Este artículo se publicó hace 5 años.
AnálisisElías Bendodo, el azote del PSOE en Andalucía
El consejero de la Presidencia ejerce de parapeto del presidente Moreno y martes tras martes se dedica, con el viento de cola de la sentencia de los ERE y de las investigaciones judiciales, a atacar la reputación y la trayectoria de los anteriores gobiernos socialistas. Al PSOE se le ha acabado la paciencia.
Sevilla-
Cada martes, Elías Bendodo, el consejero andaluz de Presidencia, siempre impecable, corbata, traje a medida, cumple con la misma liturgia. En el Palacio de San Telmo, acompañado de algún otro miembro del Gobierno que preside Juanma Moreno (PP), comparece ante los medios de comunicación tras la reunión semanal del Ejecutivo.
Allí, en ese entorno solemne, saluda de un modo afable a los periodistas, a los que conoce por su nombre y apellido. Luego, arranca y se dispone a compartir información y a lanzar titulares que se amplifican con extrema rapidez debido al altavoz y el plus de credibilidad que da –al menos hasta ahora– estar en el Gobierno. Bendodo es, ciertamente, un excelente comunicador, capaz de condensar ideas complejas en una sola y efectiva frase que va directa como una flecha al corazón del adversario político. Raras veces sus ruedas de prensa han pasado desapercibidas.
Desde que el pasado mes de enero el Gobierno de coalición tomó posesión, Bendodo, el hombre fuerte del Ejecutivo, el parapeto de su amigo el presidente Moreno, se ha convertido martes tras martes en el azote del socialismo andaluz, hasta ahora noqueado por la pérdida de la Junta y ocupado en cuitas internas.
Para ello, en su equipo cuenta, como viceconsejero, con un viejo conocido de los socialistas, Antonio Sanz, quien coordinó la estrategia de su partido en Andalucía durante muchos años. Sanz fue número dos de Javier Arenas y es un conocedor minucioso del caso de los ERE, además de autor de sonoras manifestaciones críticas con el socialismo andaluz, al que combatió en la primera línea durante muchos años y al que era capaz de poner los pelos de punta.
Uno de los grandes objetivos políticos de PP y Ciudadanos es hoy impedir la recuperación del voto de izquierdas –fue la abstención del votante socialista y del de Adelante Andalucía la que permitió a Moreno ser hoy presidente– y a ello lleva meses aplicándose Bendodo, con la ayudad cierta de la corrupción de los años de Chaves como presidente, que tratan de extender a todas las etapas de Gobierno socialista.
Con el megáfono de San Telmo en la mano, el consejero ha ido pasando por las listas de espera, la contabilización de los dependientes, las vacunas… Bendodo ha ido cuestionando todas las cifras oficiales -que son, mientras no se demuestre lo contrario, tan oficiales como las suyas– que le ha venido bien.
La idea fundamental que subyace a toda la puesta en escena de los martes es minar la credibilidad de los socialistas en lo que afecta a los temas más sensibles, en los que la Junta de Andalucía toca la piel, las vidas de los ciudadanos, singularmente el empleo, la salud de las personas, la educación de los hijos e hijas y el cuidado de los y las mayores. Es decir, la estrategia no va dirigida tanto a mejorar las expectativas de voto de los partidos del Gobierno, PP y Ciudadanos, como a erosionar el voto del PSOE y el de la izquierda en general.
Al PSOE, después de meses de letargo, de estado de shock, se le ha agotado la paciencia ya y han decidido no pasarle ni una más al consejero. El pasado miércoles, José Fiscal, el portavoz parlamentario de Susana Díaz, a la vez que respondió punto por punto a sus acusaciones, en una trabajada y documentada rueda de prensa, utilizó palabras gruesas para describir su actitud y lo llamó “ruin y miserable”.
¿Habrá despertado Bendodo con su estratagema de las “cajas fuertes” al PSOE de Andalucía? El tiempo dirá. Lo cierto es que en esta ocasión los socialistas han trabajado la réplica.
¿Qué ha hecho Bendodo para que la cosa haya llegado a este punto? Con el viento de cola de la sentencia de los ERE –“esto va a dar para dos legislaturas”, proclamó tras el fallo–, Bendodo se puso esta semana el traje de cerrajero de San Telmo y se sacó de la chistera el pasado martes “tres cajas fuertes de un metro” escondidas en un sótano. En ellas, dijo, un funcionario había hallado en sobres lacrados y cerrados unos documentos, ciertamente comprometedores para Gaspar Zarrías (PSOE) exconsejero de la presidencia de Manuel Chaves.
La frase y la acusación de ocultación de pruebas que lanzó a continuación contra Susana Díaz y José Antonio Griñán corrió como la pólvora por los medios de comunicación . El PSOE tardó unas horas en contestar, pero cuando lo hizo desmintió todo y aseguró que las llamadas “cajas fuertes de un metro” eran en realidad armarios que pertenecían a los archivos de la Junta.
La publicación al día siguiente por Canal Sur de la imagen de lo que eran en efecto unos archivadores con llave causó una segunda polvareda política, de la que Bendodo no salió del todo bien parado, y provocó incluso chanzas en las filas socialistas.
La sensación más generalizada –incluso en el propio Palacio de San Telmo– fue la de que, en esta ocasión, Bendodo se había pasado de rosca, que había pecado por exageración, y, que, con ello, corría el riesgo de tapar lo verdaderamente grave, los documentos que firmó Zarrías, al darle munición al adversario político y permitirle empatar el partido.
Sin embargo, el consejero no ha dado su brazo a torcer. Tampoco lo hizo con el extraño caso de las vacunas desaparecidas que nadie sabe realmente si han desaparecido o no, cuando tras la respuesta, también documentada del PSOE, optó por llevarlas a la Fiscalía.
Buscar cajas fuertes
En esta ocasión, lo que ha hecho Bendodo es dar la orden a todos los viceconsejeros de ponerse a buscar cajas fuertes en sus departamentos, según publicó el diario ABC este viernes. El mismo diario publicó también imágenes de lo que llama “una cámara acorazada de seguridad”, que solo se puede abrir con la huella o con lector de iris, en la que los socialistas guardaban las actas del Consejo de Gobierno, documentos sensibles, en el mismo Palacio de San Telmo.
El PSOE, de nuevo, no tardó en replicar con un comunicado, firmado por el exvicepresidente del Gobierno de Susana Díaz, Manuel Jiménez Barrios, Chiqui, en el que afirmaba que lo publicado es “la habitación de seguridad donde se guardan las actas originales de los Consejos de Gobierno de toda la autonomía andaluza, como hacen en todos los gobiernos, para proteger dicha documentación de gran valor histórico de posibles daños”. “La persona encargada de ese archivo es la jefatura de servicio del Consejo de Gobierno, la misma que estaba con los gobiernos socialistas”, agregaba el comunicado.
Luego, remachó Chiqui: “Ni eran cajas fuertes ni hay cámara acorazada, estamos ante un gobierno incapaz y sin escrúpulos, que no duda en engañar a la ciudadanía. Han quedado en ridículo con los archivadores y aún le quedan ganas de seguir enmarañando y falseando la realidad y desprestigiando, sin ningún pudor, a todo el funcionariado andaluz y por ende a la administración autonómica”.
Bendodo comenzó como concejal en el Ayuntamiento de Málaga –el mismo lugar del que proviene Moreno– cuando tenía 25 años. Luego, fue presidente de la Diputación de Málaga y ahora, consejero de Presidencia. El presidente lo considera su amigo y sus rivales políticos lo consideran un tipo habilidoso, capaz de prácticamente cualquier cosa, en términos políticos, muy en la línea de Antonio Sanz.
Bendodo, además de darle toda la cera que puede al socialismo martes tras martes, también se ocupa de que el experimento político que alumbró con Moreno –un gobierno de coalición entre PP y Ciudadanos, con los apoyos externos de la ultraderecha de Vox– funcione.
Las relaciones que Bendodo mantiene con Juan Marín, el vicepresidente del Gobierno, líder de Ciudadanos en Andalucía, son bien fluidas y están basadas en el respeto mutuo, según las fuentes consultadas. Y su trabajo, además de otros factores, también ha resultado clave a la hora de mantener los apoyos de Vox y de aprobar con ellos dos presupuestos en menos de un año.
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