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El colapso de las corrientes oceánicas, una grave amenaza que podría transformar el mundo de manera radical

Varios estudios destacan alteraciones en la velocidad a la que se mueven las aguas del Atlántico y un aumento de temperaturas en las de Australia y la Antártida. Esto tiene importantes consecuencias sobre el clima de la Tierra. 

Imagen de la Gran Barrera de Coral, en Australia, a 8 de marzo de 2024.
Imagen de la Gran Barrera de Coral, en Australia, a 8 de marzo de 2024.  Europa Press

Las corrientes marítimas juegan un papel fundamental en el clima del planeta. Quizás la más conocida es la de Australia Oriental, ya que los peces Marlin y Dory viajan por ella para encontrar a su hijo en Buscando a Nemo (2003). Estas fuerzas oceánicas transportan nutrientes, regulan la temperatura y mantienen ecosistemas, pero algunas están cambiando y su colapso podría transformar el mundo de manera radical.

El sistema de corrientes del océano Atlántico (AMOC por sus siglas en inglés) ha hecho saltar las alarmas por varias investigaciones publicadas en los últimos meses. Sus procesos determinan la habitabilidad en Europa porque "libera una cantidad gigantesca de calor hacia la atmósfera, lo cual mantiene los inviernos en el norte de Europa con temperaturas relativamente suaves", explica a Público Gabriel Rosón, responsable del Grupo de Oceanografía Física en la Universidad de Vigo.

Las corrientes marinas transportan nutrientes, regulan la temperatura y mantienen ecosistemas

Un artículo de la Universidad de Utrecht, publicado el pasado febrero, señala que el deshielo de Groenlandia contribuye a la ralentización de este movimiento de las aguas. Otra investigación de la Universidad de Copenhague, publicado en julio, pronosticaba su colapso no más tarde de 2095.

"Los últimos estudios coinciden en que la AMOC ha entrado en un proceso de ralentización", indica Rosón a este medio. "La mayor amenaza es que en unas cuantas décadas llegará un punto de no retorno: el sistema se hace inestable y no se puede recuperar por procesos naturales, ya que la perturbación es demasiado intensa. Esto lleva a un colapso", advierte.

Las graves consecuencias del colapso

Si esta corriente se debilita, los inviernos en Europa serían de cinco a diez grados más fríos porque "el calor no se liberaría de manera eficiente desde el océano a la atmósfera", detalla el investigador. Los cambios de temperatura alterarían la disponibilidad de nutrientes en el agua, de modo que "puede influir en las migraciones de especies marinas, lo cual puede repercutir sobre su distribución geográfica y las interacciones entre ellas", añade.

Algunos cambios no tienen por qué ser negativos, pero debemos evitar el colapso de las corrientes

Por otro lado, "sabemos que se están debilitando los transportes de nutrientes, carbono y oxígeno que intervienen en multitud de procesos relacionados con la productividad biológica involucrada en la supervivencia de los ecosistemas marinos del Atlántico", subraya Rosón a este diario.

El oceanógrafo matiza que todavía es pronto para saber si este impacto en concreto puede ser perjudicial o beneficioso, pero el colapso de la AMOC no es en absoluto deseable para la habitabilidad en el viejo continente.

Una tendencia que debemos frenar

"Debemos reducir lo máximo posible las emisiones de gas invernadero, que a la postre es la causa primaria de la crisis climática", demanda el científico en declaraciones a Público. Además, recuerda que "acabamos de sobrepasar el famoso umbral de temperatura del 1,5ºC superior al nivel preindustrial y esto no hace más que echar gasolina al fuego".

Según el estudio de Copenhague, la corriente atlántica podría apagarse en cualquier momento a partir de 2025, pero el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) considera poco probable que se produzca un colapso total en el siglo XXI. Sobre este disenso científico, Rosón concluye que "la probabilidad de colapso aumenta en función del tiempo que tardemos en reducir finalmente las emisiones".

La probabilidad de colapso de las corrientes marinas aumenta en función del tiempo que tardemos en reducir las emisiones

La AMOC no es el único sistema que se ve alterado por la crisis climática. Una investigación de 2022 publicada en Nature Climate Change identificaba un aumento de las temperaturas en la célebre corriente de Australia Oriental, la misma en la que Marlin y Dory "siguen nadando" hasta Sidney con la ayuda de unas tortugas marinas en la famosa película de Pixar.

Este incremento de los termostatos oceánicos impactó sobre las temperaturas en las zonas costeras, con períodos extremadamente cálidos. El calentamiento de la corriente de Australia Oriental puede transformar el clima y los hábitats de las especies que viven allí.

La corriente antártica derrite los glaciares del polo sur

Europa y Oceanía no son los únicos continentes que se encuentran amenazados por el futuro de los movimientos marinos. Un estudio reciente publicado en Nature identifica una aceleración en las últimas décadas de la corriente circumpolar antártica (CCA), la más poderosa e importante del mundo y que fluye de oeste a este del polo sur.

Este sistema transporta 100 veces más agua que todos los ríos del planeta, se extiende de la superficie al fondo del océano y mide hasta 2.000 kilómetros de ancho. Además, desempeña un papel clave en la regulación del clima mundial.

"Podría decirse que es la corriente más importante del sistema climático de la Tierra", afirma Gisela Winckler, coautora del estudio y geoquímica de la Universidad de Columbia. "El retroceso o colapso del hielo antártico está relacionado con el aumento del flujo de la CCA, una situación que estamos observando hoy en día bajo el calentamiento global", añade.

Los científicos han observado que la fuerza de los vientos sobre el océano antártico ha aumentado un 40% en los últimos 40 años. Como consecuencia, la CCA se mueve más rápido y sus remolinos transportan con más fuerza agua cálida hacia las plataformas de hielo flotante.

Este fenómeno contribuye al desgaste de los glaciares. "Si dejas un cubito de hielo al aire, tarda bastante en derretirse", explica Winckler. "Si lo pones en contacto con agua caliente, se deshace rápidamente".

La investigación no confirma que los cambios en la corriente antártica sean causa del calentamiento global. En el artículo, el equipo científico concluye que, de serlo, la aceleración de la corriente en proporción al calentamiento del clima tendrá "probables consecuencias negativas".

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