Las últimas horas de Arrimadas al frente de Cs anticipan otra batalla interna sin cuartel de cara a las generales
Bal no tiene ninguna intención de dar un paso atrás si pierde las elecciones a la dirección del partido y aspira a presentarse a las primarias para ser el candidato a los comicios generales sea cual sea el resultado este jueves.
Madrid--Actualizado a
Hay pocas certezas sobre qué pasará con Ciudadanos, pero hay una impepinable: Inés Arrimadas dejará de ser la presidenta del partido. La heredera de Albert Rivera que llevó a Ciudadanos a la gloria en Catalunya convirtiéndola en primera fuerza política en 2017 para luego renunciar a la investidura pierde este jueves el control orgánico y, sobre el papel, también el político, de una formación en caída libre.
Pero, incluso a pesar de su calculada desaparición en campaña, todo ha girado en torno a ella y a su rol en el partido. Si en algún momento pareció que la refundación de Ciudadanos era un litigio por ver qué hacer con Arrimadas y su legado con ella delante, Edmundo Bal prendió la mecha que lo confirmó.
Con todo, una formación a la que las encuestas dan por desaparecida en el Congreso y que asume ya el "batacazo" de las autonómicas y municipales, ha llegado a este jueves con tres candidaturas diferentes para ponerse al frente del partido. La encabezada por Patricia Guasp y Adrián Vázquez, con los nombres de Arrimadas y Villacís dentro, la de Edmundo Bal, y una tercera liderada por los jóvenes Marcos Morales y Laura Alves. La votación se cierra a las seis de la tarde y poco después se conocerá el nombre del ganador.
A priori, la "lista oficialista" para los críticos- la de Guasp y Vázquez- parte como favorita y así lo asumen también en el entorno de Bal, que hasta el último momento han tratado de que la vía sorpresa de Morales y Alves, con cuya participación en este proceso no contaba nadie, pidiese el voto para ellos. "Si perdemos por poco será su culpa", señalaba el entorno de Bal.
Habrá sentimientos de victoria y derrota, con toda seguridad, y el resultado tendrá una primera lectura clara después de cómo se ha articulado la campaña: ganará Arrimadas o ganará Bal. Pero, ¿y después qué?.
Todos los dirigentes de Ciudadanos consultados por Público reconocen que el partido tiene pocos activos políticos y que, sin duda, los más importantes son Arrimadas, Bal y Villacís. Todos coinciden también en que "no se puede prescindir de nadie". Pero el cruce de acusaciones de los últimos días ha dibujado un escenario en el que parece difícil la convivencia post primarias.
El abogado del Estado ha criticado sin contemplaciones a Arrimadas, Villacís y Guasp y ha desvelado conversaciones privadas con Vázquez. Por su parte, Guasp le acusa de "no tener palabra" y de utilizar un tono condescendiente hacia ella. "Me cuesta pensar que Bal pueda seguir como portavoz tras sus declaraciones", reconoció en una entrevista con este periódico.
El escenario que se anticipa es igual de bélico porque Bal no tiene ninguna intención de dar un paso atrás si pierde. Pretende seguir en la portavocía, mano a mano con Arrimadas, y su intención es presentarse a las primarias para ser el candidato a las elecciones generales sea cual sea el resultado ahora. Su tesis es que la intención de Arrimadas es seguir controlando el partido "en la sombra" y que la candidatura de Guasp y Vázquez la impulsará a ella llegado el momento. Bal quiere cobrarse ahí al debate cara a cara con Arrimadas que no ha tenido ahora.
Lo que Arrimadas manifiesta que quiere, por ahora, es mantener la portavocía en el Congreso. La victoria de Guasp y Vázquez se lo garantiza frente a la de Bal, cuyo principal ariete en campaña ha sido precisamente que "Arrimadas no siga saliendo en televisión". Pero, en cualquier caso, el ticket Guasp-Vázquez ha sido titubeante sobre su plan para las generales y solo en la recta final de las primarias ha dicho con claridad que, como líder política, la diputada balear es la candidata natural a presidir el Gobierno.
De forma generalizada, en Ciudadanos anticipan en privado que la herida no se cierra ahora, que "se han cruzado muchas líneas rojas" y que la pelea interna incluso se puede recrudecer de aquí en adelante porque el partido se ha metido a sí mismo en una convivencia forzosa por la supervivencia.
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