Madrid
Actualizado:Había un elefante en la habitación y nadie se atrevía a mentarlo. Las relaciones en el seno de Unidas Podemos se han complicado desde hace meses, desde que Pablo Iglesias dejara la política institucional y Yolanda Díaz asumiera el liderazgo de Unidas Podemos en el Gobierno y empezara a dibujar un horizonte diferente para este espacio político. Más allá de filias y fobias personales, las cosas no iban bien y la semana pasada, en el momento de registrar la coalición Por Andalucía, se rompió la baraja.
Podemos quedaba jurídicamente fuera de la coalición andaluza al no haber llegado su registro a tiempo. En un primer momento, todo se convirtió en un reparto de culpas sobre el que ya se han escrito ríos de tinta, la batalla por el relato. Después, bajaron los decibelios y en Andalucía las formaciones implicadas presentaron en sociedad la candidatura liderada por Inma Nieto y se ponían a trabajar para cerrar las listas electorales en las ocho provincias andaluzas.
Las heridas siguen abiertas, pero la campaña es el momento propicio para apartarlas y trabajar por sacar el resultado más digno dando la vuelta a las encuestas. Podemos asegura haber cedido al asumir como primera candidata a Nieto. En IU creen que el acuerdo es muy beneficioso para Podemos tanto en lo económico como en los puestos de salida en las listas provinciales.
La polémica que ha rodeado hasta ahora esta coalición trasciende Andalucía y no se puede comprender sin enmarcarla en un proceso de reconfiguración estatal de las izquierdas. Unidas Podemos es un proyecto con fecha de caducidad que, seguramente, se presentó como tal a unas elecciones por última vez en Castilla y León, el pasado 13 de febrero. El nuevo liderazgo (Díaz comenzará su proceso de escucha tras las andaluzas del 19J) y una nueva correlación de fuerzas en el seno del espacio político son focos de disputa entre las partes. Tampoco sobran las heridas sin cicatrizar del pasado que operan en el presente y lo harán en el futuro.
Una campaña electoral siempre tiene un punto imprevisible. La andaluza comenzará el próximo 3 de junio y las encuestas indican malos augurios para las izquierdas. Si no hay un vuelco durante las próximas semanas, el 20 de junio los análisis serán duros para la coalición Por Andalucía. Desde diferentes sectores de la coalición apuntan a esa fecha como clave, puede volver el reparto de culpas. La candidata a presidir la Junta andaluza es de IU (Podemos apostaba por el diputado gaditano en el Congreso Juan Antonio Delgado) y los de Alberto Garzón tienen todas las papeletas para llevarse las enhorabuenas (si los números son buenos), pero también los reproches (si no lo son). Estos comicios son un hito relevante en la construcción del nuevo sujeto político.
La correlación de fuerzas interna
El Podemos liderado por la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030 Ione Belarra, que cogió el mando del partido en junio del 2021, ha vivido este año la difícil adaptación al después de Iglesias, quien sigue muy presente en el runrún político de este espacio de la izquierda y de su futuro a pesar de su desvinculación orgánica. Belarra esperaba que su partido fuera el principal motor del proyecto de la vicepresidenta Díaz, que sin embargo ha decidido emanciparse y desarrollar su propia línea de actuación en dos ámbitos principalmente: en el Gobierno, evitando una confrontación explícita y directa con el PSOE, y en la interna, abriéndose a explorar nuevas alianzas con actores que se han ido disgregando de la confluencia Unidas Podemos de 2016.
En el cuartel general de Podemos saben que la correlación de fuerzas con sus socios ha cambiado desde la marcha de Iglesias, pero no se resignan a dejar de ser la formación hegemónica del espacio. El partido morado ha liderado la confluencia durante los últimos años, ha sido protagonista en los principales hitos (como la negociación de la moción de censura a Mariano Rajoy, los acuerdos con Pedro Sánchez o la entrada al Gobierno del Estado) y diana principal del maltrato mediático constante por parte de la derecha. Por ello, trabajarán para tener las máximas cuotas de influencia posibles en el futuro sujeto, lo que no estará exento de fricciones, tensiones y riesgos de ruptura con el equipo de la gallega y el resto de formaciones del espacio.
Las diferencias en el seno de Unidas Podemos, el grupo parlamentario e, incluso, en su parte del Gobierno se han evidenciado en los últimos meses. Los comunes e IU se distanciaban de los morados y se acercaban al equipo de Díaz. En este proceso, el principal aliado de Podemos ha sido el PCE liderado por Enrique Santiago, secretario de Estado de Agenda 2030 del ministerio de Belarra.
En el PCE, la relación con Podemos ha generado tensiones internas, las cuales son uno de los principales motivos por los que al congreso del partido, que se celebrará en julio, se presentan dos propuestas políticas y dos candidatos a secretario general: el propio Santiago y Alberto Cubero, concejal en Zaragoza. Santiago siempre ha defendido una ampliación del espacio político pero partiendo de la alianza de Podemos con IU y PCE para sumar a más sujetos. La bronca andaluza de la semana pasada ha distanciado también a comunistas y morados.
Las relaciones entre Podemos e IU (coalición que suma, a su vez, al PCE, algún otro partido y a militantes propios) son frías desde hace tiempo. La formación de Garzón apuesta por superar Unidas Podemos en un sujeto más amplio y ve en Díaz una aliada en este sentido. IU (y el PCE) tienen mucho arraigo en Andalucía, la región donde tienen más militancia y donde cuentan con una importante integración en el territorio, sobre todo en el ámbito municipal. Por ello, se negaron a que la candidatura a la Presidencia de la Junta fuera de Podemos (una vez que la opción de un independiente se fue al traste), y su apuesta fue Nieto.
Entre IU y Podemos hay también una rivalidad antigua. Los primeros vivieron un trauma y desgarro interno cuando surgió la fuerza morada en el año 2015, por la que fueron relegados a un segundo plano, pues Podemos ha liderado el espacio. IU busca tener más influencia en lo nuevo que surja y el partido de Belarra no tiene intención de perderla. Las elecciones andaluzas son, también, un momento relevante para tomar posiciones de cara a esta batalla interna. Otros sectores de la coalición, como los comunes catalanes, también han seguido de cerca los pasos de Díaz, distanciándose de la dirección morada. No es un secreto que la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, siempre tuvo sus diferencias políticas con Iglesias.
Ampliación del espacio
El proceso político que se presupone que liderará Díaz se basa, en buena medida, en ampliar el espacio político y, para ello, quiere sumar con quien se ha disgregado durante estos años. Un punto conflictivo es la nueva relación con Íñigo Errejón, con quien la vicepresidenta ha retomado el contacto. Errejón, que abandonó Podemos en enero de 2019 a pocos meses de las elecciones autonómicas para las que era candidato por Madrid para presentarse por Más Madrid en tándem con Manuela Carmena, no obtuvo unos buenos resultados en las generales de noviembre de 2019 con Más País. Sin embargo, su partido hermano Más Madrid fue la fuerza más votada en el Ayuntamiento de la capital en 2019 (lidera el grupo municipal Rita Maestre desde la retirada de Carmena) y Mónica García es líder de la oposición a Isabel Díaz Ayuso en la Asamblea de Vallecas.
Compromís en el País Valencià es otro de los sujetos que podrían participar en una nueva coalición. Otras opciones territoriales están en la posible lista. El proceso de ampliación del espacio está en marcha, pero Podemos se siente injustamente tratado por la vicepresidenta y el resto de actores. Desde otros partidos consideran que son los morados los que han de hacer por adaptarse a los nuevos tiempos.
Díaz iniciará pronto su proceso de escucha a la ciudadanía, pero el incendio interno en Unidas Podemos no está apagado. Después del paréntesis de las andaluzas, puede rebrotar. La noche del 19J se mirarán con lupa los resultados y el lunes 20 pueden regresar los reproches. La reconfiguración de las izquierdas dará que hablar en los próximos meses. Falta un año para las municipales y autonómicas en buena parte de las comunidades. Si no hay sorpresas, algo más de año y medio para las generales.
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