“Entramos en una etapa inédita que habrá que saber explorar y explotar”. Así ha resumido el expresident de la Generalitat y líder moral de Junts, Carles Puigdemont, el acuerdo al que su partido ha llegado con el PSOE para la investidura de Pedro Sánchez.

Desde Bruselas, Puigdemont ha destacado que el acuerdo no es la resolución de nada, sino que sienta las bases para iniciar una negociación política que resuelva el conflicto de Catalunya con el Estado. “Iniciamos un camino incierto y lleno de dificultades. No tenemos nada más que celebrar que la puesta en marcha de un proceso de negociación”, ha apostillado.

La descriminalización del independentismo, con la amnistía como baza principal, es uno de los principales puntos de un acuerdo que, finalmente, también ha incluido los casos de lawfare, una de las prioridades para Junts que había encallado la negociación.

“Es una manera de devolver a la política aquello que es de la política”, ha insistido. Más allá de los casos conocidos, Puigdemont ha avanzado que saldrán algunos nuevos a través de sendas comisiones de investigación en el Congreso sobre el espionaje con Pegasus, y también la conocida como Operación Catalunya.

Sin más límites que lo que decida el Parlament, ambos partidos se han emplazado a iniciar las negociaciones este mismo mes para abordar cuestiones como la autodeterminación y la financiación.

Tras la firma del acuerdo este jueves entre el secretario general de Junts, Jordi Turull, y el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, este viernes el Consell Nacional del partido independentista deberá validarlo en una reunión telemática. Después, será sometido a la votación de las bases durante el fin de semana.

Distancia con ERC

Puigdemont ha querido distanciarse de las negociaciones entre la Generalitat y el Gobierno de Sánchez en la pasada legislatura, capitaneadas por Pere Aragonès, de las que ha sugerido que no han conseguido nada. “Era importante que se asumiera que hacía falta abordar la resolución del conflicto en términos distintos”, ha señalado.

El acuerdo alcanzado este jueves no es sólo para la investidura, sino también para el conjunto de la legislatura, aunque Puigdemont ha reiterado que Sánchez tendrá que ganarse la estabilidad “acuerdo a acuerdo”, y que el apoyo de Junts dependerá de una “negociación permanente” sometida a la fiscalización de los resultados por un mecanismo de verificación internacional.

Se tratará de un apoyo de legislatura “condicionado” a los avances que haya y al cumplimiento de los acuerdos. “No puede ser que no pase nada. El a cambio de nada se ha ido a la papelera de la historia”, ha dicho en una referencia velada a la gestión de Aragonès.

Un cambio de enfoque

Para Junts, el texto supone un “cambio de enfoque” de la “narrativa oficial” sostenida hasta ahora por el PSOE. “Reconocer el problema real era una condición indispensable”, ha añadido el expresident, sobre un texto que se remonta al 1714 para contextualizar el inicio del conflicto.

Según el expresident, los agravios persistentes a Catalunya que recoge el pacto, incluyendo como punto de partida de la situación actual la sentencia del Constitucional que recortó el Estatut de 2006, han conllevado a una “cronificación” del conflicto que volvió “la convivencia política con España insostenible”.

Este reconocimiento supone para los independentistas un primer paso para que los acuerdos a los que se llegue a partir de ahora sean irreversibles. “Es innegable que las relaciones PSOE-Junts no invitan a la confianza, pero los dos partidos son honestos al reconocer la distancia que los separa”, ha añadido Puigdemont.

Las cuestiones del acuerdo en las que muestran sus discrepancias son fundamentalmente la autodeterminación, ya que Junts avanza que en la primera reunión propondrá un referéndum, mientras que el PSOE defenderá el Estatut de 2006; y también la financiación, para la cual los independentistas reclaman gestionar íntegramente los impuestos, mientras que los socialistas apuestan por más autonomía financiera.