MeToo Universidad: la red de apoyo contra la violencia de género que cumple diez años
Este movimiento social nació en 2013 de forma paralela en España y en EEUU, donde personas del entorno universitario se atrevieron a denunciar los casos de machismo que se producían en sus círculos.
Eva Rodriguez (Sinc)
Madrid--Actualizado a
Las universidades gozan de prestigio por sus aportaciones en el mundo de la investigación y eso lleva, en ocasiones, al falso mito de que quienes forman parte de esta institución viven en una torre de marfil. Sin embargo, como está compuesta por las personas que forman la sociedad, también se han dado dentro de ella ejemplos de dinámicas comunes a nivel social: existen la corrupción, el tráfico de influencias, el abuso de poder y, obviamente, la violencia de género.
De hecho, cuando los planes de igualdad y los protocolos contra el acoso sexual eran ya una realidad en la mayoría de las empresas, algunas universidades todavía tardaron años en disponer de ellos. Esto es un signo de las resistencias que existían a visibilizar y abordar el problema.
En la actualidad, numerosas instituciones académicas españolas registran los casos de acoso sexual en su ámbito y los hacen públicos. Pero los inicios no fueron fáciles y, de hecho, se siguen encontrando muchos inconvenientes.
Mar Joanpere Foraster, investigadora y profesora de sociología de la Universidad de Barcelona (UB), es cofundadora de un movimiento pionero y la primera víctima que ganó un caso de acoso sexual entre iguales en una universidad española.
"Si no hubiera encontrado el apoyo decidido del catedrático Ramón Flecha, hubiera abandonado la universidad, como desgraciadamente han tenido que hacer muchísimas mujeres. Pero logré ganar y cogí fuerza para promover una red solidaria dedicada a que todas las mujeres puedan tener ayuda, como la tuve yo", ha declarado para SINC.
Junto con otras 14 víctimas de acoso sexual, la profesora inició en 2013 la Red Solidaria de Víctimas de Violencia de Género en la Universidad (RVVGU). El silencio se acabó y de ahí surgió también, en 2022, el movimiento nombrado MeToo Universidad.
Joanpere Foraster: "Desde que existe MeToo Universidad , no dejamos a ninguna víctima aislada"
"Todas las evidencias científicas internacionales dejan claro que la solución es el apoyo de toda la comunidad, que no se produce por miedo a la violencia de género aisladora, es decir, las represalias contra quienes apoyamos a las víctimas. Desde que existe esta red de apoyo, no dejamos a nadie aislada del número creciente de víctimas que acuden a nosotras", subraya Joanpere Foraster.
La investigación social en este campo es esencial para acercar las evidencias de impacto a escala internacional, ofrecer protección y permitir el desarrollo de estrategias de prevención y actuación.
La socióloga de la Universidad de Barcelona dirige el estudio Historia del movimiento universitario #MeToo en España, publicado en la revista Social and Education History. En él se realizan entrevistas en profundidad a personas que lideraron esta transformación desde sus inicios, así como a otras que se han sumado recientemente, para conocer el alcance histórico que ha tenido.
En este trabajo, se relatan casos como el de Ana Vidu, que actualmente trabaja en la Universidad de California-Berkeley (EEUU) y en la Universidad de Deusto, en el proyecto #UniswithHeart. En 2017, defendió su tesis doctoral sobre violencia de género en las universidades y se vio envuelta en la polémica.
"El comité de doctorado del departamento de Sociología encargado de evaluar la tesis la aprobó por unanimidad. Sin embargo, el decano y la Comisión de Igualdad presionaron para que la Facultad de Economía y Empresa la rechazara", destaca el estudio.
"Incluso la propia decana escribió lo que Vidu debía incluir en su propia disertación. Todo aquello fue un escándalo porque se saltaba todas las normas universitarias y lo hacía con una alumna que había recibido el Premio a la Mejor Alumna de la Licenciatura en Sociología y el Premio a la Mejor Alumna del Máster en Sociología", agrega la socióloga.
Romper el silencio: la mejor medida de prevención
En la última década, se ha producido un gran avance. Cuando Rosa Valls, catedrática de la UB, publicó en 2016 la primera investigación que se realizaba sobre romper el silencio de la violencia contra las mujeres que existía en la universidad española, en los campus no existían protocolos, tampoco una clasificación sobre los actos que son constitutivos de violencia. Quienes la ejercían lo hacían con total impunidad.
El 91% de los casos de agresiones en las universidades españolas no se denunciaban
En este primer trabajo sacó a la luz que el 62% del alumnado había sido víctima o conocía a alguien que había sido víctima de violencia de género en el ámbito universitario. Un problema social que durante décadas se había silenciado. Asimismo, se evidenció que el 91% de los casos de agresiones en las universidades españolas no se denunciaban.
Patricia Melgar Alcantud, científica principal del Grupo de Investigación Interdisciplinar en Género y Desigualdades Sociales de la Universidad de Girona (UdG), también participó en este estudio. Ha publicado el libro Cuando David vence a Goliat en 2023, junto a otras dos investigadoras de la Universidad de Girona y de California.
En esta obra se relatan las historias de las personas que hay detrás de la creación de esta primera red RVVGU y casos hechos públicos más recientemente, como el de enero de 2022 en el que se dieron a conocer los testimonios de 25 profesoras que denunciaban, por primera vez, casos de violencia de género.
La creación del movimiento fue principalmente en Catalunya y muy rápidamente fue considerado en el Banco de Buenas Prácticas para la prevención de la violencia de género por el Observatorio de la Violencia de Género. "En diálogo con el movimiento de EEUU, el movimiento MeToo Universidad ha ido tejiendo puentes en España, Europa y Latinoamérica, recibiendo casos de víctimas de todas partes", ha asegurado Melgar Alcantud.
Mejoras en los protocolos de actuación
Actualmente todas las universidades disponen de protocolos, pero en algunos casos se identifica falta de transparencia en su aplicación. "Existe una gran preocupación por preservar el anonimato de quienes ejercen la violencia, pero no identifico la misma preocupación en velar porque el alumnado no quede en manos de profesorado que podría acosarlos", reivindica la científica de la UdG.
Todo ello lleva a que no se conozcan cifras reales de lo que está ocurriendo. "El conocimiento sobre violencia de género en otros espacios nos lleva a afirmar que lo que se denuncia es únicamente la punta de iceberg", ha afirmado Melgar Alcantud.
Joanpere Foraster: "La universidad tiene que saber que el prestigio viene de reconocer los problemas"
"La universidad es una institución que tiene que estar al tanto de las evidencias científicas que dejan muy claro que lo que da prestigio es reconocer los problemas evidentes y actuar de acuerdo a esas mismas evidencias", ha comentado Joanpere Foraster. Ambas investigadoras consideran que los protocolos son imprescindibles, pero no suficientes si no se acompañan de más pasos.
Proteger a quienes protegen
Las personas que se han atrevido a romper el silencio, ser altavoz y poner nombre a un problema aún bastante tabú en la universidad española y en el mundo, han sufrido el aislamiento de la violencia de género. Apoyar a las víctimas les ha traído, en muchos casos, un alto coste personal y profesional.
Sin embargo, una de las victorias que han logrado en este sentido, es que algunas legislaciones reconozcan la violencia de género aisladora (VGA).
De esta forma, se potencia que cada vez sean más las personas que se atrevan a posicionarse de manera clara. A largo plazo, las expertas consideran que esto debería revertir la situación y que quienes queden aisladas y se sientan solas no sean las víctimas, si no quienes ejercen la violencia.
"Cada vez encontramos a más personas valientes que han dejado de mirar hacia otro lado. Es decir, que están desempeñando el papel de la red solidaria. Esto se debe a que algunos protocolos han empezado también a reconocer la VGA como forma de violencia. Esta hace referencia a los ataques o represalias que reciben quienes apoyan a las víctimas y que, por tanto, también serán protegidas", dice Melgar Alcantud.
Investigadoras invisibilizadas
Los estudios científicos sobre violencia de género en este campo han sido esenciales para propiciar el cambio, pero no ha sido un camino fácil. Uno de los impactos de estos pioneros trabajos en España fue la incorporación a la legislación en materia de igualdad de género, en 2007, de la obligación legal de establecer protocolos contra la violencia de género en las universidades.
Las universidades están obligadas a reconocer sus problemas de acoso sexual
Ese año, el Parlamento ha aprobado la legislación que obliga a las universidades españolas a reconocer que tenían un importante problema de acoso sexual en su seno, así como a tomar las medidas necesarias según los resultados de esta investigación.
"El Parlamento ha corregido un grave error que cometió tres años antes, cuando en 2004 aprobó la legislación sobre violencia de género sin incluir este punto. La CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas) se posicionó en contra de este reconocimiento y en contra de los investigadores, pero tuvieron que acatar esta nueva ley", apuntan las investigadoras.
Esto parecía traer un futuro esperanzador, con mayor igualdad y justicia social, pero no fue eso lo que se vivió. "Lo que extraña cada vez más a investigadoras de todas las áreas es que sus universidades invisibilizan a aquellas que estudian temas de género y que más destacan en los rankings internacionales. Esta institución convierte sus formaciones y actuaciones en bulos, en lugar de en evidencias", denuncia Melgar Alcantud.
"Existen equipos rectorales, gobierno y medios que tratan de ocultar su falta de apoyo tratando de invisibilizar a las principales científicas de este tema, concretamente, a las cuatro españolas que están entre las diez primeras a escala mundial en el ranking Google Scholar en la categoría de violencia de género" ha recalcado Joanpere Foraster.
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