Madrid
En primer lugar me gustaría agradecer a Tom Kucharz, especialista en ecologismo, su ayuda a la hora de preparar esta sección.
La ola de calor que atraviesa Europa desde hace unos días ha dejado temperaturas record en las principales ciudades europeas. En España, Badajoz ha alcanzado los 45º, Ourense los 44º y Córdoba o Sevilla los 43º. En Europa, Londres podría superar su actual record de temperatura alta y alcanzar los 40º. La ola de calor también afecta a países como Francia, Italia, Portugal y Grecia.
En el caso de España, el aumento de las temperaturas ha provocado numerosos fuegos que ya han arrasado con más de 30.000 hectáreas. Los incendios se han cobrado la vida de dos personas. El domingo fallecía un brigadista en la extinción de un fuego en Zamora y ayer moría un ganadero que se vio atrapado por las llamas en ese mismo incendio.
Galicia, Castilla y León, Extremadura y Catalunya sufren los incendios más graves, pero también hay fuegos activos en Asturias, Andalucía, Aragón y Comunitat Valenciana. Ahora mismo hay seis incendios sin controlar. Se trata del incendio de Tábara y Almaraz de Duero (ambos en Zamora), Cebreros (Ávila), San Adrián de Valdueza (León), Folgoso do Courel (Lugo) y Carballeda de Valdeorras (Ourense).
Además, según datos registrados por el Instituto de Salud Carlos III, desde que comenzó la ola de calor han muerto en España 510 personas. En Portugal, han muerto 659 personas en el mismo periodo.
La menor disponibilidad de agua provoca el debilitamiento de las especies de cultivo y la propagación de enfermedades como hongos y plagas. Además, el aumento de temperaturas afecta a los ciclos de cultivo y disminuye los niveles de producción. Y evidentemente, el incremento de temperaturas hace necesario aumentar también los tiempos de riego y esto hace que suban los gastos asociados de los agricultores.
Otra de las consecuencias de la ola de calor es el aumento del consumo energético con el subsecuente peligro de sobrecarga de centrales eléctricas y redes de distribución. Esto aumenta el riesgo de interrupción del abastecimiento, debido a una mayor demanda eléctrica para refrigeración.
En Francia, por ejemplo, ya se ha reducido la capacidad de las centrales nucleares hasta el 46% por las altas temperaturas de los ríos y la falta de agua para el enfriamiento de las centrales.
Desde que comenzó la ola de calor se ha disparado la contaminación por ozono. Tal y como señalan desde Ecologistas en Acción, el efecto combinado de las altas temperaturas y de las emisiones contaminantes del transporte y centrales térmicas (debido al mayor uso del aire acondicionado), ha aumentado los niveles de ozono en el aire. De hecho, en la tercera parte de las 500 estaciones que miden ozono en España se está superando el umbral de peligrosidad establecido.
Pues la principal consecuencia es el incremento de enfermedades respiratorias y el agravamiento de problemas cardiovasculares. La Agencia Europea de Medio Ambiente estima que se producen entre 1.500 y 1.800 muertes prematuras como consecuencia de la exposición a niveles de ozono como los registrados estos días en España. Y además de para las personas, el ozono también es tóxico para el medio ambiente: daña los bosques y reduce la productividad de los cultivos.
La respuesta corta es: la principal causa del calentamiento global es el cambio climático provocado por un modelo de desarrollo muy concreto, el capitalismo.
Vamos a fijarnos en el caso de España. Las emisiones netas de CO2 en 2021 se estiman en 254 millones de toneladas, lo que supone un aumento del 6% respecto a 2020. El transporte es el primer factor que contribuye al calentamiento global, aportando el 29% de las emisiones totales a nivel nacional.
Le sigue la industria, con el 21% de las emisiones. Para entender la repercusión que tiene la actividad industrial en el calentamiento global basta un dato: Desde la época preindustrial, en España se ha registrado un aumento de la temperatura de 1,7ºC. El actual modelo de agricultura y ganadería intensiva contribuyen con un 13% adicional a las emisiones de CO2.
Por último, la generación eléctrica aporta un 11% de las emisiones totales de CO2 en España. Si nos vamos a datos globales, las emisiones mundiales de dióxido de carbono relacionadas con la energía aumentaron un 6% en 2021, hasta alcanzar los 36.300 millones de toneladas, su nivel más alto de la historia. En concreto, el carbón representó más del 40% de este crecimiento global de los niveles de CO2, donde llegó a un máximo histórico de 15.300 millones de toneladas.
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