SEVILLA
Una hora escasa antes de que Juanma Moreno, presidente del PP en Andalucía, tuviera que acudir a su comparecencia quincenal en el Parlamento para ejercer su labor de oposición, en la sesión de control a la presidenta de la Junta, Susana Díaz, la noticia de la sentencia del caso Gürtel cayó a plomo en sus filas. Moreno afrontó, a partir de ese momento, una mañana muy complicada, la más complicada probablemente desde que Mariano Rajoy le dio la alternativa y le designó sucesor, hace cuatro años ya, del eterno y omnipresente factótum de la derecha en la Comunidad, Javier Arenas.
Moreno tiene por delante un escenario con muchas aristas. Su gestión al frente del PP de estos años no convence a muchos de los suyos, entre los que están alcaldes importantes de su partido; Ciudadanos le pisa los talones, según las encuestas; Arenas no ha terminado de irse; su discurso sobre sanidad y educación no cala debido al lastre de la gestión del PP en estos campos y de la suya propia cuando fue secretario de Estado de la ministra de Sanidad Ana Mato, condenada también por la Gürtel. Y con la transparencia, le pasa lo mismo: la credibilidad del PP en este terreno está bajo mínimos.
Esta semana ya había empezado mal. La jueza Mercedes Alaya, a lomos de cuyos autos y providencias ha cabalgado el PP durante años para hacer oposición al PSOE en Andalucía, lanzó un torpedo contra su partido el pasado lunes en una entrevista en el diario ABC y lo acusó directamente de querer apartarla del caso de la formación a través de un acuerdo con los socialistas. Ya sea más mentira que verdad, ya sea mas cábala y especulación que realidad, porque Alaya es una magistrada sin vínculos probados con ningún partido, pero casi todos pensaron lo mismo en el mundo de la política andaluza: Alaya se ha pasado del PP a Ciudadanos.
Y este jueves, la losa de Gürtel.
Así que Moreno hizo, tal vez, lo único que podía hacer. Callar y aguantar el chaparrón. Guardó en un cajón los asuntos de corrupción, los fondos de formación, los Expedientes de Regulación de Empleo, que tan a menudo utiliza para erosionar al Gobierno en las sesiones de control y se limitó a preguntarle a la presidenta de la Junta por los próximos presupuestos, le dio por el camino dos empujones dialécticos a Ciudadanos, con quien compite por el voto de la derecha, y tiró de impuestos, la única carta buena, tal vez, con la que cuenta, y por la que también se pelea de manera denodada con el partido de Albert Rivera, porque en el electorado de derechas las rebajas fiscales caen siempre bien. Moreno ofreció a Díaz negociar los próximos presupuestos y pidió una rebaja del 1,5% en el tramo autonómico del IRPF.
En el laberinto
El presidente del PP andaluz siguió también con la matraca del adelanto electoral, que Susana Díaz mantiene despejado: “Sigue en su laberinto del adelanto electoral. Y quiere que le diga si vamos a votar en octubre, en noviembre, en diciembre o en marzo. Sigue en su laberinto porque le dijo a su formación que estaríamos votando en primavera y aquí estamos”, le replicó la presidenta.
El PP andaluz está en efecto en un laberinto. Sean cuando sean las próximas elecciones autonómicas, que a día de hoy parece que se celebrarán en marzo de 2019, van a ser muy enrevesadas para ellos. Ahora, a Moreno le toca aguantar el tipo, con muchas cosas en contra, y, entre ellas, la actuación de sus compañeros de partido en otros lugares. “Es muy difícil que Moreno pueda sacar rendimiento a casi nada con este Gobierno de Rajoy en Madrid”, resume su situación un rival político.
Así que al PP le faltan en este momento banderas a las que agarrarse en Andalucía. Sus tradicionales señas de identidad están discutidas por el resto de formaciones políticas. La bandera de España, después de la victoria de Ciudadanos en las elecciones de Catalunya, y de las posiciones conocidas en defensa de la Constitución española de la presidenta de la Junta de Andalucía, no parece que en esta ocasión les vaya a permitir arrastrar votos. La bandera clásica de la derecha, que jugó esta mañana Moreno, la de las rebajas fiscales, es la que lleva ondeando en el cuartel general de Ciudadanos desde el inicio de la legislatura. El argumento: hemos logrado más en tres años que el PP en tantos años de oposición. Cierto es que los tres últimos presupuestos, que ha apoyado Ciudadanos en Andalucía, han recogido moderadas rebajas fiscales.
La bandera de la solvencia en la gestión económica y del empleo, que tantas veces ha blandido el PP, aunque Rajoy y el Gobierno de España se empeñen en vender las bondades de la recuperación, esta aún no ha llegado a la calle, donde la precariedad es la norma y donde la mayoría de la gente sigue sin recuperar el poder de compra y consumo que tenía antes de la crisis. Hasta que eso no suceda, hasta que el discurso no se acompase con la realidad, el PP no podrá jugar de verdad con ese estandarte. Además, tampoco lo tiene en exclusiva, porque el Gobierno andaluz también usa la carta de la recuperación cada vez que tiene ocasión. Por tanto, aquel o aquella a quien le va mejor escucha ambas versiones, la de Rajoy y la de Díaz, de que si eso es así es gracias a la estabilidad y la fortaleza de su Ejecutivo.
La bandera del andalucismo tampoco la tiene bien agarrada el PP. No es hoy ni nunca ha sido su fuerte, por más que lleven años esforzándose en agarrarla, o, al menos, en hacer ver que la quieren agarrar. Aunque ahí, si han obtenido una ventaja sobre Ciudadanos. El apoyo de Moreno y del PP andaluz en el Parlamento al Acuerdo por la financiación de Andalucía ha dejado solo a Ciudadanos en un lugar en el que tradicionalmente quien ha estado ahí ha salido escaldado, porque la idea de que defender la financiación de Andalucía es defender Andalucía está bastante bien instalada en el imaginario colectivo.
Pero, como siempre, mientras hay vida, hay esperanza. Y en este momento, en el peor momento del PP andaluz, asoma una luz en el horizonte: Que el resultado electoral en las autonómicas le dé una mayoría con Ciudadanos. Aunque este resultado no lo pronostica ninguna encuesta, es el as en la manga de Juanma Moreno, que le podría salvar a él y a su formación de otros cuatro años en la oposición. Si la suma de escaños de PP y Ciudadanos da como resultado una mayoría absoluta, habrá, por primera vez en la historia de la autonomía, un Gobierno de derechas en Andalucía. Ya lo ha insinuado Juan Marín, el lugarteniente de Albert Rivera en la Comunidad: ellos no van a apoyar esta vez la lista más votada, sino el proyecto que más les guste.
Así que la tarea de Moreno es contener la sangría de votos hacia Ciudadanos y, al mismo tiempo, sumar con ellos. ¿Hallará la salida de ese laberinto? Este viernes, con todo el peso de la Gürtel encima, no lo parece. Pero en política, ya se sabe, todo es posible.
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