Este artículo se publicó hace 4 años.
Escuelas coránicasNiños talibanes, infancia sin derechos, una investigación de la radio hecha sólo por mujeres en Guinea Bissau
El reportaje de Radio Mujer de Bafatá revela la explotación en escuelas coránicas de cientos de menores obligados a mendigar y sometidos a violencia física y sexual.
Madrid-
La situación de los llamados niños talibanes, niños internados en las escuelas coránicas de Guinea Bissau que son víctimas de explotación económica y violencia, ha sido el primer trabajo de investigación de Radio Mujer de Bafatá, la radio hecha sólo por mujeres que se abrió en Guinea Bissau hace dos años por iniciativa de Periodistas Solidarios de la Asociación de la Prensa de Sevilla.
En un amplio reportaje de 45 minutos emitido por Radio Mujer y las emisoras comunitarias del país, revelamos la situación en la que viven 861 niños en 21 escuelas coránicas de Bafatá, la segunda ciudad más importante de Guinea Bissau. Se les conoce como niños talibanes porque son utilizados por algunos maestros de sus escuelas para dedicarse a la mendicidad, un problema preocupante que está extendido por toda Guinea Bissau, especialmente en la región de Bafatá, y también en Senegal, Gambia, Guinea Conakri, Mali y Mauritania. Además de ser obligados a mendigar por las calles, muchos de ellos son privados de libertad, sometidos a una mala alimentación, a violencia física y sexual, y alejados de sus familias.
Este trabajo de investigación se llevó a cabo entre febrero y octubre de 2019 con entrevistas a menores, familias y profesores en Bafatá y también en algunas zonas de Senegal, donde encontramos ramificaciones de la red de explotación de estos niños, un trabajo en el que hemos respetado en todo momento la identidad, anonimato y voluntad de participar de los menores.
Este reportaje ha venido a confirmar que la vida de los niños en Guinea Bissau no es nada fácil, debido a las muchas adversidades que deben afrontar. Miles de menores viven sometidos a unas duras condiciones de vida y privados de los derechos más elementales. La mayoría de los que entrevistamos mostraban una gran tristeza por estar lejos de sus familias y un deseo de volver a sus casas, lo que revela que estaban internados en las escuelas coránicas en contra de su voluntad y que se está cometiendo una clara violación de los derechos humanos y la práctica de un delito de secuestro, según establece la Ley de 2011 contra la trata de personas de este país.
Según el testimonio de algunas familias entrevistadas, profesores de estas escuelas viajan por las aldeas en busca de niños para llevarlos a Senegal a estudiar el Corán a cambio de 10.000 francos. Otras veces son intermediarios, reclutadores, los que se encargan de esa labor de reclutamiento de los pequeños.
Una vez en la escuela coránica, los menores son sometidos a unas jornadas extenuantes de oraciones que comienzan a las cuatro o cinco de la madrugada y pueden acabar a las once de la noche, con sesiones de hasta cinco horas seguidas de rezos. Y cuando no están rezando, son obligados a pedir limosna por las calles. Pero si no recaudan una cantidad mínima –entre 250 y 1.000 francos-, reciben castigos físicos o son privados de ciertos alimentos. Esos mismos niños también mendigan para que les den un poco de arroz, un arroz que luego supuestamente se utiliza en la dieta diaria de estos centros.
Nuestra investigación ha podido demostrar que hay redes de tráfico de estos menores usados para pedir limosna: centenares de niños de Bafatá que son conducidos a Senegal, Mali y Mauritania para estudiar en las escuelas coránicas, pero que luego acaban viviendo en la calle y mendigando todo el día lejos de sus familias. Y otros tantos que traen a Bafatá con el mismo objetivo procedentes de aldeas y pueblos de otras partes de Guinea Bissau. Según diversos testimonios, las familias recibieron dinero a cambio de entregar a los niños, quienes, en algunos casos, van pasando de mano en mano movidos por estas redes de explotación.
Muchos niños, además, son entregados a estos profesores del Corán con sólo cuatro o cinco años de edad, de modo que, pasado un largo tiempo fuera de casa, cuando vuelven apenas conocen a sus padres, de los que no han tenido noticias durante su etapa en la escuela, ni los padres a ellos, claro. Hay que tener en cuenta que detrás de esta lacra se esconde el drama de las familias más pobres, que a veces necesitan librarse de una boca para poder comer, y que no pueden costear unos estudios con gran demanda social que sí están al alcance de las familias más pudientes.
Los niños talibanes viven así inmersos en un ambiente de continua violencia, tanto por parte de algunos de sus profesores como de algunos compañeros y de la propia ciudadanía que se siente molesta con ellos cuando piden limosna por las calles. Es la misma sociedad, sin embargo, que contempla con indiferencia que esos menores hayan sido entregados a extraños por sus familias como una manera de aliviar sus graves penurias económicas. La expresión "dar un hijo" a otra persona, a veces completamente desconocida, forma parte de la "normalidad" de este país sin que cause el menor rechazo social. Y, mientras, el Estado se esconde detrás de la carencia de recursos para justificar su falta de reacción, de intervención para detener estas prácticas. Todo el mundo tiene una coartada para no acabar con la indefensión de estos niños.
Indiferencia fuera mientras la lucha por la supervivencia se vuelve muchas veces encarnizada dentro de las escuelas coránicas. Los niños de más edad se aprovechan de los más pequeños y en ocasiones les roban el dinero que han conseguido mendigando. Y como todos tienen que conseguir una cantidad mínima diaria, robarán en la calle si es necesario para llevar algo a la escuela al final de la jornada. Por esa razón, muchos de ellos no consiguen resistir la presión, la violencia y las penurias que sufren diariamente, y se fugan del centro. En esos casos, algunos acaban como vagabundos, porque han perdido los lazos con su familia, o como migrantes en otros países.
La mayoría son niños, pero también hay algunas niñas talibanes, que también sufren explotación en estas escuelas. Esa mayoría se debe a que los padres no consideran importante que sus hijas aprendan a leer el Corán y, además, porque prefieren que se dediquen al trabajo doméstico en casa.
Este trabajo de investigación ha contado con financiación de la ONU y la colaboración para su elaboración del Consorcio Media de Innovación de la Comunicación Social de Guinea Bissau y asesoramiento técnico de Periodistas Solidarios. Radio Mujer de Bafatá está gestionada por una quincena de asociaciones de mujeres de un país situado entre los doce naciones con menor índice de desarrollo humano del mundo, donde el Código Civil impide que las mujeres puedan iniciar una actividad comercial sin el consentimiento del marido y donde persiste la práctica de la mutilación genital femenina.
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