Ana Orantes, 'La Manada' y ahora Jenni Hermoso, hitos de la revolución feminista en España
Las consecuencias del beso propinado por Luis Rubiales a Jenni Hermoso es otro punto de inflexión en los avances de los derechos de las mujeres, al poner el consentimiento en el centro.
Marisa Kohan
Madrid--Actualizado a
Hay hitos que hacen avanzar, aunque sea de forma lenta, los derechos de las mujeres. Momentos en los que la sociedad en su conjunto comienza a entender o interiorizar que algunos comportamientos ya no pueden ser tolerados. No ocurren de forma espontánea. Son el resultado de largas luchas y mucha pedagogía por parte del feminismo.
Hitos que se cuentan con los dedos de una mano, pero que tienen como resultado un avance social y un impulso a partir del que no es posible mirar hacia otro lado o volver atrás.
Lo ocurrido tras la final del Mundial de Fútbol femenino con el beso no consentido de Luis Rubiales a la futbolista Jenni Hermoso es uno de estos ejemplos y ha conseguido en solo una semana aclarar qué significa poner el consentimiento en el centro y la importancia de la no revictimización.
Desde Orantes, la violencia de género es un asunto social
El primero de estos hitos ocurrió el 4 de diciembre de 1997, cuando Ana Orantes se sentó ante las cámaras de Canal Sur para desgranar las atrocidades a las que su marido, Juan Parejo, la había sometido durante 40 años de matrimonio. Hasta entonces, la violencia de género se consideraba un asunto íntimo que se sufría en la más absoluta soledad y vergüenza. A las mujeres se las culpaba de ella bajo el razonamiento de que eran malas madres, malas esposas o que algo habrían hecho para que su pareja tuviera que corregirlas, incluso violentamente.
Orantes habló alto y claro ese día. A lo largo de 30 minutos explicó el sufrimiento que había padecido desde el momento en el que contrajo matrimonio. Pero su voz sólo fue escuchada 13 días más tarde, cuando el 17 de diciembre Parejo la asesinó de forma brutal.
Entonces todo comenzó a cambiar. Su asesinato provocó movilizaciones multitudinarias nunca vistas, los medios de comunicación comenzaron a cuestionar la manera como se informaba entonces sobre la violencia de género, a consultar a expertas y sacar estos contenidos de los breves de sucesos. También las leyes fueron cambiando y ese tipo de violencia salió definitivamente del espacio privado para convertirse en un debate público, en una procuración social.
La violencia de género, aquella que ejercen las parejas y exparejas de las víctimas, la más extendida a lo largo y ancho del planeta (razón por la que Naciones Unidas la calificó como una pandemia), comenzaba a ser vista y entendida como lo que era: una violación de los derechos humanos de las mujeres.
El cambio normativo y social que provocó aquel asesinato está en la base de algunas políticas y leyes con las que desde entonces se ha dotado nuestro país y una conciencia social que no tolera estas violencias.
'La Manada' cambia la mirada hacia la violencia sexual
La violación de un grupo de cinco hombres, conocidos como La Manada, en los Sanfermines de 2017 supuso otro punto de inflexión. En este caso en relación a las violencias sexuales que sufren las mujeres y la forma en la que se valora y cuestiona el comportamiento de las víctimas. La primera sentencia emitida por el Tribunal Superior de Justicia de Navarra, en la que los tres magistrados entendieron que lo ocurrido había sido abuso sexual, y no violencia sexual; así como la forma en la que a lo largo del proceso se cuestionó el comportamiento de la joven, puso sobre la palestra el machismo dentro del sistema de justicia.
Uno de los jueces de la terna, Ricardo González, se atrevió a escribir un voto particular en el que afirmaba que no había habido delito, puesto que lo que veía era "jolgorio y regocijo".
Aquella decisión judicial provocó masivas movilizaciones bajo los lemas "yo sí te creo" y "hermana, aquí está tu manada". En consecuencia, se propulsaron cambios legales que acabaron con la aprobación de la ley conocida como del Sólo sí es sí, que unificó los delitos de abuso (sin consentimiento) y de agresión sexual en un solo tipo penal.
El periplo que tuvo que soportar la víctima de La Manada fue terrible. En junio de 2019, el Tribunal Supremo decretó que lo que había ocurrido en aquel portal de Pamplona había sido una violación de libro y acabó incrementando la penas de los agresores a 15 años. Sin embargo, el sufrimiento y la culpabilización a la víctima fueron tales que la joven afirmó que el proceso judicial fue tan o más duro que la propia agresión.
La movilización contra la sentencia de La Manada desató una ola de protestas tanto dentro como fuera de España. Nada más conocerse la decisión judicial, un artículo de opinión de la directora de este periódico, Virginia Pérez Alonso, bajo el título La no violación, espoleó a la escritora y periodista Cristina Fallarás a solicitar en sus redes sociales compartir historias de agresiones que nunca antes se habían contado. Con la etiqueta #Cuéntalo, cerca de tres millones de mujeres de todos lo lugares del mundo, pero especialmente de España y América Latina, se lanzaron a contar experiencias de violencia sexual vividas y enterradas durante años.
#Cuéntalo supuso entonces (2018) una explosión similar al #Metoo que se había iniciado un año antes tras las denuncias contra Harvey Weinstein por los abusos sexuales a diversas actrices. Algo similar a lo que está ocurriendo ahora con la etiqueta #SeAcabó, con la que miles de mujeres se han lanzado a contar los abusos sexuales y de poder que han sufrido o viven aún por parte de sus jefes o superiores en distintos ámbitos.
Del "piquito consentido" a agresión sexual
Aunque parezca mentira, en solo ocho días, desde el escándalo del beso sin consentimiento de Rubiales a Hermoso, el presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) ha sido destituido provisionalmente por la FIFA, tiene pendiente una demanda ante el Tribunal de Administrativo Deportivo (TAD) por parte del Consejo Superior de Deportes y la Fiscalía de la Audiencia Nacional ha abierto una investigación contra él por una presunta agresión sexual, en medio de un terremoto en el mundo del fútbol y del deporte que hubiera sido difícil imaginar. Hasta el momento se había vivido este tipo de actos como dicen los anglosajones: "business as usual" (lo de siempre).
Pero ahora la Federación que Rubiales presidía hasta este fin de semana se tambalea.
La intervención de Luis Rubiales ante la asamblea de la RFEF, en la que no sólo se negó a dimitir (como había anunciado), sino que responsabilizó a Jenni Hermoso de todos los problemas, fue la gota que colmó el vaso. Sólo un día antes, la RFEF había emitido un comunicado en el que se le atribuían a Hermoso frases que no había pronunciado ni aceptado, según informó en exclusiva Relevo.
Frente a esa acción de Rubiales y su entorno, la jugadora guardó silencio al inicio, pero luego lo rompió para negar la versión del presidente de la Federación y reafirmar que lo ocurrido en Sidney, a la vista de todo el mundo, fue un beso no consentido.
"Es importante resaltar la idea de cómo algunos hombres han ninguneado la más mínima posibilidad de consentimiento por parte de las mujeres. Es decir, lo que estamos viendo es que han entendido su 'deseo' como un derecho, un privilegio. La normalización de determinadas manifestaciones de violencia sexual indica la impunidad de quienes las han ejercido", comenta a Público la socióloga Carmen Ruiz Repullo.
El repudio hacia la actuación de Rubiales ha sido un clamor en todo el mundo: desde las redes sociales hasta los principales medios nacionales e internacionales han mostrado su repulsa a los hechos. En los últimos días, una ola de denuncias en redes sociales han vuelto a poner en evidencia la extensión de la violencia sexual oculta. Miles de mujeres han comenzado a compartir en redes las agresiones que han sufrido por parte de sus superiores y que no pudieron denunciar en su día por miedo al despido y ser culpabilizadas. Cientos de mujeres ahora se atreven, incluso, a escribir el nombre de sus acosadores.
Para Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres progresistas, "aunque todavía persiste la cultura de la violación que normaliza e invisibiliza la violencia sexual, afortunadamente, la reacción que se ha producido ante la bochornosa actuación de Rubiales, ha puesto de manifiesto que se está produciendo un cambio. Cómo poco a poco se va superando esa cultura y se va poniendo el foco en el agresor y viendo lo injusto que se ponga en la víctima. También en el consentimiento, de manera que si no hay consentimiento, hay violencia sexual, que es lo determinante. Incluso el propio Rubiales habla del consentimiento, lo que pone de manifiesto que ese cambio es algo irreversible y que evoluciona a favor del respeto de la dignidad y los derechos de las mujeres".
"A pesar de estos embates del machismo, lo importante es que desde Ana Orantes hasta hoy las mujeres han roto el silencio, pero también que la sociedad está graduando la mirada. Hay que pensar que en 1997 la sociedad reaccionó ante un asesinato, hoy lo hace ante un 'piquito no deseado'. El cambio es brutal", añade Ruiz Repullo.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.