Opinión
Rescatar los espacios seguros de las bibollos de principios del siglo XX
Por Andrea Momoitio
Periodista y escritora
-Actualizado a
Enfrentarse a recuperar historias de nuestras ancestras es muy complicado. Las pistas se escapan entre los dedos. La documentación escasea y es complicado saber dónde tienes que mirar para dar alguna clave que te ayude a seguir. Eso sí, a veces, encuentras un hilo del que tirar y la tarea puede resultar apasionante. A pesar de que, probablemente debido a las grandes movilizaciones de los últimos años, hay quien cree que el movimiento feminista es un invento reciente, encontramos referencias muy viejas de mujeres apasionantes que se dejaron la vida por la de todas. Y lo que es mejor: nos encontramos con mujeres igual de apasionantes que, hoy, dedican la suya a la construcción de nuestra memoria colectiva.
Eso es precisamente lo que ha hecho Paula Villanueva en El círculo sáfico. Lesbianismo y bisexualidad en el Madrid de principios del siglo XX. El libro, editado por la editorial Levanta fuego, es una joyita repleta de hilos de los que tirar, de nombres propios más o menos desconocidos, de historias de resistencia apasionantes que nos ayudan a entender de dónde venimos. La obra rescata la historia del Círculo sáfico madrileño, un espacio en el que, a principios del siglo pasado, se reunieron mujeres lesbianas y bisexuales para debatir sobre la vida cultural y política del país que les había tocado vivir.
Rescatar, desde hoy, historias de este estilo es complicadísimo por distintas razones. Resulta altamente probable que caigamos en anacronismos y en lecturas erróneas, pero Paula Villanueva se enfrenta al reto con la única herramienta que tenemos para poder hacerlo: la honestidad.
Arranca su trabajo exponiendo su punto de partida, reconociendo las dificultades: “Las hipótesis anacrónicas que aquí se plantean pasan por una amplitud de miras al dirigirnos a estas identidades sáficas del pasado, contemplando, al menos, la posibilidad de identidades no binarias o transmaculinas. Por supuesto, no se puede hablar de estas identidades con rotundidad, ya que las mujeres que las podían haber habitado no poseían un lenguaje ni un conocimiento teórico-práctico que les permitiera autodefinirse de estos modelos”. Y, por tanto, se pregunta: “¿Cuántas de estas mujeres sáficas o lesbianas se identificarían hoy como mujeres cis en nuestro presente?”. No lo sabemos, desde luego. Todavía hoy es complicado para muchas diferenciar entre la orientación sexual, la identidad y la expresión de género.
No solo eso: apenas hay rastro escrito de sus deseos y, cuando lo hay, parece estar siempre en cuestionamiento. De hecho, Villanueva se lamenta del “ímpetu que se ha mostrado desde la literatura científica para poner en duda la veracidad y la testimonialidad de los textos escritos por mujeres que mostraban un deseo lésbico”. No han sido muchas las que han dejado por escritos sus deseos y las evidencias que se han encontrado han sido continuamente cuestionadas. Curioso, sin ninguna duda.
En la mayoría de los casos, sin embargo, tanto Villanueva como otras autoras que han analizado las vivencias de estas mujeres, han tenido que leer entre líneas. Interpretar algunas expresiones que utilizaban en sus cartas personales o reinterpretar algunas de los textos, aparentemente de ficción, que habían escrito. Es, por ejemplo, el caso de Elena Fortún. La autora, especialmente conocida por sus novelas sobre Celia, escribió también Oculto sendero, una novela que no pretendía que saliera a la luz. De hecho, como se cuenta en El círculo sáfico. Lesbianismo y bisexualidad en el Madrid de principios del siglo XX, la propia Fortún pidió a su pareja, la intelectual argentina Inés Field, que se deshiciera de ella: “Es una novela de suma importancia en la medida que permitió a Fortún narrar, confesar y denunciar hechos de su vida privada que, de no ser por el asunto poético que le ofrecía esta novela, no hubiera escrito”. En el texto no solo sirve para entender cómo era la vida de una mujer lesbiana o bisexual en las primeras décadas del siglo XX sino que también sirve, entre otras cosas, para denunciar la ira de los hombres españoles que no estaban dispuestos a asumir los cambios que trataron de imponer ellas.
En Madrid, igual que en otras ciudades como Londres y París, las mujeres lesbianas y bisexuales encontraron la manera de encontrarse entre ellas en un momento de grandes cambios. La I Guerra Mundial, así como diferentes reformas legislativas, les permitieron acceder a la educación y a algunos empleos a los que no habían podido acceder hasta entonces. La Residencia de Señoritas en Madrid o el El Lyceum Club Femenino fueron espacios de encuentro que facilitaron la creación de redes de mujeres que, por supuesto, exploraron entre ellas sus deseos y su sexualidad. Entonces, parecía posible. Todas ellas, desde María de Maeztu, Lucía Sánchez Saornil, Victoria Kent, Carmen Conde o Rosa Chacel, encontraron en aquel Madrid posibilidades con las que ni siquiera habían soñado.
En El círculo sáfico. Lesbianismo y bisexualidad en el Madrid de principios del siglo XX, el primer ensayo de Paula Villanueva, se narran algunos de sus amoríos y desamores; se rescatan historias de viejas amigas que mantienen relaciones sexuales puntualmente o, entre otras, de mujeres que decidieron vivir sus vidas juntas sin que podemos afirmar, de ninguna manera, que tuvieran entre ellas sexo alguna vez. Pero, ¿acaso es ese un motivo para renegar de sus deseos bisexuales o lésbicos? Que muchas de estas no mantuvieran relaciones sexuales entre ellas o que jamás reconocieran a nadie que se habían enamorado solo explica la violencia a la que estaban sometidas fueras de sus espacios de seguridad.
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