El Papa Francisco ha visitado este domingo el centro de migrantes de la isla griega de Lesbos. En su intervención hizo apelaciones directas a la crisis migratoria del Mediterráneo al mismo tiempo que criticó la falta de concienciación por parte de algunos países europeos: "Detengamos este naufragio de civilización".

Durante su visita saludó a muchas de las personas que se encontraban en el centro, al mismo tiempo que catalogaba las migraciones como "un problema del mundo" o "una crisis humanitaria que concierne a todos". El papa lamentó que el Mediterráneo se esté convirtiendo en "un frío cementerio sin lápida" y "un espejo de muerte".

Su discurso se llevó a cabo en el nuevo campo de Kara Tepe, ante cerca de 200 personas, representantes de los refugiados, cooperantes y también la presidenta griega, Katerina Sakelaropulu. "¡No dejemos que el mare nostrum se convierta en un desolador mare mortuum, ni que este lugar de encuentro se vuelva un escenario de conflictos! Les suplico: ¡detengamos este naufragio de la civilización!", clamó el Papa. 

"Estoy aquí para decirles que estoy cerca de ustedes; estoy aquí para ver sus rostros, para mirarlos a los ojos: ojos llenos de miedo y de esperanza, ojos que han visto la violencia y la pobreza, ojos surcados por demasiadas lágrimas", comenzó su discurso.

Francisco había hecho la misma visita apenas cinco años atrás, pero la latente crisis migratoria fue la que supuso su vuelta. En este nuevo campo viven cerca de 2.200 personas, casi el 70% afganos, un tercio de ellos menores. Estas condiciones superan a las de 2016, pues el centro llegó a albergar a más de 10.000 personas.

Según la Organización para las Migraciones (OIM), en lo que va de año se calcula que 1.600 migrantes murieron en su intento de llegar a Europa a través del Mediterráneo, sumando 23.000 desde 2014.