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BUENOS AIRES.- Tras una semana recargada de dimes y diretes sobre un traspaso de poderes que finalmente se resolvió judicialmente, la expresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner y el flamante presidente Mauricio Macri tuvieron sus respectivos agasajos pero evitaron salir en la misma foto. Cristina se despidió de sus seguidores en un acto multitudinario en Plaza de Mayo pocas horas antes de que se venciera su mandato y Macri prestó juramento, se paseó por una plaza semivacía y por la noche participó junto a los suyos en una gala.
Los suyos, el séquito de Macri, se vio representada en este caso por los políticos que forman parte del nuevo gabinete y, lo que es más significativo, una enorme cantidad de figuras del mundo de la farándula que desde la época de Carlos Menem no formaban parte de la foto oficial. Sobre las medidas económicas prometidas, nada. El nuevo Ministro de Finanzas, Alfonso Prat Gay, argumentó que no quería abrumar. Todo indica que el fervor con el que anunciaron su desembarco en el Gobierno y la inmediata toma de decisiones sirvió como estrategia de campaña pero que no se harán efectivas en tan corto plazo. Por lo pronto, la promesa de levantar el 'cepo cambiario' ─una serie de medidas para evitar la compra de divisas extranjeras─ para el 11 de diciembre no sólo no se cumplió sino que para lo único que sirvió fue para que se dispararan los precios ante el temor de una posible megadevaluación.
El nuevo Gobierno (de los CEO)
Las principales novedades del nuevo Gobierno argentino tienen que ver con que es la primera vez que en el país un partido de derechas llega al poder por las urnas y con el origen ideológico de los cargos más importantes del nuevo gabinete de ministros vinculados con el neoconservadurismo. Sí bien la comparación con la gestión del Gobierno menemista de los años 90 es insoslayable, la diferencia es que esta vez el desembarco de los CEO (Chieff Executive Officer), los directores ejecutivos de máxima responsabilidad de multinacionales y grupos económicos locales, ya no se hace en cargos de gestión de segunda línea, como en los gobiernos de Menem o De La Rúa, sino que directamente se han repartido los cargos de más alta responsabilidad.
Fiel a su estilo de trabajo en equipo, Macri anunció la conformación de un gabinete económico compuesto por seis integrantes. Se trata de economistas neoliberales, empresarios y referentes de think-tanks vinculados con la élite económica que llevan a la cabeza a Alfonso Prat Gay. El recién nombrado ministro de Hacienda y Finanzas Prat Gay, ex directivo de la banca estadounidense JP Morgan, con estrecha vinculación con los grupos de poder económico y financiero, tanto a nivel local como internacional, cuenta en su haber con una serie de rechazos y abstenciones como diputado en leyes económicas clave para la regulación estatal.
El cepo, las reservas y EEUU
Aunque el traspaso formal de funciones se dio el jueves, el sistema capitalista permite leer los apoyos a favor y en contra de un determinado Gobierno a través de la reacción de los mercados. Desde que Macri ganara las elecciones (22-N), ya se pudieron observar los primeros efectos: subieron las llamadas acciones líderes y los títulos públicos y aumentaron los precios de bienes de consumo masivo e intermedios, adelantándose a los costos de la futura megadevaluación anunciada por Macri.
Una de las grandes incógnitas respecto a las medidas que vaya a adoptar el nuevo Gobierno tiene que ver con la velocidad y la urgencia con que aplicará las medidas que anunció durante la campaña electoral, cuáles de esas medidas serán efectivamente aplicadas y cuáles eran sólo promesas de campaña. De momento, ya se echó atrás con la promesa de levantar la restricción a la compra de divisas extranjeras.
Para el sociólogo en economía francés Alexandre Roig, de la Universidad de San Martín de Buenos Aires, tomar esa medida ahora es “técnicamente imposible. El cepo es una medida transitoria que tiene que ver con un problema con las reservas. La pregunta para mí tiene que ver más con cómo en Argentina se constituyen las reservas del Banco Central. Ahí cuenta la cosecha de hace dos años que está retenida y hace que las reservas estén muy bajas. Hay una presión sobre las reservas que tiene que ver con quienes son los verdaderos responsables de que haya un cepo”.
En buena medida, el comportamiento que adopten estos actores a partir de ahora va a ser un buen indicador de en qué medida los grupos de poder apoyan las decisiones del nuevo Gobierno. “Si efectivamente hay una ejecución rápida de las cosechas, disminuyen las fugas de capitales y el blue ─mercado de divisas ilegales─ que es un mercado muy pequeño y si empieza a converger con el dólar oficial será un buen indicador de que hubo acuerdos económicos entre esos actores y el Gobierno. Gran parte de los problemas en Argentina tienen que ver con confrontaciones de actores e intereses más que con problemas económicos tradicionales”, incide Roig.
De momento, se han abierto frentes que permiten gestionar créditos externos y se han empezado a restablecer contactos con actores que estuvieron fuera de la agenda política durante los 12 años de gobierno kirchnerista, sobre todo estadounidenses. Sin ir más lejos, Prat Gay mantuvo estos días un intercambio telefónico con el Secretario del Tesoro de EEUU, Jacob J. Lew, con el objetivo de normalizar las relaciones entre ambos países. Por su parte, Luis Caputo, el Secretario de Finanzas de Macri, se reunió hace unos días en Nueva York con Daniel Pollack, el mediador propuesto por el juez Thomas Griesa para negociar el tema de los fondos buitre.
El recurso de la herencia recibida
“Nos dejan una herencia complicada pero no se compara con otros momentos del país, vamos a normalizar todo con mucho cuidado”, sostuvo el nuevo ministro de Finanzas, Prat Gay. A partir de ahora probablemente el macrismo justifique muchas de las medidas que tome y atribuya el coste de las mismas a la compleja situación heredada de los Gobiernos anteriores, aunque también se vea obligado a reconocer que la gestión encontrada no es tan desastrosa como planteaba en campaña.
Habrá que ver también quién gana la batalla en la discusión interna de su propio gabinete. “La tensión entre ideologismo y pragmatismo va a recorrer todo el gobierno de Macri” señala el antropólogo Alejandro Grimson. “En este momento de triunfalismo salen muchas cosas que tienen que ver con tradiciones ideológicas de muchos cuadros del PRO (el partido del que proviene Macri) y habrá que ver cuánto. Otros cuadros, que existen en el PRO y que son más pragmáticos que ideológicos, están dispuestos a acompañar aventuras que se pueden volver en contra”, continúa Grimson.
Macri ya ha firmado, el mismo día de su investidura, 29 decretos de necesidad y urgencia (DNU) que, entre otras cuestiones, modifican la ley que regula los servicios de comunicación audiovisual, una ley que intentaba regular el funcionamiento de los grandes grupos económicos en relación a los medios de comunicación. Un dato a tener en cuenta: Macrì fue el jefe de gobierno que más leyes vetó en el país y Fernández de Kirchner la presidenta que menos vetos y decretos de necesidad y urgencia firmó.
Nuevo rumbo en política regional
En materia regional, Argentina ha estado hasta ahora alineada con los llamados Gobiernos progresistas de la región. Gran parte del éxito de estos Ejecutivos ha llegado no sólo del distanciamiento de las políticas señaladas por EEUU y los organismos financieros internacionales, sino también y, sobre todo, del apoyo que pudieron brindarse entre unos y otros. Un punto de inflexión en este sentido lo marco el no al ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), una cumbre que rechazó un acuerdo cuyo objetivo era liberalizar los flujos de comercio entre los países del hemisferio sin contemplar ni el grado de desarrollo ni las asimetrías existentes entre esos 34 países. Con Macri habrá que ver qué sucede con el nuevo escenario que plantea la derrota tanto del kirchnerismo en Argentina como del chavismo en Venezuela y la amenaza de impeachment contra Dilma Roussef en Brasil.
En todo caso, Macri y su equipo asumen funciones en un escenario que no se les plantea nada fácil. Por un lado, hay una mitad del país que votó en contra de este proyecto y que el último día de la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner salió a la calle no sólo para despedir a su dirigente sino que también fue un claro gesto de demostración de fuerza dirigido al nuevo Gobierno.
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