Este artículo se publicó hace 5 años.
METOOLa web de cine de la Conferencia Episcopal califica el #MeToo de “sórdida tabarra feminista”
“Pantalla 90” publica una dura crítica sobre el documental que narra los abusos de Harvey Weinstein. “Se pretende criminalizar el brío masculino”, afirma el autor. "El coito heterosexual va camino de ser una violación per se”, añade.
Bilbao-
El magnate Harvey Weinstein tiene que le defienda a este lado del Atlántico. Concretamente, hay voces amables con el productor de Hollywood –y sumamente duras con sus víctimas– en el Departamento de Cine de la Conferencia Episcopal Española. “Pantalla 90”, la revista digital dedicada la crítica cinematográfica que edita dicho departamento –perteneciente a su vez a la Comisión Episcopal de Medios– ha cargado contra el documental “Untouchable” y, de paso, contra el “Me Too”.
“Cinematográficamente mediocre, narrativamente poco amena, estéticamente tosca y predecible”. Así comienza la crítica firmada por Luys Coleto sobre la película dirigida por Ursula Macfarlane, quien llevó a la pantalla las denuncias de acoso y abuso sexual que sufrieron las víctimas de Weinstein. Según ha podido confirmar Público, el autor de ese texto publicado por la web del Departamento de Cine de la Conferencia Episcopal escribe asiduamente en El Correo de Madrid, un digital ultraderechista.
A juicio del crítico, “el asunto del caso Weinstein ha tenido la honestidad de manifestar, con toda la preponderancia hollywoodense, su exuberante y abracadabrante fariseísmo. Hollywood se constituyó textualmente sobre la manipulación sexual”. En tal sentido, Coleto sostiene en su crítica cinematográfica que “toda la sórdida tabarra feminista se asemeja a una broma macabra”.
“Burdo pretexto para endilgarnos una cruzada inquisitorial que arrastra dos lustros de historia. Sobre todo de histeria. De masas. Paranoia de género, seamos exactos, fino bisturí semántico. Se trata, claro está, del #metoo”, apunta en su crónica.
"El ligue porfiado o desventurado no es un delito"
Señala además que “el liberticida, totalitario y supremacista fenómeno #metoo sirve tanto para una violación como para una proposición no correspondida. Sobre el movimiento #metoo se han determinado dos pseudoverdades, postverdades o fascinantes falacias”. “Una, las mujeres son siempre víctimas. Dos, las mujeres nunca mienten. Una violación es un crimen, desde luego, pero el ligue porfiado o desventurado no es un delito, ni la galantería es una acometida machista”, describe.
"Caza de brujas"
A su juicio, “cualquier mujer razonable se halla suficientemente persuadida de que la pulsión sexual, sobre todo la masculina, es arriscada y bárbara por naturaleza”. Frente a ello, sostiene que existe “una aciaga e inquietante caza de brujas”. “Cualquier acercamiento a una mujer puede ser estimado como acoso. La categoría ‘hombre’, preferentemente blanco y heterosexual, arrostra una culpa ontológica. De dimensiones casi teológicas. Cualquier denuncia es prácticamente una condena”, continúa.
El crítico del Departamento de Cine de la Conferencia Episcopal considera que “se pretende criminalizar el brío masculino para hacer vivir al hombre en un estado de incertidumbre y sometido a coacción, más o menos sutil, perpetua”. “La presunción de inocencia, triturada. La igualdad ante la ley, abolida. La tutela judicial, por el barro. En vez de ser el denunciante quien deba demostrar la culpa del denunciado, es éste quien debía probar su inocencia, lo cual es, obviamente, imposible”.
"El coito heterosexual va camino de ser una violación per se"
Por todo ello, llega a afirmar que “el coito heterosexual va camino de ser una violación per se”. Cita además los casos Plácido Domingo, Woody Allen o Kevin Spacey para criticar la “brutal y fastuosa persecución que la feminizada y antimasculina sociedad occidental (especialmente Yanquilandia) ha pergeñado contra el varón”.
Compara lo ocurrido en Hollywood con “la misma relación entre poder y favores y mercedes es la que existe, o pudiese existir, entre un concejal de urbanismo y un promotor inmobiliario. O entre un profesor universitario y su alumna”. “Este nuevo feminismo neopuritano se halla impregnado hasta el tuétano de un hondísimo odio hacia los hombres y la sexualidad preferentemente fecundante. Hay multitud de actrices que van provocando a los productores para conseguir un papel”, añade.
El crítico sostiene que algunas actrices, “sin talento aparente, consiguieron fortalecer sus carreras gracias a conjeturados favores sexuales”. “También es cierto que apenas nunca elucubramos acerca de cuántas de ellas, quizás incluso con formidable capacidad, perdieron su oportunidad por negarse a satisfacer la avidez de unos depredadores a quienes el mando acopiado no hizo sino normalizar sus apetitos eróticos”, añade.
“Libertad de expresión”
En su web, Pantalla 90 explica que el objetivo de esta revista “es ofrecer una mirada crítica sobre la actualidad cinematográfica a partir de la novedad perenne de la experiencia cristiana”. “No se pretende tanto ofrecer una calificación moral de las películas –que de hecho se ofrece– como de proponer criterios antropológicos sólidos a la hora de analizar y comprender una película”, destaca.
En tal sentido, señala que “la valoración que se hace de las películas va siempre firmada por un crítico de cine y en ningún caso compromete a la Conferencia Episcopal Española”. “Aunque la opinión de un crítico nunca se debe entender como la portavocía de ningún obispo, lo que se publica cuenta con el aval de este Departamento de Cine”, subraya.
Consultados sobre el contenido concreto de esa crítica, desde el Departamento de Cine de la Conferencia Episcopal señalaron a Público que "el contenido es responsabilidad exclusiva" de quien firma el texto, "en respeto a la libertad de expresión".
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