Este artículo se publicó hace 3 años.
El ciclo del eterno retorno: los desechos de los coruñeses se convierten en gas para consumo doméstico
Un proyecto liderado por el Ayuntamiento en colaboración con Naturgy y la Axencia Galega de Innovación de la Xunta permite distribuir más de medio millón de metros cúbicos de gas verde de los detritus humanos para producir calor y electricidad para su consumo doméstico e industrial.
A Coruña-
Hasta hace no muchos años la caca de los coruñeses se podía ver desde el espacio. No es broma. La rotura a pie de costa del emisario submarino que recogía las aguas fecales de la ciudad para verterlas mar adentro casi sin depurar provocó en el 2008 una enorme mancha que tiñó de marrón las aguas del litoral oeste del municipio. Un espectáculo escatológico que se pudo ver durante meses en las fotos de satélite de Google Earth.
Trece años después, la estación depuradora de aguas residuales (Edar) de Bens, en A Coruña, ha empezado a distribuir en la red comercial de gas natural el biometano producido en el tratamiento de las aguas fecales de A Coruña y de Arteixo, Cambre, Culleredo y Oleiros, los otros cuatro municipios asociados a ella.
Se trata de la primera Edar de Galicia y una de las primeras de España que consigue depurar el biogás derivado de los detritus humanos para obtener biometano e inyectarlo después en la red para generar electricidad y calor para uso doméstico e industrial. Aquella mancha marrón convertida ahora en esperanza renovable y verde.
"Inyectamos unos sesenta metros cúbicos cada hora, lo que significa más de medio millón de metros cúbicos al año", explica Carlos Lamora Suárez, director general de la Edar de Bens, ubicada a veinte minutos en bici del centro de la ciudad. Según los cálculos del Ayuntamiento de A Coruña, esa cantidad supone una capacidad energética de unos 5,5 millones de kilovatios hora al año. Es decir, el equivalente al consumo medio de energía de unos novecientos hogares.
En el área metropolina de A Coruña viven más de 400.000 personas, de las cuales unas 350.000 habitan en los municipios a los que da servicio la Edar. Por ella pasan cada día cerca de 135 millones de litros de aguas, la inmensa mayoría residuales, a las que se suman pequeñas cantidades de escorrentías y aportaciones de fluviales. Hasta bien entrada la primera década de este siglo se vertían al mar sin más depuración que los coladores de reja que frenaban la riada de plásticos y residuos pesados.
Al igual de lo que sucede con la digestión humana, según explica Lamora, el biogás se genera con la descomposición anaeróbica de los detritus y contiene alrededor de un 60% de gas metano -lo que se denomina biometano- y un 40% de agua, dióxido de carbono y otros compuestos.
Entre los años 2016 y 2019, la Edar puso en marcha un proyecto para separar el biometano del resto con vistas a valorar sus posibles usos. Lo consiguieron, e incluso pudieron alimentar con él el motor de un autobús de la línea de transporte metropolitano que une A Coruña con Sada, a quince kilómetros, y que día de hoy sigue repostando en la gasinera de la depuradora de Bens. Allí también se recargan tres furgonetas de la Edar y una de la cooperativa social Mulleres Colleiteiras, dedicada a la recogida, almacenamiento, valorización y reutilización del aceite doméstico usado a cargo de mujeres en situación de exclusión social.
"Nos sobraba una gran cantidad de gas que teníamos que quemar en una antorcha, así que nos pusimos en contacto con Naturgy EnergyLab y la Axencia Galega de Innovación para desarrollar un proyecto que nos permitiera aprovecharlo", sostiene el experto.
El proyecto ha sido políticamente transversal. La nueva Edar de Bens se empezó a construir bajo un Gobierno del PP, la producción de biometano se puso en marcha con el de Marea Atlántica y se ha culminado con uno del PSOE. La Edar está gestionada por una empresa pública propiedad cinco ayuntamientos: dos del PSOE (A Coruña y Culleredo), dos independientes (Cambre y Oleiros) y uno del PP (Arteixo). Todos apoyaron el plan.
El socio mayoritario es el Ayuntamiento de A Coruña, cuya alcaldesa, la socialista Inés Rey, preside su consejo de administración. "Desde el sector público seguiremos impulsando las políticas de investigación y desarrollo en la búsqueda de un mayor beneficio ambiental y de alternativas energéticas verdes", dijo la regidora el día en que el biometano de Bens empezó a llegar a la red. Rey sostuvo además que seguirá impulsando esa vía "para encontrar soluciones a problemas como el suministro energético o el tratamiento de los residuos urbanos".
El proyecto del biometano coruñés, financiado con fondos europeos, empezó a ejecutarse en la unidad mixta de gas renovable de la Edar en colaboración con la compañía Naturgy y su EnergyLab, un centro tecnológico participado por las tres universidades gallegas y en cuyo patronato se sientan representantes de empresas como Inditex, Philips, Repsol y Abanca, entre otras.
El director de la Edar estima que cuando la producción esté a pleno rendimiento se podrá aprovechar una cantidad de biometano suficiente para evitar la emisión a la atmósfera de unas 6.600 toneladas al año de CO2, el equivalente a lo que contaminan setecientos vuelos comerciales entre A Coruña y Madrid.
El biometano producido a nivel local es casi como una golosina para las empresas energéticas, por varias razones. Primero, porque no está sujeto a los derechos de emisión de dióxido de carbono -unos 70 euros por tonelada- que generan los combustibles fósiles como el gas natural, del que España se sumistra en Argelia (un 45%) y, en mucha menor medida, en Rusia (un 11%), Estados Unidos (10%) y Qatar (6,5%).
Segundo, porque los costes de conectar a la red el suministro de biometano son mínimos si se comparan con lo que cuesta traer gas natural de pozos en países a miles de kilómetros. Y tercero, porque, según recordó hace unos meses en A Coruña el director de Gestión de Energía y Redes de Naturgy, Pedro Larrea, en el 2050 "todo el gas que circulará por las redes deberá ser de origen renovable".
"El futuro pasa por que la población consuma menos energía, pero también por que la que se consuma sea renovable", sostiene Lamora, quien explica que la Edar de Bens sigue investigando para valorizar las aguas residuales que pasan por sus instalaciones: "Ahora mismo estamos desarrollando otro proyecto para instalar una turbina en el emisario submarino que nos permita producir 1.500 megavatios hora de electricidad y, a la vez, obtener hidrógeno verde". "En lo que se refiere al cambio climático, lo que nos va a salvar la vida es la ciencia", concluye.
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