguez, doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), analiza el trasfondo político de una decisión que no cuenta con el apoyo de la comunidad científica: "En las batallas políticas, la salud se convierte en un rehén de intereses electorales de cara a la opinión publica".
Actuar con medidas ineficaces, pero dar sensación de movimiento. Una jugada que a la larga puede traer consecuencias negativas para la democracia: "Las medidas que se toman, a nivel nacional y autonómico, se toman en función de los intereses políticos de cara a la opinión publica. No se toman primando la salud. Esto es un reflejo más de cómo se actúa. Se prima la economía frente a la salud", arguye la doctora en Ciencias Políticas.
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