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Barrio de Salamanca Así alimenta la ultraderecha (y el PP) el conflicto a pie de calle en plena desescalada sanitaria

Las protestas contra el Gobierno y el estado de alarma comenzaron con iniciativas esporádicas a través de las redes sociales. En Madrid, el descontento ha saltado a la calle, desoyendo las recomendaciones sanitarias y siendo apoyado por VOX y PP.

Vecinos del madrileño barrio de Salamanca se manifiestan contra el Gobierno por su gestión en la crisis del coronavirus, este jueves en Madrid. EFE/ Emilio Naranjo
Decenas de vecinos del madrileño barrio de Salamanca salen a la calle para protestar. EFE

JUAN CORELLANO

Las cacerolas ya no resuenan desde los balcones. En Madrid, sus portadores han decidido trasladar el ruido de su descontento directamente hasta la calle Núñez de Balboa del barrio de Salamanca, ajenos a las restricciones y recomendaciones sanitarias que todavía se ciernen sobre la región más afectada por la pandemia de todo el país.

Reclaman tener de vuelta la libertad de la que hacen uso para congregarse en la vía pública, gozando del abierto apoyo de Vox y Partido Popular. Unas formaciones que critican al Gobierno por permitir la manifestación del 8M cuando en España había 17 muertes y alrededor de seiscientos contagios de coronavirus al tiempo que alientan estas protestas cuando se registran cerca de 230.000 casos confirmados y más de 27.000 fallecidos en el país.

No obstante, el ruido de las caceroladas ya resuena desde hace dos meses. La primera surgió el 19 de marzo, y no fue precisamente contra el Gobierno sino contra el rey Felipe VI durante su mensaje institucional. Entonces, el líder de Vox, Santiago Abascal, sugirió en su cuenta de Twitter cambiar el destinatario y dedicar el martilleo de sartenes y ollas desde los balcones al vicepresidente Pablo Iglesias. Un sonido que, desde entonces, se repetía cada día a las nueve de la noche y que con el tiempo se hizo extensivo a todo el Gobierno.

Pero las protestas fueron más allá de cucharones y cazos, empujadas por la notoriedad en redes sociales de figuras como Alvise Pérez o Javier Negre. Ellos, entre otros, convocaron una manifestación online contra el Gobierno el ocho de abril que fue abiertamente apoyada por Vox y que contó con alrededor de 400.000 espectadores en YouTube.

Primera caravana fallida

Pasaron pocos días hasta que los balcones se quedaron pequeños para sus demandas, anunciando finalmente el propio Pérez una caravana de protesta contra el Gobierno por el Paseo de la Castellana para el sábado 2 de mayo. La convocatoria presentada ante la Delegación del Gobierno de Madrid fue finalmente denegada. Durante los días posteriores, el tuitero denunció en repetidas ocasiones que el Gobierno había ordenado a la Policía "coaccionar a ciudadanos libres", extendiendo el rumor de que se perseguía a quienes portaban una bandera de España por la calle.

Pese a que su partido no convocó la caravana, Abascal llevó esta cuestión al Congreso como si de una manifestación propia se tratase, haciéndose también eco de las especulaciones que implicaban a la Policía. "¿Por qué ordenó usted el sábado que se detuviera a los vehículos que circulaban con la bandera de España?", le preguntó al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, durante su intervención en el Congreso el pasado 6 de mayo.

Pese a las acusaciones, tanto el portavoz del Sindicato Unificado de Policías, Ramón Cosío, como el de la Agrupación Reformista de Policías, Luis Miguel Lorente, niegan tajantemente haber recibido una orden similar. "No se están recibiendo consignas políticas", sentencia Lorente mientras Cosío lamenta que "se está utilizando la imagen de la Policía" para conseguir ciertos intereses políticos.

Ambos aclaran que únicamente están velando por el cumplimiento del Real Decreto del estado de alarma, normativa actualmente vigente, y que solo han actuado para prevenir aglomeraciones, dispersarlas cuando las han encontrado y proponer sanciones en los casos de desobediencia, principalmente.

Actuaciones para disolver conatos de lo que actualmente vivimos en Madrid, pero que inicialmente no solo se produjeron en la capital, sino también en ciudades como Alicante, donde, desde las redes sociales, se llegó incluso a decir que la Policía había denunciado a varios vecinos por portar banderas de España y gritar "dimisión". En realidad, los agentes acudieron a una glorieta de la ciudad a raíz de una llamada que alertaba de una supuesta concentración. Al llegar allí y ver que no sucedía nada fuera de lo normal, la Policía identificó a los presentes –procedimiento habitual del cuerpo– sin proponer finalmente a ninguno para sanción, tal y como explica Maldita.es

El detonante

Con el fantasma de una inexistente represión policial orquestada desde Interior, el pasado domingo se produjo el detonante definitivo en la calle Núñez de Balboa. De nuevo, misma situación, misma reacción policial e idéntica manipulación posterior en las redes. La Policía acudió a la zona para ordenar a una multitud que se dispersara y respetara las distancias de seguridad. Mientras los agentes intervenían, el vecindario respondió de manera espontánea con una estruendosa cacerolada. Los vídeos que inmortalizaron el momento pronto comenzaron a correr como la pólvora por las redes sociales, acompañados de textos que denunciaban una represión policial supuestamente ordenada por el Gobierno.

El repiqueteo de las cacerolas y las denuncias de represión, alentadas por Abascal desde su tribuna, fueron suficientes para convertir aquella calle en una suerte de Tiananmen madrileño. Sacrosanto templo de la protesta durante el coronavirus al que, cada día desde aquel domingo, peregrinan sartén en mano los vecinos del barrio de Salamanca descontentos con la gestión de Pedro Sánchez. Haciendo caso omiso de las necesarias distancias de seguridad, reclaman la dimisión del Gobierno.

Mientras las cada vez más concurridas citas de Núñez de Balboa ignoran la fase cero de confinamiento en la que todavía se encuentra Madrid, Vox, lejos de invitar a sus participantes a disiparlas, las alienta abiertamente, como si se tratase de una especie de calentamiento para la caravana, esta vez propia, que ha convocado en toda España el próximo 23 de mayo.

Tampoco han hecho un llamamiento a abandonar las protestas los responsables de la ciudad y la Comunidad de Madrid, sino más bien todo lo contrario. El alcalde popular José Luis Martínez Almeida ha defendido que, si se cumplen las normas del estado de alarma, "es una forma pacífica de protesta". Su compañera de partido Isabel Díaz Ayuso –inmersa en la polémica por su estancia en un hotel de lujo– ha querido ir más allá, lanzando un órdago a quienes critican las concentraciones: "Esperen a que la gente salga a la calle, porque lo de Núñez de Balboa será una broma".

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