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Israel Gideon Saar, la alternativa más radical a Netanyahu

La lucha de cara a las elecciones israelíes de marzo es acerca de la continuidad de Benjamín Netanyahu. Su principal rival, Gideon Saar, acaba de abandonar el Likud y es un político todavía más radical que el actual primer ministro. Nada indica que si Saar gana vaya a haber un cambio de políticas en el país, especialmente teniendo en cuenta que Europa se lava las manos y se niega a intervenir en la región.

Gideon Saar, un miembro popular del partido Likud y rival del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu en las primarias de liderazgo del partido Likud, habla con sus partidarios en Rishon Lezion, Israel.
Gideon Saar, principal rival del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, habla con sus partidarios en Rishon Lezion, Israel. Amir Cohen / Reuters

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Exministro y parlamentario, Gideon Saar ha militado luengos años en el Likud y, para ser más precisos, en el ala más montaraz del partido. Defiende a los colonos judíos con las mismas uñas y dientes con que se opone a la creación de un estado palestino o critica la presencia de refugiados, principalmente africanos, que buscan asilo en Israel.

Nacido en Tel Aviv en 1966, hijo de un médico oriundo de Argentina, Saar se licenció en Ciencias Políticas y Derecho. Desde muy joven participó en actividades de la extrema derecha, pero curiosamente, siendo estudiante, logró un empleo en la redacción de Haolam Haze (Este Mundo), una mítica revista de izquierdas dirigida por Uri Avnery. Se ha dicho que Saar fue el único periodista de extrema derecha que trabajó para un medio de izquierdas.

Aunque sus ideas radicales son conocidas por todos, los sondeos de los últimos días, es decir después de que haya fundado este mes de diciembre el partido Tikva Hadasha (Nueva Esperanza), lo colocan como la segunda formación más votada en las próximas elecciones del 24 de marzo, solo por detrás del Likud que acaba de abandonar.

Sus ambiciones no son nuevas y explican el ostracismo que ha sufrido durante los mandatos de Benjamín Netanyahu. En realidad, Saar es un anti-Bibi más, de manera que es natural que atraiga al sector de la derecha que por alguna razón está descontento con Bibi, pero lo curioso es que también atrae a votantes de izquierda, precisamente por su inflexible actitud con Netanyahu.

Muchos ven a Saar como el único político capaz de sacar del sillón a Netanyahu. El centro y la izquierda difícilmente lo harán. Es cierto que en las pasadas elecciones el centro y la izquierda obtuvieron el 45% de las papeletas, pero los pronósticos más recientes no son muy halagüeños.

Además, ocurren dos cosas significativas: en Israel decir que hay un "centro" y una "izquierda" es tener demasiada imaginación, con el agravante de que a los próximos comicios se presentarán por lo menos media docena de partidos de "centro" e "izquierda" dispersando el voto y debilitando esas corrientes que se han convertido en meros convidados de piedra sin influencia política.

El porcentaje del 45% de los votos de "centro" e "izquierda" incluye a los partidos árabes, que en ningún caso serán aceptados como socios legítimos para formar un gobierno. El extremo nacionalismo y la rampante ascensión de la religión, son dos componentes esenciales de la sociedad israelí de hoy, y no es posible gobernar al margen de ellos en un sistema que no está basado en la ciudadanía sino en la etnicidad.

La prueba de ello es que en las tres últimas elecciones celebradas en los últimos dos años, cuando el campo de la derecha (en realidad extrema derecha) y los religiosos no consiguieron formar gobierno, el "centro" y la "izquierda" fueron incapaces de consolidar una alternativa. Nada indica que esto vaya a cambiar en marzo.

De esta manera, Saar se convierte en la única alternativa para desbancar a Netanyahu. A la espera de ver cómo evoluciona el mapa político en las próximas semanas, no hay ninguna otra posibilidad de recambio. Y las consecuencias son que Israel con toda seguridad no va a abandonar sus políticas desestabilizadoras en la región ni va a entrar en una negociación seria con los palestinos, es decir que la brutal ocupación santificada por Occidente va a seguir.

Hay que insistir en que el respaldo a Saar en la intención de voto, aunque moderado, se explica por el rechazo que muchos israelíes sienten hacia la figura de Netanyahu, aunque paradójicamente esto no signifique que la mayoría de los israelíes estén en contra de sus políticas, ni tampoco que Saar las vaya a modificar en el caso difícil, aunque no imposible, de que se convierta en primer ministro.

Los últimos sondeos indican que los partidos afiliados con la derecha y los religiosos obtendrán en conjunto entre 75 y 80 escaños de los 120 que hay en la Kneset, un éxito sin precedentes. Este dato refleja con precisión que un gobierno de "centro-izquierda" es inviable.

Lo único en juego es si Netanyahu sigue o no, y conviene no enterrarlo antes de hora puesto que ha demostrado mil veces que sus capacidades de maniobra son enormes, máxime si añadimos que el acicate es librarse de los pleitos en curso en los que se defiende de corrupción, que serán más visibles a partir de febrero.

Saar ha prometido que no servirá en un gobierno dirigido por Netanyahu, pero esta promesa hay que ponerla en cuarentena. Benny Gantz, líder de Azul y Blanco, dijo lo mismo durante tres campañas y al final fue apresado en la red de Netanyahu y acabó por hundir a su partido hasta el punto de que ahora no tiene la menor garantía de obtener una representación mínima en la Kneset.

El bautismo político de Saar fue en Tehiya, una formación de extrema derecha que nació para oponerse a la evacuación de la península del Sinaí ocupada en la guerra de 1967. A partir de ahí su carrera fue en ascenso y contó con la protección de Ariel Sharon hasta que este anunció la retirada israelí de las colonias de la Franja de Gaza en 2005, a la Saar se enfrentó con todas sus fuerzas.

Luego se opuso frontalmente a la declaración que Netanyahu realizó en 2009 en la Universidad Bar-Ilan sugiriendo la posibilidad de establecer un estado palestino. Es más, Saar también se opuso al reciente "Acuerdo del Siglo", el plan anunciado por Donald Trump, pero dictado por Netanyahu, que es la última maniobra de desposesión de los palestinos hasta ahora.

En resumen, las actividades políticas de Saar han sido consistentes desde el principio de su carrera y garantizan que aunque se convierta en primer ministro, la ocupación va a continuar y consolidarse, y que los tejemanejes desestabilizadores de Israel en Oriente Próximo no van a terminar.

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