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De la estrecha amistad a la guerra total: cronología de la ruptura de puentes entre Casado y Ayuso
El caso del espionaje por el supuesto contrato irregular relacionado el hermano de Ayuso es la última bomba en una relación entre Casado y la presidenta madrileña que empezó siendo idílica y que se ha transformado en insoportable.
Jorge Yusta Valverde
Madrid--Actualizado a
Ha estallado la guerra total entre la dirección del PP e Isabel Díaz Ayuso. La batalla labrada a fuego lento por el control de la dirección del partido en Madrid ha explotado este martes con espías, exministros de Rajoy y contratos irregulares como telón de fondo.
El Mundo y El Confidencial han publicado, gracias a filtraciones, que la dirección nacional del PP cuenta con información desde el pasado mes de octubre sobre presuntas irregularidades en un contrato de 1,5 millones de euros relacionado con el hermano de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, y le pidió por ello explicaciones.
Según estas informaciones, la dirección del PP pidió a Ángel Carromero, director general de Coordinación del alcalde José Luis Martínez-Almeida, que vigilara a Ayuso. Los detectives tendrían que comprobar si el hermano de la presidenta madrileña, Tomás Díaz Ayuso, recibió una comisión por la adjudicación a dedo de un contrato para comprar mascarillas FFP2 y FFP3 durante la pandemia.
Por si fuera poco el enredo, el exministro de Justicia Alberto Ruiz Gallardón actuó como intermediario entre la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, y el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, comunicándole al regidor que desde el Ayuntamiento supuestamente se investigaba al hermano de la dirigente regional. Almeida ha negado que desde el Ayuntamiento de Madrid, por medio de la Empresa Municipal de Vivienda, se contratara a ningún detective.
El escenario tras las elecciones en Castilla y León
El cruce de declaraciones en las últimas horas está siendo de vértigo y las relaciones entre Ayuso y la dirección del PP están absolutamente rotas. Y todo se produce pocos días después de las elecciones en Castilla y León. Nada es casual. Los resultados han provocado un cisma en el seno del PP entre los que quieren marcar distancias ante un pacto con Vox y los que no tienen reparos en aconsejar a Alfonso Fernández Mañueco que se eche en brazos de la ultraderecha.
Díaz Ayuso, esta semana, defendía abiertamente un pacto con Vox del PP en Castilla y León
Díaz Ayuso, esta semana, defendía abiertamente un pacto con Vox del PP en Castilla y León: "Que no nos importe lo que opina la izquierda de nuestros pactos". Casado, el mismo martes, abogaba por alejar al PP de "radicalismos y populismos". Las diferencias estratégicas también se evidenciaban entre la dirección estatal y la madrileña, como el agua y el aceite.
Pero las hostilidades entre Casado y Ayuso no han surgido de la noche a la mañana. Son el cúmulo de desencuentros que duran ya tres años entre dos políticos forjados en la misma cuna, que comparten generación y planteamientos ideológicos pero que han convertido una relación de estrecha amistad en una lucha encarnizada por el poder.
Los inicios en el PP: mucho en común
Casado y Ayuso, como decimos, se moldearon como políticos bajo el paraguas de dos pesos pesados dentro del PP: José María Aznar y Esperanza Aguirre. Ambos fueron progresando en las filas del PP de Madrid. Hasta que Casado se fue de la mano de Mariano Rajoy a la dirección nacional y Ayuso se hacía cargo de las redes sociales de Aguirre. Sus caminos políticos se bifurcaban, pero por poco tiempo.
El tiempo de Rajoy llegaba a su fin en junio de 2018. La sentencia de la Gürtel le pilló con el pie cambiado y una moción de censura le sacó de la presidencia del Gobierno para aupar al socialista Pedro Sánchez. Un mes después, Pablo Casado fue elegido nuevo presidente del Partido Popular en un congreso extraordinario donde se batió el cobre contra Soraya Sáenz de Santamaría.
Enero de 2019: la apuesta por la desconocida Ayuso
Una diputada rasa de la Asamblea de Madrid y responsable del perfil en redes del perro de Aguirre se iba a medir a Ángel Gabilondo por el trono de la Puerta del Sol
Era enero de 2019 cuando el entonces nuevo líder del PP apostó por Díaz Ayuso como candidata a la presidencia autonómica. Un movimiento que sorprendió a propios y extraños. Una desconocida se ponía al frente de la lucha por una plaza clave en el panorama político. Una diputada rasa de la Asamblea de Madrid y responsable del perfil en redes del perro de Aguirre se iba a medir a Ángel Gabilondo por el trono de la Puerta del Sol. Un movimiento que no sentó nada bien a Ángel Garrido, que presidía la Comunidad tras la salida por la puerta de atrás de Cristina Cifuentes, y que se marchó desairado a Ciudadanos.
Para el Ayuntamiento, Casado también sorprendía apostando por José Luis Martínez Almeida, el que era entonces portavoz de la oposición municipal a la alcaldesa Manuela Carmena. Dos candidaturas unidas por la amistad que Casado profesaba hacia ambos.
Los resultados en aquellas autonómicas y municipales de 2019 no fueron para tirar cohetes. La campaña de Ayuso había sido errática y llena de declaraciones confusas como aquellas de los concebidos no nacidos o la añoranza a los atascos de madrugada. Eso sí, la situaron en la órbita de la opinión pública. Perdió las elecciones obteniendo solo 30 diputados, siete menos que el socialista Gabilondo. Ciudadanos, con Ignacio Aguado a la cabeza, se quedó a solo cuatro escaños de empatar con el PP y alzó a Ayuso como nueva presidenta de la Comunidad formando un Gobierno de coalición. Eso sí, también hicieron falta los votos y las condiciones de la ultraderecha de Vox.
Ayuso conformó su equipo y se rodeó de perfiles cercanos a Pablo Casado como Javier Fernández-Lasquetty o el juez Enrique López, pero hizo también un fichaje propio, el de quien fuera mano derecha de José María Aznar, Miguel Ángel Rodríguez, como jefe de Gabinete. Muchos advierten de que ese fue el punto de inflexión en la relación de Ayuso con Génova, que culpa directamente a Rodríguez de todos los desencuentros posteriores. Unas discrepancias que comenzaron a hacerse insalvables con el número dos del partido, Teodoro García Egea.
La pandemia de 2020: Sánchez, el enemigo de Ayuso
Llegó febrero de 2020 y el estadillo de la pandemia por covid-19. Todos los españoles nos tuvimos que encerrar en nuestras casas mientras la presidenta madrileña lo hizo en un apartamento de lujo del empresario Kike Sarasola a un precio irrisorio. Un trato de favor que en Génova no sentó nada bien.
Ayuso asumió las labores de oposición directa frente al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, haciendo sombra a Pablo Casado
Ella, lejos de amedrentarse, asumió las labores de oposición directa frente al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, haciendo sombra a Pablo Casado. En lugar de gestionar una crisis sin precedentes en una comunidad con los peores índices de fallecidos y contagios en esa primera ola, Ayuso se dedicó a culpar a Moncloa de todos los males. Se enzarzó con la compra de mascarillas. Unas mascarillas que justo son el epicentro de la guerra desatada ahora. Apostó por una desescalada mucho más rápida e hizo de las dificultades que se encontró para abrir Madrid de par en par su bandera contra Sánchez.
Ayuso había comenzado a volar por libre y Casado, pese a no decir nada, iba tomando nota. Incluso, Ayuso iba en el sentido contrario a lo que propugnaban otras autonomías gestionadas por el PP. Puso por encima la economía y mantuvo abiertos bares y comercios, pese a las críticas abiertas, como la del presidente gallego Alberto Núñez Feijóo.
Marzo de 2021: la jugada del adelanto electoral
Con la pandemia todavía haciendo mella pero en otro escenario de restricciones, Ayuso encontró el momento perfecto para jugarse una baza importantísima en su carrera por aumentar su cuota de poder. El anuncio de una moción de censura que terminó fracasando en la Región de Murcia contra López Miras fue la excusa perfecta para convocar contrarreloj elecciones anticipadas en Madrid.
Ayuso llevaba meses esperando a que se dieran las condiciones idóneas para librarse de su socio de coalición de Cs y los rumores sobre un posible pacto entre Aguado y Gabilondo para plantear una moción contra ella se lo pusieron en bandeja de plata. Casado no estuvo de acuerdo con la convocatoria pero no pudo hacer nada para evitarla. Sin embargo, el temor se empezó a apropiar de Génova.
Lo que sí intentó fue colocar a Toni Cantó, que acaba de salir de Ciudadanos, en los primeros puestos de la lista de Ayuso para hacer visible la absorción de la formación naranja. La presidenta no dio su brazo a torcer e hizo una exhibición de fortaleza al asegurar: "Me presento yo y el proyecto lo encabezo yo y la Comunidad de Madrid me la he echado a las espaldas yo y así pienso seguir haciéndolo". Un órdago en toda regla ante cualquier injerencia que pudiera recibir de Génova. Al final, la Justicia no dejó a Cantó concurrir a las elecciones pero Ayuso le terminó colocando al frente de la Oficina del Español, de nueva creación.
Ayuso planteó una campaña al más puro estilo 'trumpista'. Populismo elevado a la máxima potencia
Ayuso planteó una campaña al más puro estilo 'trumpista'. Populismo elevado a la máxima potencia. Libertad y bares frente a restricciones. Y arrasó. Rozó la mayoría absoluta y Ciudadanos desapareció de la Asamblea. Una jugada maestra que desde la dirección nacional no desaprovecharon para ofrecer una imagen de unidad -ficticia- en el balcón de Génova. Casado y Ayuso comparecieron juntos ante miles de fervorosos militantes de la derecha madrileña. Era solo una ilusión de lo que se venía.
Septiembre de 2021: el anuncio de la discordia
El verano transcurrió con relativa calma, incluso con guiños de Génova para que Ayuso se hiciera fuerte en el PP madrileño. Pero con la llegada del nuevo curso en septiembre, Ayuso confirmó su intención de presentar su candidatura al congreso del PP de Madrid. En Génova, donde calentaban los motores de la convención nacional del partido, este anuncio sentó mal. Muy mal. No era ni el momento ni las formas. El calendario para renovar el liderazgo del partido en Madrid debía ser tarea de la dirección nacional y Ayuso se había saltado todas las reglas.
Casado entendía que debía darse una bicefalia en Madrid con cabezas distintas en la presidencia de la Comunidad y en la del partido. Pero Ayuso puso como ejemplos a los presidentes de Galicia y de Andalucía para reclamar que ella también podía ostentar los dos cargos. Incluso, reclamó el adelanto del congreso, fijado en el primer semestre de 2022.
A su causa se unió la expresidenta madrileña Esperanza Aguirre, que denunció "intoxicaciones" de "niñatos" y "chiquilicuatres" de Génova. Y Casado contraatacó deslizando el nombre del alcalde de Madrid y ya portavoz del partido, José Luis Martínez-Almeida, para presentar su candidatura.
El otoño fue de lo más caliente y la relación entre Ayuso y Casado terminó por romperse del todo
El otoño fue de lo más caliente y la relación entre Ayuso y Casado terminó por romperse del todo. La convención nacional del PP, en la que Casado pretendía sentar las bases políticas de su proyecto, no pudo ser más convulsa. Ayuso le contraprogramó haciendo un viaje de propaganda a Estados Unidos. La presidenta faltó a la parada de este encuentro itinerante en Madrid, pero acortó su viaje para llegar a la clausura en València.
2 de octubre de 2021: tregua ficticia
La sensación de que Ayuso ya no ocultaba su guerra con Casado era más que evidente. Y no solo eso, si no que se barruntaba que la presidenta madrileña ya estaba planeando su asalto al liderazgo del partido a nivel nacional. Con todos los focos sobre ella, Ayuso ondeó la bandera blanca en la convención cuando dijo a Casado: "Tengo meridianamente claro dónde está mi sitio y sé que mi sitio es Madrid y que daré lo mejor para Madrid porque Madrid es España y porque necesitamos que tú llegues a ser el presidente del Gobierno".
El protagonismo que asumió en la cita no gustó ni un pelo entre muchos barones del PP, fieles a Pablo Casado. Dentro del partido se asumía que Ayuso iba complemente por libre y que no daba cuentas de lo que hacía a nadie dentro de la formación.
28 de octubre de 2021: fin de la exigua tregua
No duró ni un mes esa aparente tregua. Días antes de la Junta Directiva del PP madrileño empezaron a multiplicarse las filtraciones. Como la de la advertencia que el número dos del PP habría hecho a Miguel Ángel Rodríguez sobre que el alcalde de Madrid podría sustituir a Ayuso en la papeleta del 4 de mayo. Otro episodio que llamó mucho la atención fue el bloqueo en WhatsApp de Ayuso a García Egea, muestra de unas relaciones completamente rotas. Y como culmen, la amenaza de una demanda contra la dirección madrileña para forzar el adelanto del congreso.
Pese a los intentos por frenar su anuncio, Díaz Ayuso se postuló como candidata en la reunión del PP madrileño
Pese a los intentos por frenar su anuncio, Díaz Ayuso se postuló como candidata en la reunión del PP madrileño. Y eso que, como se supo después, un día antes Martínez-Almeida le había planteado en una comida que se optara por una tercera vía para el liderazgo de la formación. Sonó entonces el nombre de Ana Camins. Pero el plan de Ayuso ya estaba trazado.
Y ahora ha vuelto a ejecutar un nuevo movimiento en esta partida de ajedrez que desde hace tres años mantiene con Casado. Una jugada que, por las ansías de poder, no sólo ha dinamitado una relación de amistad. También amenaza con descoser del todo a un partido que cada día que pasa se enreda más en sus propias cuitas internas y abona más terreno para que la ultraderecha campe a sus anchas.
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