GRANADA
En los últimos tres días, 1374 personas han llegado a Italia atravesando el Mediterráneo en busca de refugio, según ACNUR. En lo que va de 2017, más de 80 mil. Cifras que se suman a las decenas de miles de personas que el país transalpino acoge desde hace meses en campos y centros de detención saturados. Por si esto fuera poco, de las más de 39 mil personas que los Estados miembro de la Unión Europea se comprometieron a reubicar desde aquí, solo 6.896 han sido efectivamente trasladadas. Y el gobierno de Paolo Gentiloni ha dicho basta y pide a sus colegas europeos, España incluida, primero, que cumplan con los compromisos de reubicación de refugiados, y segundo, que el reparto de la carga empiece mucho antes, tras los rescates.
Italia ha estrenado el recién renovado eje franco-alemán. Ayer, París acogió una reunión de los los ministros de interior de Francia, Alemania, el país transalpino y el Comisario Europeo para la Migración y el Asilo, el griego Dimitris Avramopoulos, para abordar una situación que el jefe del ejecutivo italiano califica de “insostenible”. La declaración de los ministros no añade nada nuevo a la estrategia de la UE: apoyo a los guardacostas libios, a las organizaciones internacionales en el terreno (ACNUR y OIM), mayor control en la frontera sur libia, incrementar las deportaciones y acelerar, compromiso expreso de franceses y alemanes, el sistema de reubicación.
En los últimos tres días, 1374 personas han llegado a Italia atravesando el Mediterráneo en busca de refugio
Italia ha propuesto también un código de conducta para las ONG que trabajan en operaciones de rescate en el Mediterráneo. Además, y aunque esto no lo recoge el documento, habría pedido formalmente que los países mediterráneos empiecen a recibir barcos de rescate procedentes de aguas libias. Una postura que está en línea con las amenazas del gobierno italiano de cerrar los puertos a barcos extranjeros, desbordado por la llegada de personas migrantes a costas italianas.
El Colegio de Comisarios que se reúne mañana en Bruselas, presentará un documento con la intención de impulsar las medidas ya existentes, pero no se descarta que recoja las demandas italianas.
España mira a otro lado
España se comprometió a acoger a 9.323 personas procedentes de Grecia e Italia. A día de hoy, solo 144 refugiados han sido reubicados desde el país transalpino frente a los 742 desde territorio griego.
Alfonso Dastis, ministro de Exteriores español, culpa al tedioso sistema de las dificultades de España para cumplir con sus compromisos. Sin embargo, la Comisión Europea ha criticado la falta de voluntad de las autoridades españolas en no pocas ocasiones, aunque reconoce que ha incrementado sus esfuerzos en los últimos meses.
Por su parte, el ministro de interior, Juan Ignacio Zoido, confía en que la Comisión Europea rebaje las cuotas, ante las dificultades de los Estados miembros, a pesar de ser ridículas respecto a las cifras de refugiados. El ejecutivo europeo lleva meses insistiendo en que, aunque cumpliera el plazo en septiembre sin alcanzar los objetivos fijados, el compromiso se renovaría. El Comisario Avramopoulos ha amenazado además con procesos de infracción contra los países que no cumplan con lo acordado.
El Gobierno español culpa al tedioso sistema de las dificultades de España para cumplir con sus compromisos
Por otro lado, las dificultades en la gestión de las peticiones – Bruselas ha pedido a Italia y Grecia que simplifiquen y aceleren el proceso para favorecer los traslados- nacen precisamente de la saturación del sistema italiano, que no para de acoger demandantes de asilo. Y aunque es cierto que el Estado español ha fortalecido su compromiso, lo ha hecho esencialmente con Grecia, con quien trabaja en un acuerdo bilateral para agilizar la acogida de refugiados procedentes del país heleno.
En cualquier caso, tampoco ha gustado en Madrid la propuesta de Italia de compartir la responsabilidad del desembarco de personas procedentes de los rescates en el Mediterráneo. Consideran que no es la solución y que, en cualquier caso, esta crisis, como la griega, debe tener una respuesta europea. Los ministros de Interior que se reúnen el próximo jueves, probablemente, tendrán que debatir la posición italiana.
Italia, en primera línea
La primera (y única- operación de rescate) en el Mediterráneo para hacer frente a la crisis migratoria – las operaciones de Frontex o Sophia son en realidad de vigilancia aunque deban cumplir con la ley del mar y por tanto, rescatar a personas en situación de peligro- fue íntegramente financiada y llevada a cabo por Italia. Pero además de ser extremadamente cara y por ello suspendida, era insuficiente.
Tampoco ha gustado en Madrid la propuesta de Italia de compartir la responsabilidad del desembarco
En los últimos años han sido esencialmente la Guarida Costera italiana, además de organizaciones no gubernamentales e incluso particulares quienes han llevado a cabo la mayor parte de los rescates de personas migrantes en el Mediterráneo. Aunque al inicio de la crisis la mayoría de las llegadas tenía lugar en Grecia, el cierre de la ruta del Mediterráneo Oriental mediante el acuerdo con Turquía ha hecho que sean las costas libias e italianas las que concentren el mayor número de barcos. En lo que va de año, a las costas helenas han llegado 8.975 personas frente a las 84.879 que han desembarcado en Italia y más de 2000 personas han muerto o desaparecido en la zona. Italia sigue coordinando las operaciones en la zona pero se ha visto saturada por el incremento de llegadas por el Mediterráneo Central.
El gobierno italiano ha tratado de impulsar un acuerdo bilateral con las autoridades libias que reconoce para tratar de poner freno a las llegadas. Pero Libia no es Turquía y la fragmentación política en el país hace inviable un pacto efectivo. Así y todo, la UE ha apoyado la iniciativa italiana a través de un programa de formación a los guardacostas libios para que sean ellos quienes controlen la zona y lleven a cabo los rescates en sus aguas, a pesar de haber sido denunciados por varias organizaciones por violaciones de los derechos humanos de las personas rescatadas. En cualquier caso, el acuerdo es evidentemente un fracaso, de nuevo, dada la fragmentación de la autoridad en Libia.
Por otro lado, Italia ha pedido de nuevo la ayuda de sus socios europeos para afrontar una situación que el gobierno califica de emergencia. Emmanuel Macron, presidente de Francia, dijo durante una rueda de prensa en el pasado Consejo Europeo de junio que Italia ya avisó una vez y Europa no acudió a la llamada en plena crisis de los refugiados. Que el fracaso en la gestión migratoria es una falta de voluntad y solidaridad. Y tiene razón. Lo que queda por ver es si esta vez los Estados miembros de la Unión Europea responden a las demandas de Italia o de nuevo, el proyecto europeo se ahoga en promesas incumplidas.
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