Opinión
Diez señales infalibles de que nos están vendiendo la moto
Por Fundación Vida Sostenible
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Diariamente, en realidad minuto a minuto, estamos expuestos a una radiación constante de publicidad y comunicación empresarial, procedente de infinidad de firmas que quieren llevarnos al huerto, que compremos sus productos, que contratemos sus servicios, ¡incluso fidelizarnos!
¿Cómo distinguir el grano de la paja? Pues, lo mismo que cuanto más potente es un ejército peor es su comida, se puede establecer esta ley infalible: cuanto más alardee una empresa de amor por el planeta y por la humanidad, peores serán sus productos. No nos referimos a las muchas empresas (generalmente pequeñas) que trabajan duro para hacer producción y venta ecológica, sino a las grandes corporaciones que hacen greenwashing, palabra intraducible al español, algo así como “desfachatez verde.”
¿Cómo hacerlo? Es sencillo, basta con echar un ojo a su publicidad y actividades de comunicación en general. Aquí tenéis diez señales infalibles de que una empresa sólo quiere tu dinero, y le importan un bledo el planeta y la humanidad:
1. Usar la palabra “medioambiente” todo junto, especialmente si va unida al concepto de respeto, en expresiones como “somos respetuosos con el medioambiente”. No falla. También es un buen indicador el empleo de la expresión de tres letras “eco”. Por ejemplo, “Gama Eco”
2. Utilizar la palabra “sostenibilidad” en expresiones floridas como: “la sostenibilidad está en nuestro ADN”, “el reto ilusionante de la sostenibilidad”, “la sostenibilidad, activo estratégico”. Infalible (ver abajo).
3. Palabras en inglés sin venir a cuento. Un clásico de la desfachatez verde, por ejemplo “somos green”. Con la popularidad de la RSC (Responsabilidad Social Corporativa) ahora a la gente se la llama “stakeholders”.
4. Cortinas de humo exteriores: por ejemplo, pertenecer al ZZPlus Sustainability Index Stoxxx, haber ganado el prestigioso Green Planet For Ever Award, etc.
5. Castellano retorcido. Por ejemplo: “entendemos la gestión medioambiental como un activo estratégico de la compañía que compartimos para generar valor de forma equilibrada y sostenida”. Y así a lo largo de páginas y páginas.
6. Reclamos vagos, evidentes, tautológicos o simplemente disparatados: orgánico, verde, natural, reciclable (no hay nada que no se pueda reciclar, lo contrario sería lo raro), sin colesterol (en un zumo de naranja), etc. Más viejo que la tos, pero sigue funcionando.
7. Por cada. “Por cada compra que hagas, ingresaremos 0,02 € en la cuenta solidaria Z contra (un mal de la sociedad cualquiera: diabetes, abandono de animales, etc.)”. Al pie de página viene la letra pequeña: “hasta un máximo de 35,45 €”.
8. Bondad lejana. “Ayudamos a los niños (véase abajo) de Kurlandia a conseguir un panel fotovoltaico para su escuelita rural”. Debería continuar así: “por eso te cobramos tan caro el producto”, pero no lo hace.
9. La infancia, el planeta y otros indicadores gráficos en anuncios: uso de niños, de prados verdes, jardines floridos, grandes coreografías de unidad de la humanidad, científicos de bata blanca con ramitas verdecidas en la mano, etc.
10. En una distante galaxia, en un futuro muy lejano. El futuro (a poder ser hacia 2075) es el lugar donde están más cómodas las empresas greenwasheras. “En 2035, habremos reducido en un 0,03% las emisiones de CO2”. Y así sucesivamente.
Jesús Alonso
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