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Del 23J al derrumbe de Sumar como frente amplio: el convulso año de la izquierda alternativa

El intenso ciclo electoral torpedeó el despliegue de Sumar como proyecto y los malos resultados de la coalición en las distintos comicios terminaron por tumbarlo antes incluso de que llegara a completarse.

Yolanda Díaz
La líder de Sumar, Yolanda Díaz, en La Nave de Villaverde (Madrid). Imagen de archivo.  Victor Lerena / EFE

Esta semana se cumplió un año de la celebración de las elecciones del 23 de julio de 2023 que posibilitaron una reedición del Gobierno de coalición progresista. Se trataba de la primera cita electoral de Sumar, el proyecto liderado por Yolanda Díaz que aspiraba a liderar la izquierda alternativa en los próximos años.

Aunque el espacio retrocedió en votos y escaños respecto a Unidas Podemos, se logró contener la sangría de sufragios que la izquierda sufría desde 2016 (Unidos Podemos pasó de 71 diputados a 35 en apenas tres años). 

El resultado de Sumar en el 23J sentó los mimbres para la reconstrucción de un espacio que aspiraba a ampliar sus horizontes bajo la batuta de Díaz. Con cinco ministerios en el Ejecutivo y con el capital político y el liderazgo que la dirigente gallega había acumulado a raíz de su gestión al frente del Ministerio de Trabajo, el proceso de reconstrucción de la izquierda alternativa apuntaba al éxito.

Un año después, el proyecto de Sumar como aglutinador de la izquierda se ha derrumbado y la vicepresidenta segunda del Gobierno ya no tiene el rol de arquitecta del espacio que lideraba en el 23J

Los elementos que han provocado esta situación son muchos y variados. En 2024 Sumar definió una hoja de ruta para asentarse como proyecto político. Los de Díaz elaboraron un boceto en el que su formación sería una "organización de organizaciones" que aunaría a la sociedad civil con los partidos de la izquierda alternativa.

El sistema de cuotas y la negociación de las europeas

Sumar dio forma a un censo de militantes y estableció un sistema de cuotas en el que esta militancia elegiría al 70% del máximo órgano de dirección y los partidos que formaban parte de la coalición escogerían al 30% restante (repartido entre todos). Las formaciones manifestaron sus dudas acerca de este sistema y no llegaron a aceptarlo de manera definitiva, lo que generó fricciones en el seno del espacio.

Además, tras el 23J, los de Díaz comenzaron a abordar el reparto del poder en los distintos ámbitos políticos e institucionales entre las organizaciones que conformaban la coalición. Aunque algunas organizaciones pusieron encima de la mesa la necesidad de establecer espacios de debate y de toma de decisiones común, el funcionamiento consistió en muchas ocasiones en negociaciones bilaterales entre el núcleo de la vicepresidenta y cada partido.

Hubo fricciones en el reparto de los cargos del grupo parlamentario del Congreso, y también en la negociación de la lista a las elecciones europeas. La precipitada salida de Podemos de la coalición (tras no haber obtenido un ministerio en el Gobierno y tras denunciar que no estaban siendo atendidas sus peticiones en el seno del grupo parlamentario) también fue un punto de inflexión.

A partir de ese momento, siempre hubo dos listas de la izquierda alternativa en los distintos procesos electorales (con la excepción de Catalunya, donde Podem asumió que no había mimbres para presentarse), lo que dividió el voto y, en algunos casos, favoreció la abstención o la fuga de los sufragios de izquierdas hacia otras fuerzas.

En pleno proceso de renovación de liderazgos en Izquierda Unida tras la marcha de Alberto Garzón, Sumar  y este partido protagonizaron un enfrentamiento por los puestos de la lista a las europeas. El acuerdo planteado por los de Díaz relegaba al candidato de IU, Manu Pineda, al cuarto puesto y ponía en peligro sus opciones de obtener escaño.

La dimisión de Díaz en Movimiento Sumar

En privado, algunas formaciones también trasladaron sus dudas sobre la campaña electoral planteada para estos comicios, en los que Sumar competía por el voto con dos candidatas fuertes en los ámbitos de las políticas verdes (Teresa Ribera por el PSOE) y de las políticas feministas (Irene Montero por Podemos).

Fue el mal resultado en estas elecciones, unido a los insuficientes resultados en el resto de comicios, lo que hizo estallar el proyecto planteado por Díaz. Tras quedarse IU fuera del Parlamento Europeo, los partidos impugnaron el modelo organizativo planteado por la vicepresidenta y enterraron la fórmula de reparto de cuotas.

Díaz dimitió de sus cargos en Movimiento Sumar y anunció que se centraría en exclusiva en sus labores como ministra y como vicepresidenta del Gobierno (una vicepresidencia desde la que coordina al resto de departamentos de la coalición en el Ejecutivo).

En este punto, las formaciones dieron por superado el proyecto de Sumar como primus inter pares u organización de organizaciones que el núcleo de Díaz había esbozado y abrieron una mesa de partidos para afrontar una nueva reorganización del espacio "con métodos democráticos".

Entre el 23J y el momento actual, la izquierda alternativa ha transitado un año convulso en el que se ha visto obligada a repensar de nuevo su futuro. Lo que sucederá al Sumar nacido en el polideportivo Magariños en la primavera del 2023 todavía es una incógnita.

 

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