Gabriel Le Senne, el político de Vox sin carisma que sólo obedece a Santiago Abascal
Xenófobo, negacionista climático y de la violencia machista, contrario a los derechos de la comunidad LGTBI, al aborto y a la eutanasia y miembro del Opus, el presidente del Parlament balear destaca por una cosa: cumple con lo que le dicen.
Jorge Otero Maldonado
Madrid-Actualizado a
Xenófobo, negacionista climático y de la violencia machista, ultraderechista, contrario a los derechos de la comunidad LGTBI, al aborto y a la eutanasia, miembro supernumerario del Opus y franquista declarado. A grandes rasgos este el perfil político de Gabriel Le Senne, presidente del Parlament de Balears que este martes salvó el cargo gracias al blindaje que le han brindado el PP y su propio partido, Vox.
Le Senne se enfrentaba este pasado martes a una moción de destitución propuesta por la izquierda después de que el pasado 18 de junio rompiera con cólera una foto de Aurora Picornell, dirigente del Partido Comunista de España (PCE) en 1936, conocida como La Pasionaria de Mallorca, que fue fusilada en la isla en enero de 1937 por los franquistas.
Aquel gesto cargado de furia y de rabia rompiendo la foto de Picornell define a la perfección a Le Senne, un político a quien persigue la polémica y que se caracteriza por su impulsividad y su tendencia a envalentonarse.
El nombramiento de Le Senne como presidente del Parlament en junio de 2023, fruto del pacto de Gobierno entre el PP y Vox en Balears, no pasó desapercibido para nadie: es un duro entre los duros de Vox, un ultra de manual, a pesar de que ingresó en el partido ultraderechista en fecha tan reciente como 2022. Antes había sido uno de los fundadores del Partido Libertario en Illes Balears, donde ya había mostrado su perfil más ultra,
Tras el nombramiento, enseguida salieron a la luz todos sus comentarios xenófobos, racistas y misóginos en las redes sociales. Publicaciones en su cuenta de la red X que ni siquiera se preocupó en ocultar y en las que muestra sin complejo alguno todo su ideología ultra.
"Las mujeres son más beligerantes, porque carecen de pene"; "La brasa climática que nos están dando es mucho peor que el cambio climático"; "La propaganda LGTBI es ingeniería social liberticida impuesta desde arriba y pagada en gran parte con nuestros impuestos"; "En España entre hispanos y africanos no está claro dónde acabará la cosa, pero sí que los nativos estamos cada vez más en peligro de extinción"; "¿Sería mucho pedir que se sodomizaran en privado y sin subvenciones de nuestros impuestos?"... Estas son sólo algunos de los comentarios vertidos por Le Senne en sus redes sociales y en algunas publicaciones ultras de la isla.
Nacido en junio de 1977 en una familia bien de Palma de Mallorca, Le Senne, casado y con dos hijos, estudió en el colegio religioso Montesión. Llegado el momento, se fue a Madrid para estudiar un doble grado de Derecho y Administración y Dirección de Empresas en ICADE. Terminada la carrera, trabajó durante casi cinco años como abogado y analista de mercados de capitales, pero quienes coincidieron con él en esa etapa dicen que su paso por la capital fue "sin pena ni gloria", según recoge el diario El Independiente. Regresó a Palma de Mallorca y trabajó durante quince años como abogado antes de dar el salto a la política.
Ese salto no se produjo tanto por sus cualidades profesionales como por el peso político de su padre, quien fue director general de Obras Públicas del primer Gobierno autonómico de Illes Balears en 1983. Sin un gran perfil político, todo apuntaba a que el paso de Le Senne por la política también iba a ser también anodino. De hecho, en el la lista de Vox para las elecciones autonómicas de Illes Balears en 2023 iba como número 7. Pese a su falta de carisma, siempre ha sido un hombre muy próximo a Santiago Abascal y leal a la dirección nacional de Vox. Y además de la lealtad, Le Senne siempre ha exhibido otra cualidad: tiene fama de cumplidor y obediente, de hacer siempre lo que le dicen.
Esa obediencia debida bastó para que desde Madrid la dirección de Vox propusiera su nombramiento como presidente del Parlament balear, pese a que en sus propias filas algunos destacan su falta de personalidad y de carácter.
Esa afinidad con Abascal se visualizó el pasado mes de enero cuando cinco diputados de los ocho que conformaban el grupo parlamentario de Vox en el Parlament balear se rebelaron contra la dirección nacional y expulsaron a la líder del partido en Illes Balears y a Gabriel Le Senne. La crisis se cerró a los pocos días, aunque a día de hoy aún colean varias rencillas.
Esa supuesta falta de carácter quizá sólo se produzca dentro de Vox. Fuera, en las redes sociales y en los medios de comunicación, Le Senne hace gala de una agresividad verbal contra todo lo que tenga que ver con la izquierda y el feminismo, presume de su condición de ultracatólico y miembro del Opus Dei, no esconde su admiración por el dictador Francisco Franco y por el el general Gonzalo de Queipo de Llano, el militar franquista que ordenó el fusilamiento de 45.000 personas en Sevilla durante la Guerra Civil.
Le Senne también se muestra en público como un conspiranoico radical, contrario a las vacunas de la covid-19. En ese sentido, es llamativo que sea firme partidario de la teoría del gran reemplazo, una teoría conspirativa de extrema derecha, según la cual la población blanca cristiana europea está siendo sistemáticamente reemplazada con pueblos no europeos, proveniente, en su mayoría, del norte de África.
Sea como sea, Le Senne no duda en dejar su rastro ideológico en las redes o en el libro que escribió en 2015, cuyo título ya es suficiente ilustrativo: Dios nos hizo libres. Apología del cristianismo y el liberalismo.
Sin embargo, lo peor de Le Senne no es que sea un político que ensalza el franquismo, sino que no duda en impugnar la actual democracia que, considera, se "está degenerando". De lo que quizás no es consciente es que son discursos como el suyo como el suyo los que de verdad ponen la democracia en riesgo.
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