Opinión
Explicarte el mundo en el que naciste
Por Miquel Ramos
Periodista
Te pedí que esperaras a que volviese de trabajar, y así lo hiciste. Tan solo unas horas después de que llegase empezaste a querer salir, y a última hora de la tarde por fin estabas aquí. Naciste sana y tu madre tuvo un buen parto, nada largo, y el mismo día, vinieron a verte todos y todas, a celebrar la vida. Empezaba entonces esta aventura que durará toda la vida, que nos abre un nuevo mundo dentro de este en el que te tocó vivir, y que vamos a tener que explicarte para que lo entiendas lo mejor posible y para que seas, ante todo, una buena persona que contribuya a hacerlo mejor.
Nada de esto es ninguna novedad para quienes ya sois padres y madres, pero permitidme que hoy, para comenzar el año, celebre este acontecimiento y comparta mis miedos, mis dudas, mis ilusiones, mis esperanzas, que estoy convencido, también compartís quienes habéis traído a una criatura al mundo, estáis en ello o lo habéis pensado alguna vez. Porque yo nunca lo tuve claro, quizás porque no era el momento, y porque hoy reconozco el vértigo ante el alud de responsabilidades que nos atan de porvida, ante la fragilidad con la que vemos hoy nuestras vidas, nuestro mundo y nuestro futuro. Y la felicidad. La inmensa felicidad que sentimos al conocerte. Este ha sido, sin duda, nuestro acontecimiento del año.
Todo se para y se concentra de repente en ti, en saber cómo funciona esto, y lo demás deja de importar, al menos tanto como nos creíamos, cuando te arrolla la vida de esta manera, tan sencilla, tan urgente y tan pequeña. Y se agradece que esto te enseñe lo que de verdad es importante, mucho más que lo que hasta ahora te absorbía y te parecía tan acuciante e imprescindible y que, de repente, no lo es tanto. Aunque la vida no para, el mundo sigue su curso y nada, ni tu llegada ni lo que nos implica, sucede ajeno a lo que nos rodea. Y esta tarea, la de explicarte en qué momento vienes, qué te vas a encontrar y cómo vamos a vivirlo juntos, no deja de ser un tema recurrente de conversación, una reflexión ineludible cada vez que nos asalta la inevitable actualidad y nuestras propias circunstancias.
La misma noche que llegaste, decenas de personas se encerraron en un edificio cercano a nuestra casa. Pocas horas después, al amanecer, la policía llegó para tratar de echar a una familia de su casa, pero no lo logró. Lo seguimos desde el hospital, pensando en la tremenda casualidad de que llegaste mientras se paraba un desahucio en nuestra misma calle. Porque hay gente a la que echan de su casa, sí, aunque haya miles de casas vacías. Pero hay también gente que pone el cuerpo, que se la juega por sus vecinas y que, junto a otras personas, llevan tiempo defendiendo que todo el mundo tenga un techo. ¿Cómo explicarte esto, viendo lo absurdo que parece alejándote por un instante de cualquier análisis profundo?
Hay bebés como tú que han muerto estos días de frío en Gaza, o quemados vivos o despedazados por las bombas de quienes dicen defender la civilización frente a la barbarie. Otros han perdido a todos sus seres queridos, están solos, no entienden nada. Has nacido mientras se comete un genocidio a la otra orilla del mediterráneo, cuyas imágenes llevan más de un año asaltando nuestras pantallas y encogiéndonos en corazón. Veo tu rostro en cada niño asesinado en Gaza, y me invade el miedo, la rabia y la impotencia. Veo las imágenes de los soldados destrozando las habitaciones de los niños en las casas de las familias desplazadas o asesinadas, exhibiendo los juguetes como trofeos, la ropa, rompiendo los muebles, lo que un día fue un hogar. Lo han grabado ellos mismos y lo difunden en sus redes. Y el mundo grita, pero quien puede y debe pararlo, no lo hace. ¿Qué puedo decirte sobre esto? Naciste en mitad de un genocidio, y no sé todavía cómo vamos a explicarte esto.
Conjugar la angustia que nos producen determinados acontecimientos con la felicidad de tu llegada es un juego de equilibrios emocionales bien jodido. No hacía ni dos semanas de tu nacimiento cuando varios pueblos de València quedaron arrasados y sepultados por el barro, y muchos amigos y conocidos lo perdieron todo. Vimos todo aquello desde la distancia, impotentes, horrorizados e indignados por la sucesión de incompetencias e irresponsabilidades, mientras tratábamos de no perder la alegría que acababas de traer a nuestra casa, a nuestro entorno. Llegas en un momento en el que el clima está cambiando, en el que las alarmas ante la irresponsable acción humana sobre el planeta son un tema recurrente, una preocupación latente, pero que parecen no tomarse suficientemente en serio. ¿Cómo será todo esto en un futuro?
Hoy, justo un día antes de inaugurar un nuevo año, un hombre ha muerto huyendo de la Policía en Sevilla. Se lanzó al río para que no lo cogieran y murió ahogado. No es el primero. Imagina el miedo que debes tener para lanzarte al río sin saber nadar, antes que dejarte atrapar. Los llaman manteros porque venden cosas sobre una manta, que pliegan y cargan rápidamente cada vez que la Policía intenta cazarlos. Son personas que no tienen permiso legal para estar en nuestro país, pero que han llegado igualmente buscando una vida mejor. Muchos de ellos ni siquiera llegan, sino que mueren por el camino, o son encerrados o expulsados tan pronto ponen un pie aquí. Van más de 10.000 muertos tan solo este año tratando de llegar al país en el que naciste, mientras estabas todavía en el vientre de tu madre.
Todo resulta tan absurdo, tan ridículo, que produce hasta vergüenza escribirlo y ver cómo la humanidad ha sido capaz de construir y desarrollarse tanto y a la vez, ser tan destructiva, tan cruel e irresponsable con su propia especie y con el planeta que habita. Hay tantas cosas que tenemos que explicarte, que nos va a obligar a repensar todo para dar las precisas respuestas. Pero nada de esto lo entendemos o lo asumimos como excusa para no hacer nada, incluso para no traer una nueva vida al mundo. Aceptamos el reto. Porque a la vez que todo esto sucede, has llegado también rodeada de amor. De nuestras familias, nuestras amistades, nuestros vecinos y conocidos, hasta de sonrisas de desconocidos a los que te cruzabas mecida entre nuestros brazos.
Hay un mundo mejor que debes conocer, de buenas personas, de grandes ideas e historias, de ternura y esperanza. Un mundo que se empeña en existir a pesar de todo lo malo que sucede a su alrededor. Es el mundo de quienes se encerraron en aquella casa el día en que naciste para evitar que echaran a esa familia. El de los que viajaron hasta València para mostrar su solidaridad con los afectados por el temporal. El de los médicos que no abandonan el último hospital en Gaza ni a sus pacientes, a pesar de saber que su vida está también en peligro. Ese es el mundo que queremos enseñarte, del que queremos hacerte parte, el de esta gente que trata de cambiarlo con su ejemplo, justo el año en el que naciste. Mientras, también aprendemos de ti, de nosotros mismos en esta nueva etapa, con tantos retos por delante y con tanta ilusión que hoy queremos compartir. Como todo lo bueno que nos queda por vivir y por hacer, y que, a partir de ahora, vamos a hacerlo juntos.
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