Opinión
De renos, barro y cultura de la violación. 8 cosas de 2024


Por Guillermo Zapata
Escritor y guionista
Un repaso muy subjetivo en este último sábado de 2024 a los fenómenos que han marcado el año en lo cultural, en lo político, en lo tecnológico. Tres facetas que se entrecruzan. Habrá enormes ausencias, por las que pido disculpas antes de empezar. La lista no tiene un orden jerárquico, lo último podría ser lo primero o estar en quinto lugar. Sólo son cosas que, creo, definen 2024.
1. La Revuelta
Ha sido un programa pionero en denunciar las prácticas del programa de Motos en la relación con sus (el posesivo no es casual) entrevistados y, con ello, ha hecho un sanísimo ejercicio de transparencia, pero también ha sido un programa que ha recogido lo mejor de “los late” (programas de entrevistas y humor en la franja nocturna) y lo ha remezclado con la cultura del reel (Ahí están Zorrorifico y Detective Murciano) y el lenguaje audiovisual que creó Sálvame (muchas voces, aparente falta de estructura, que lo que está detrás de las cámaras salga delante, la vida como espectáculo). Con todo ello han redefinido el entretenimiento en una televisión pública y han terminado de coronar a Lalachus tirando de honestidad todo el tiempo.
2. Ni Que Fuéramos y la cultura fragmentada
Paradojas de la vida, mientras La Revuelta absorbía todo lo que el lenguaje del corazón le había dado a la televisión, Sálvame era cancelado y sus protagonistas se reciclaban en internet con un formato que les ha permitido ser más libres, más surrealistas y mantener un contacto con su público. El éxito de Ni que Fuéramos es también la expresión de un espacio cultural más fragmentado, en el que es posible que para mucha gente que lea esto no tenga ni idea de lo que es “Ni que Fuéramos”. Esta tendencia a la fragmentación digital, a los espacios digitales como burbujas propias de mucha adhesión, pero poco encuentro entre ellas, cada vez define más nuestro presente.
3. Barro
Barro en las calles de Valencia, municipios sepultados bajo el lodo, la Dana como la expresión mas terrible de los fenómenos extremos que al cambio climático empieza a normalizar. También el barro manchando las paredes y las puertas de las instituciones Valencianas, con el “pueblo del barro” enfrentado a las élites del gobierno de Mazón y su falta de gestión y explicaciones, las consecuencias terribles de su negacionismo. Barro también la cascada de mentiras, falsos testimonios, influencers de extrema derecha rapiñando la legítima angustia del pueblo Valenciano. Barro. Falta de confianza en el poder institucional para resolver las cosas. Crisis de legitimidad.
4. La vivienda
El precio de los alquileres ha traído la imagen de cientos de miles de personas haciendo sonar sus llaves contra el rentismo, pero también contra unas instituciones, o bien aliadas del rentismo y bien incapaces de garantizar la bajada del precio de los alquileres. Esa ola de movilización se ha enredado con la que, desde el verano, viene reproduciéndose contra la turistificación de las ciudades, la cara b del fenómeno de los alquileres.
Las bases materiales del voto progresista en España, especialmente por debajo de los 40 años, se juegan en esta disputa política que, hoy por hoy, expresa más una (otra) crisis de confianza, que la construcción de un bloque político con fuerza institucional. 2025 plantea la pregunta de la persistencia de las movilizaciones y el sedimento en instituciones propias a través de los sindicatos de inquilinos/as.
5. Trump y la normalización de la extrema derecha
La victoria de Trump ya no es el fenómeno que irradia al mundo una internacional del odio, sino más bien el último peldaño de una escalera de normalización política de la extrema derecha que hoy emite en el conjunto del planeta y que se acerca a posiciones de gobierno en el corazón de Europa tras unas elecciones europeas de avance evidente de las posiciones que hoy ya les colocan en el gobierno de las instituciones europeas vía Meloni y que pronto pueden ocupar posiciones clave en Alemania y Francia. La retórica en torno a España cómo “excepción” suena en 2024 más a aislamiento que a faro. Ya no podemos hablar de la extrema derecha como un fenómeno de un momento, sino como la alternativa política, el otro lado de la alternancia y el gran otro de las democracias liberales en el paso del siglo XX al XXI. El desafío es, por tanto, mucho mayor.
6. Matar ejecutivos como fenómeno pop
Luigi Mangione ha matado al CEO de una compañía de seguros y hoy es el fenómeno viral por antonomasia. El favorito de tus hijos. El tipo que representa la rabia contra un sistema injusto, pero que ya no confía (¿es la tercera vez que hablo de crisis de confianza en este artículo? Efectivamente, así es) en ningún tipo de solución colectiva para abordar el problema y que es recibido por un sujeto social con una gigantesca capacidad para convertir en narrativa todo lo que pasa a su alrededor (es lo que el ser humano mejor hace, sintetizar el caos y el sinsentido en historias) y convertir ese acto solitario y violento en una explosión de gozo y complicidad.
7. Monopolios digitales, la IA y los protocolos abiertos.
2024 es el año en el que el debate sobre los monopolios digitales y la Inteligencia Artificial llegó hasta el centro mismo de nuestras preocupaciones. Salir de X o seguir allí. Legislar o no sobre la Inteligencia Artificial y cómo hacerlo. Neoludismo y solucionistas tecnológicos. Este debate es, hoy, el centro de un conflicto que se va a desarrollar en 2025 y del que hemos visto sólo los primeros escarceos.
La red como monopolio digital y la red como federación de protocolos abiertos e interoperables definen el presente tanto o más que otros clivajes como autoritarismo y democracia. Son, en realidad, la misma cosa. Al menos, por fin, el imaginario digital ha empezado a emanciparse de la enorme captura que había sufrido en los últimos años, dónde el cyberpunk se había convertivo en cyberfascismo haciendose pasar por punk.
8. Michele Pelicot y la cultura de la violación.
Michele Pelicot, la heroína francesa, la figura que encarna el feminismo en 2024. La mujer que, en su cuerpo, lleva inscrito ese “La vergüenza va a cambiar de bando”. Pelicot también como la expresión máxima de esa cultura de la violación en el que decenas de miles de tíos se organizan para aprender a violar, a agredir, a vejar al amparo digital.
2024 ha sido también el año en el que la denuncia anónima ha cogido relevancia pública. Una toma de palabra masiva y sistemática que tiene tanto de terapéutico como de servir de espejo para nuestra responsabilidad individual y colectiva en unas estructuras de silencio que se tambalean.
No es una nueva forma de cultura de la cancelación, no son linchamientos digitales, es la emergencia de lo oculto que remueve y seguirá removiendo.
Querer, la fabulosa serie de Alauda Ruiz de Azúa, es quizás la mejor condensación de muchas de esas cuestiones.
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