Este artículo se publicó hace 3 años.
Violencia sexual"El acoso sexual y el abuso de poder en el Institut del Teatre no eran casos aislados y eran conocidos por la dirección"
Cuatro estudiantes de la institución educativa catalana relatan a Público episodios de abuso verbal y físico que definen como "parte estructural" de la cultura de este centro. El Instituto ha respondido a las denuncias apartando a uno de sus más re
Marisa Kohan
Madrid--Actualizado a
"A mí Joan Ollé me invitó a recogerlo a Catalunya Radio una noche, después de la colaboración que realizaba allí e irme con él. Me dijo que después de eso se arreglaría mi trabajo los próximos 15 años en el teatro catalán. Pero decidí no ir y mi paso por el Institut cambió como de la noche a la mañana a partir de ese momento". Quien habla es María, una mujer que explica lo que vivió en una de las instituciones formativas más relevantes de la escena de Catalunya y que prefiere mantener el anonimato por seguir vinculada de alguna manera con dicha institución.
Este lunes la dirección del centro decidió apartar al actor y director teatral Joan Ollé de la escuela después de que este domingo una investigación del diario ARA desvelara un historial de acoso sexual y abuso de poder que se pueden haber prolongado a lo largo de tres décadas por parte de algunos profesores del centro. De los mencionados en el reportaje, Ollé es el único que seguía dando clases.
Se trata de la primera medida adoptada por la directora de la institución, Magda Puyo, que ha afirmado que el centro adopta esta medida tras activar el protocolo correspondiente ante los casos de acoso. Según fuentes del Institut del Teatre, este mismo lunes la Comisión de Prevención y de Investigación de Acoso ha comenzado las investigaciones para recabar información sobre los hechos y para ahondar en la tarea de Ollé como profesor de la institución.
Pero para muchos las investigaciones llegan con años e incluso décadas de retraso. Alumnos, exalumnos y algunos profesionales de la escena han comenzado a expresar públicamente su alivio de que estos casos hayan salido por fin a la luz.
"No se trata de un profesor. Lo que hay que entender es que aunque ahora echen de allí a Ollé, lo que ocurrió durante años no fueron casos aislados de acoso sexual y abuso de poder, sino que se trataba de una cultura institucional que funcionaba así de forma estructural y estos hechos eran conocidos por todos. Incluso Madga Puyo sabía lo que estaba pasando. Todos lo sabían", denuncia María.
"Nadie se echaba las manos a la cabeza porque algo así estuviera sucediendo, simplemente se limitaban a contestar que sentían que me encontrara en esa situación"
Explica en conversación telefónica con Público que cuando ella relató lo que le había ocurrido con Ollé a una de sus profesoras, ésta le respondió que "era tonta por no haber aprovechado la oportunidad". Y ahí se acabó la conversación. "No fue la única docente con quien lo comenté, pero nadie se echaba las manos a la cabeza porque algo así estuviera sucediendo, simplemente se limitaban a contestar que sentían que me encontrara en esa situación y opinaban sobre lo que debería haber hecho", explica María.
No había protocolos que seguir. De hecho María se pregunta cómo podía haber denunciado dentro de ese ambiente. "La que se movía o protestaba quedaba como si estuviera apestada". "¿Qué podía denunciar yo? ¿Que me citó para cenar y que me iba ayudar a conseguir trabajo para siempre jamás? ¿Denuncio eso? Si no he participado. Le dije que no. Y al rechazarlo he tenido repercusiones. Sí lo hablé con otros profesores y no pasó nada".
Esta alumna afirma que se vivía un ambiente en el que anulaban la autoestima de los estudiantes, especialmente de las mujeres. Y resalta la absoluta impunidad con la que esto se realizaba por parte de algunos profesores. Un ambiente pequeño en el que quienes enseñan son, a su vez, figuras que abren o cierran las puertas laborales. "Yo sé que no voy a encontrar trabajo en mi profesión, porque se lo tengo que pedir a esta gente. Las actrices del #Metoo de Hollywood supongo que sabían que no iban a pasar hambre porque tenían dinero, pero yo sí se que voy a tener que cambiar de profesión para subsistir".
Un relato de frustración y rabia
Los relatos de diversas exalumnas contactadas por Público para esta pieza, componen un relato de frustración y de rabia, en muchos casos por haber acabado antes de tiempo con aspiraciones a hacerse un hueco en el mundo de la escena, abandonando unos estudios que muy pocos privilegiados llegan a conseguir. En otras ocasiones, manifestando temor a ser reconocidos, incluso años después de haber dejado el centro de formación, por temor a no volver a tener trabajo en el mundo teatral.
"Tienen un miedo encima que del que no consiguen desprenderse. Si hablan temen no poder volver a trabajar"
Blanca García entró al Institut en 2009 con 18 años. Fue una de las alumnas más jóvenes. Afirma que nunca sufrió acoso sexual, pero que sí conoció casos de compañeras que lo sufrieron y no solo por parte de Ollé. Explica que muchas no quieren contar su caso ni hablar sobre este tema. "Tienen un miedo encima que del que no consiguen desprenderse. Si hablan temen no poder volver a trabajar".
"Nadie escapaba al ambiente que se creaba en el Institut. "Un ambiente raruno de silencio que todas hemos practicado por temor a ser la próxima, a que vayan a por ti", afirma García. Hoy, actriz que trabaja en una cooperativa teatral.
"Cuando acabé el instituto con 22 años me habían metido en el cuerpo que difícilmente haría nada. Me pasó que hice mis proyectos y no he parado de hacer cosas en cooperativas que no tienen nada que ver con ese sistema".
Esther, nombre ficticio, también relata el paso por el Institut de forma dolorosa. Entró con 19 años y se fue al acabar el segundo curso. Las humillaciones constantes y el trato vejatorio, aparcaron durante años su vocación de ser actriz. "Terminé segundo y lo dejé porque estaba harta. Pensaba que era culpa mía o de mis compañeras por no tener un buen dialogo. Pero luego cuando creces te das cuenta que el problema no estaba en nosotras, sino no es problema de nosotras", afirma. Durante los dos años que estuvo en el Institut tuvo a Berty Tobías de profesor, otro de los docentes señalados por diversas alumnas en la investigación de ARA.
El trato que recibíamos era vejatorio. Recuerdo que a mí la primera semana de clase me dijo que tenía un problema dentro de mí y a partir de ahí raramente me sacaba a hacer los ejercicios de baile. También relata que durante un ejercicio en que hacían de animales y a ella le tocó hacer de caballo, en un momento dado la cogió por la boca y apretó para mostrar su dentadura al resto, gesto que le causó mucho dolor y tuvo un componente vejatorio. Había muy pocos hombres en la clase, pero a ellos esto no les pasaba. Siempre eran los mejores, mientras que con nosotras siempre había referencias a nuestro físico o nuestro cuerpo.
Decidió enterrar el teatro. Cuatro años más tarde lo retomó en otra escuela, donde no encontró ninguno de los comportamientos que había vivido en el Institut. "Prefiero que no aparezca nombre real", afirma. "Aún tengo miedo de que puedan haber represalias".
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