bruselas
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca es una muy mala noticia para una UE huérfana de liderazgos, con los populismos en su mejor momento de forma desde la Segunda Guerra Mundial y con destellos de una guerra comercial en el horizonte. Pero hay alguien que ha celebrado esta victoria como propia: el húngaro Víktor Orbán, que siente su iliberalismo y su cruzada contra la inmigración reforzada.
En Bruselas intentan rebajar el impacto de las noticias que llegan desde el otro lado del Atlántico. En la capital comunitaria se sienten mejor preparados que durante el primer mandato del republicano. Pero ocho años después, el mundo es más hostil, la UE está menos unida y Donald Trump es igual -o más- imprevisible.
Viktor Orban recibirá este jueves y viernes en el marco de la cumbre informal que celebra la Presidencia húngara del Consejo a sus socios europeos. No desplegará la alfombra roja, pero sí una sonrisa de oreja a oreja por el triunfo de su amigo norteamericano, al que enarbola y admira. "¡La mayor remontada en la historia política de Estados Unidos! Felicitaciones al presidente Donald Trump por su enorme victoria. ¡Un triunfo muy necesario para el mundo!", aseguró en X (antes Twitter) el primer ministro magiar, primer líder del Viejo Continente en reaccionar al triunfo republicano.
Orbán y Trump comparten su visión radical en contra de la inmigración, un estilo provocador, un discurso anti-establishment y una idea de que es necesario frenar la guerra de Ucrania, aun si ello se produce a costa de la cesión de territorio a la Rusia de Vladimir Putin.
El resto de fuerzas ultras en Europa también han salido en tromba a congratularse. "Serás el presidente más importante de los Estados Unidos en la historia moderna. La esperanza de todos los patriotas amantes de la libertad y la paz en América y Europa está ahora sobre tus hombros", ha esbozado el líder neonazi de AfD en Turingia, Björn Höcke.
"Los estadounidenses hacen que Trump vuelva a ser grande y Trump hace que Estados Unidos también vuelva a serlo", claman desde el FPÖ austríaco. Uno de los más eufóricos ha sido el italiano Matteo Salvini: "Patriotismo, control fronterizo, recortes de impuestos, raíces cristianas, libertad de expresión, compromiso con la paz mundial. ¡El sentido común, la pasión y la esperanza GANAN en los EE.UU.! ¡Qué día tan histórico!”
Orban ha estado estos años aislado en la mesa del Consejo Europeo, pero con su derecho de veto ha torpedeado muchas de las decisiones de la UE en materia exterior debilitando la voz del bloque comunitario en un mundo crecientemente volátil y hostil. Ahora gana como aliado en el tablero de ajedrez global a la potencia con más poder y al principal socio de Europa. El futuro cercano de la UE también se jugaba en las papeletas norteamericanas. Y el resultado de las urnas amenaza con agrandar las fracturas y divisiones presentes en el club.
Los europeos se apresuran a felicitarlo
En Bruselas llevan meses preparándose para este escenario. La consigna clara era estar mejor preparados para evitar el desconcierto y la torpeza de 2016, cuando el aterrizaje de Trump pilló a los europeos con el pie cambiado. Los líderes comunitarios se han apresurado a felicitar a Trump. Las reacciones que llegan desde Ursula Von der Leyen hasta Olaf Scholz coinciden en dos aspectos: EEUU es un socio imprescindible con el que están dispuestos y obligados a trabajar y, en paralelo, la UE debe reforzar su independencia y autonomía estratégica
"Trabajaremos por una Europa más unida, más fuerte y más soberana en este nuevo contexto. Cooperando con los Estados Unidos de América y defendiendo nuestros intereses y valores", ha apuntado el presidente galo Emmanuel Macron. La ex ministra de Asuntos Exteriores española, Arancha González Laya lo resume así: "Trump no es el problema. Harris no habría sido la solución. El futuro de Europa está en manos de los europeos. El trabajo tiene que empezar ahora mismo".
En clave interna, la UE llega al mandato Donald Trump 2.0 con una clara falta de liderazgos, especialmente relevante en el eje franco-alemán, tradicional timón del buque comunitario. Alemania celebra elecciones el próximo año. Olaf Scholz llega con índices mínimos de popularidad y Francia hará lo propio en 2027 con ambos países asfixiados por el auge de las fuerzas de extrema derecha.
Un contexto global convulso
Además, la guerra en Gaza ha sacudido todos los cimientos del orden multilateral. Las leyes internacionales han saltado por los aires en la Franja y la UE ha sido incapaz de defenderlas, como sí ha hecho con Ucrania. Durante su primera presidencia, Trump ya dio enormes bofetadas al sistema multilateral, y en extensión a la economía global, a la paz internacional o a la lucha climática desmarcándose del acuerdo nuclear iraní, retirándose de los Acuerdos de París o trasladando la embajada a Jerusalén.
Una de las grandes preocupaciones en la UE lleva a Ucrania. Durante la campaña, Trump ha prometido alcanzar la paz en el conflicto, que va camino de su tercer año. No ha desgranado el cómo, pero sí ha dado las primeras pinceladas: cortando la ayuda a Kiev y obligándole a negociar la paz. Durante mucho tiempo, los analistas han defendido que esta era parte de la estrategia de Vladimir Putin.
La UE, por contra, siempre ha apostado a que la batalla solo se ganaría sobre el terreno: "Para ganar la paz, hay que ganar la guerra" ha sido una de las frases más repetidas en los pasillos de poder comunitario. Ante esta nueva realidad, los europeos están frente a un problema enorme, ya que la ayuda militar estadounidense es inasumible para ellos. "No nos precipitemos. Trump asumirá el cargo el próximo año y la postura europea no ha cambiado: estamos comprometidos a apoyar a Ucrania para que recupere su integridad y soberanía territorial", ha reaccionado Peter Stano, portavoz del Alto Representante Josep Borrell.
El otro frente que se abre es el de la guerra comercial. Europa, que acaba de aprobar los aranceles a los coches eléctricos chinos, busca la fórmula para no quedarse atrapada en medio del fuego cruzado de la batalla que libran entre Estados Unidos y China, crecientemente proteccionistas. Y que con mucho probabilidad aumentará. Dentro de sus confines, temen que los aranceles que ya impuso el magnate al acero y aluminio europeos aumenten.
Las continuas amenazas de Trump con abandonar la OTAN no dejan menor coyuntura en los cuarteles generales de la Alianza Atlántica. El recién estrenado secretario general, Mark Rutte, ha recordado en su felicitación que "su liderazgo será nuevamente clave para mantener fuerte" al foro de defensa común. En su primera visita a Bruselas, Trump cargó con sus aliados por no cumplir el umbral del 2% de gasto en defensa y amagó con desvincularse del Artículo 5, la sagrada cláusula de defensa colectiva.
En la campaña electoral llegó a animar a Rusia a atacar a los países europeos que incumplan el gasto en defensa. Y su estrategia en los próximos cinco años, con una UE todavía muy dependiente de la protección norteamericana en sus fronteras, aumenta el nerviosismo en un contexto global donde afloran los líderes autoritarios y los conflictos bélicos.
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