Este artículo se publicó hace 5 años.
Cómo afrontar ser madre soltera
Son mujeres que pensaron en otra forma de vida y de maternidad, pero de golpe se enfrentaron a ser madres solteras sin elección. Sus parejas se fueron y dejaron de asumir su responsabilidad como padres. Tres mujeres cuentan cómo es su día a día desde entonces.
Barcelona-
Frente a las madres solteras por elección, otras mujeres tienen que asumir una maternidad completamente solas, como nunca pensaron que sucedería. Ocurre cuando sus parejas dan un paso atrás, se limpian las manos ante sus responsabilidades como padres y ellas deben afrontar un embarazo, un parto y una crianza sin su apoyo. Un proceso duro donde, en ocasiones, tienen que enfrentarse incluso al chantaje emocional de sus exparejas.
Según datos de Save The Children, en España, hay más de 1.750.000 hogares monoparentales, de ellos, un 82% están encabezados por mujeres, es decir, casi un millón y medio de hogares. Familias con un mayor riesgo de pobreza o exclusión social, no sólo por su situación económica, sino también por el empleo, la vivienda, la salud o la red de apoyo.
Tres madres solteras cuentan a Público, en primera persona, cómo afrontaron psicológicamente la marcha de sus parejas en un momento tan delicado, cómo es su día a día como madres y los apoyos con los que cuentan.
Montse: "El paso más difícil es dejar de pensar en ti, dejar de ser solo tú para pasar a ser mujer y madre".
"Él insistía más que yo en tener un hijo. Yo no veía que era el momento adecuado. Era maestra en un destino algo aislado y él estaba en su trabajo. Al final me quedé embarazada. La noticia parecía maravillosa pero notaba situaciones extrañas con él y sus padres, que no sabían la noticia porque él temía la reacción. De hecho, a los tres meses, cuando lo supieron, su madre me dijo: "todavía estábamos a tiempo". A raíz de ahí, la relación fue a peor. Él negaba que su madre me dijera eso y empezó el caos. El 13 de mayo yo tenía ecografía y el viernes 10 él llegó al pueblo para estar conmigo el fin de de semana, pero cuando fui a recogerlo comprobé que venía sin maleta. Recuerdo que llovía. Fuimos a mi coche a hablar. Me dijo: "Vengo a dejarte". Yo pregunté: "¿Y el niño?". Su respuesta fue: "Te dejo a ti y al niño". Estaba embarazada de 21 semanas. Salí del coche, di gritos en medio de la nada. Tras media hora él se fue. Me quedé en el coche, a media hora de la casa, con una carretera de montaña horrible con niebla. No tenía a nadie a quien llamar en el pueblo, y un vecino fue el primero que me vio. Fue la primera persona que me dijo que habría una tercera persona".
"Durante un mes él volvió a llamarme todos los días para decirme que yo había cambiado con el embarazo y que le dejé de lado. En julio vino un fin de semana conmigo. Fue curioso porque coincidió con un festival de música donde él trabajaba y, por zona, le venía bien quedarse conmigo. Otra amiga me habló de una tercera persona. Él, por entonces, me había bloqueado en las redes sociales pero no sabía que yo tenía Twitter. Ahí descubrí que, desde marzo, estaba con una persona. El 31 de julio ya le dije que 'hasta aquí'. Vino el momento del parto. Dijo que vendría al día siguiente de mi ingreso pero no apareció. Le mandé una foto del bebé, le dije que estábamos bien, el hospital, la habitación… El día 7 lo inscribí sola con mis apellidos. Antes le pregunté y me dijo que renunciaba a mi hijo y a todo lo que tuviese que ver con él. Hasta el día de hoy".
"A la mujer que se enfrente con esto le digo que vaya a una psicóloga. Si no fuera por ella, no estoy donde estoy"
"A la mujer que se enfrente con esto le digo que vaya a una psicóloga. Si no fuera por ella, no estoy donde estoy. Me hizo ver que no era culpable, no creer lo que él me decía. Era tener una persona de apoyo neutral. Y también tener gente que te quiera. Una de las cosas que más me arrepiento es que no disfruté del embarazo. Yo no quería un hijo para estar sola. Yo no lo imaginé de esta manera, pero cuando lo vi en brazos supe que tenía que tirar para adelante sí o sí".
"Para mí, madre soltera es la que lo tiene verdaderamente sola, sin apoyo y sin apellidos del padre. Otra de las cosas es cuando me dicen que casi estoy mejor así. Pues no, mientras tú te duchas le puedes dar a tu pareja el bebé. Yo meto al niño en la hamaca para vigilarlo desde la ducha o espero a que esté dormido. Dedico 24 horas los 375 días al año, sin ayudas económicas. Es fácil seguir con la vida a base de dinero. Quienes no podemos, perdemos calidad de vida y seguimos hacia delante con mucha organización. Yo era una persona con un nivel de vida medio-alto y ahora tengo un nivel de vida medio-bajo y apenas tengo vida social. Valoro a los padres que ejercen de padre, pero los de verdad. Es muy fácil poner un espermatozoide. Ser padre no es tener un hijo solo. Es tenerlo, vivir bajo el mismo techo y atender. He comprobado que la maternidad no es una cosa idílica como nos venden. El paso más difícil es dejar de pensar en ti, dejar de ser solo tú para pasar a ser mujer y madre”.
Noelia Corpas: “Solo quiero que mi niña tome este ejemplo de independencia, y que no se doblegue por nadie”
"Me quedé embarazada cuando llevábamos dos años juntos. Él tenía ganas de tener hijos. Todo iba bien hasta que empecé a notar cambios. La experiencia que tuve con una pareja anterior me ayudó a reaccionar antes. Él cambió del día a la noche. Estaba más lejano, no se preocupaba tanto, y me di cuenta que estaba siendo infiel o tenía intención. Él solo se delató. Embarazada de tres meses, tomé la decisión de cortar la relación".
"La ruptura fue difícil porque él se oponía, me buscaba y la cosa se puso un poco fea. Yo insistí que no quería estar con él y me dijo que si no quería, él rechazaba toda responsabilidad con la niña. Decía que se comportaría como padre si estábamos como pareja. Aquello fue una evidente señal. Pensé que tras el nacimiento, él recapacitaría. Un día que estaba muy agotada mentalmente y le dije que no había compromiso. Que si se quiere ser padre se hace, pero que yo no le pedía nada. No hubo respuesta a ese planteamiento y seguí en solitario... hasta hoy".
"Las visitas a psicólogos me ayudaron a salir de la situación. Soy muy fuerte, pero me sobrepasó verme con un embarazo no planificado. Te ves sola, aparte de que te traicionen en pleno embarazo. Tomé esa decisión por ella, por mostrarle el día de mañana que el mejor ejemplo es que ella se quiera, se respete, que no se aceptan determinadas situaciones por no estar sola o miedo. Somos capaces de hacerlo y no hay necesidad de estar con alguien que no nos respeta, valora ni cuida, porque entonces él tampoco la iba a querer a ella. Hoy sé que fue la mejor decisión de mi vida".
"Estos años he salido hacia delante por mi familia, que me ha desbordado de cariño"
"Mi hermano me acompañó en el parto y estos años he salido hacia delante por mi familia, que me ha desbordado de cariño. Se habla del parto como algo muy normal pero es terriblemente complicado. Hay en juego dos vidas, es una situación muy extrema. Mi posparto duró más de cuarenta días y me pilló con una mudanza familiar. El posparto es tremendo porque te encuentras sola, te tienes que enfrentar a una criatura y no sabes nada cuando eres primeriza. Yo le he dado pecho, y ves la necesidad de apoyo emocional y física que necesitas. Y te preguntas por qué llora, y otras veces parece que no respira. Es un miedo terrible, es tan frágil… Desde entonces sigo trabajando en el negocio familiar, como autónoma, y entre todos me ayudan para que a la pequeña no le falte de nada. Es frustrante porque sacrificas un montón de cosas. A ella no le falta nada, ni cariño ni atención, pero la que falta es a una porque yo, realmente, no tengo tiempo para mí".
"A veces pienso que podría haber continuado con la relación, igual que veo a 2000 parejas que no se entienden, donde ellas están sometidas. Pero con eso, al final, no tienes un crío sino dos…. él también. Hay mujeres que soportan cantidad de desprecios, desplantes, desinterés, y yo decidí no vivir eso porque lo vi venir. He crecido en una familia con una madre feminista y tenía las cosas muy claras. No quería ser una persona infeliz, ni que me pisotearan. Quería que mi hija creciera viendo que su madre es completa y que a ella no le iba a faltar de nada. Mi intención es que ella sea una persona fuerte y no se deje ningunear, porque no necesitamos un hombre en nuestra vida".
"El mensaje para mí es que somos más fuertes de lo que imaginamos. La veo feliz, sana, satisfecha, y estoy feliz, y me siento fuerte. Te comes el mundo cuando algo tan pequeño depende de ti, te sale la fuerza de no sé dónde, aunque no descanses. Solo quiero que mi niña tome ese ejemplo de independencia, y que no se doblegue por nadie. Que se quiera y respete, que para eso tomé esa decisión, para darle ese ejemplo".
Paula: "Ahora he aprendido que estar en pareja es bonito, pero no tenerlo también lo es"
"Nosotros vivíamos juntos y estábamos en una fase de enamoramiento. Me quedé embarazada y decidimos tener a la niña. Él lloraba de emoción y yo pensaba que era algo que nos iba a unir más, pero vinieron problemas en el embarazo. Él hacía aún mucha vida nocturna fuera de casa, y yo le pedí algo más de implicación. Ahí empezaron las diferencias. A los cinco meses y medio él me dijo que ya no sabía qué sentía y de la vida que quería llevar. Intenté empatizar y entender que no pasaba nada y aquí vinieron mis problemas hormonales. Quise mostrarme fuerte y no parecer una loca".
"Me daba vergüenza explicar a mi familia lo que había pasado, porque me sentía como la oveja negra dado que todos son muy familiares. No quería mostrarme débil o que había fracasado. Él vivía aún en casa y venía conmigo a las revisiones. Rompí aguas a los ocho meses por estrés. Fue un parto muy largo. A causa del estrés tampoco tuve mucha leche".
"Yo no me podía creer mi futuro así, pero miraba la cara a la pequeña y me ayudaba mucho para seguir"
"En cuanto nació la niña decidimos buscar un piso cada uno. Yo no me podía creer mi futuro así, pero miraba la cara a la pequeña y me ayudaba mucho para seguir. Hasta entonces fui muy fuerte pero pasó el tiempo y no pedí ayuda a nadie. Fui al médico de cabecera, que me derivó al psiquiatra, pero no volví porque yo quería ir a mi ritmo. La poca ayuda la rechacé porque no estaba preparada, porque yo tenía unas ideas claras de cómo seguir con la relación del padre de la niña. Él no la necesitaba ver cada día, quizás porque yo la tuve dentro. Yo traspasaba lo que sentía y creía que él lo tenía que sentir igual. Me costó entender que no era necesario. Desde entonces, tener un minuto para mí fue complicado".
"Faltaba firmar la custodia. Él rechazó la custodia compartida. La patria potestad sí es de los dos. Aquel estrés me pasó factura y empezó la caída de mi cabello, confirmado por los médicos. Era un problema inmunitario, mi sistema inmunitario se autoboicoteaba. Tomé seis meses corticoides con sus consecuencias. Enseguida volví al trabajo. Tuve que decidir sobre si ponerme pañuelo o peluca. Un hombre se puede quedar calvo, en nosotras es más raro. Elegir el turbante me ayudó. No tenía seguridad de que me fuera a crecer otra vez porque el nervio se podría haber cargado la raíz, pero ahora vuelve. La niña sí me miraba diferente cuando ocurrió y, cuando me preguntaba, le decía que hay muchos tipos de belleza, no una sola, y que la mejor es ser valiente".
"Como mujer he aprendido que no estamos preparadas, incluso para mí que he ido bastante por libre y con pocos sueños románticos. Me he visto avergonzada por decirle a mi familia que me habían dejado y había fracasado en pareja. Ahora he aprendido que estar en pareja es bonito, pero no tenerlo también lo es. A veces, incluso pienso que menos mal que no tengo la pareja porque no le tengo que dar explicaciones a nadie ni hacerle la cena. A mi hija le enseño que la belleza está en su cabeza, que tiene que ser grande por dentro, generosa, y quiero que aprenda a ver las posibilidades de todo. Quiero que mi hija vea el lado bueno de las cosas".
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