Bogotá
Actualizado:Mayerly Briceño González tiene 25 años y está harta. "¿Por qué nosotros?", pregunta. Es campesina, vive en el área rural del municipio de Tame, región del Sarare en el departamento colombiano de Arauca, fronterizo con Venezuela, y por segunda vez en su vida está sitiada por la guerra. En su vecindario nadie realiza sus habituales actividades cotidianas. Todo el mundo está encerrado en sus casas porque la orden de la guerrilla es no salir.
Así estaban las cosas en Tame el viernes 7 de enero, cuando ella fue panelista en un encuentro urgente por zoom que organizó WOLA (Washington Office on Latin America), una ONG estadounidense que hace veeduría a las políticas de ese país en el continente. Urgente, porque el 2 de enero fueron asesinados en puntos diferentes del Sarare al menos 27 personas, aunque se habla de decenas más. Los sicarios atacaron de manera simultánea hacia las dos de la madrugada. Sacaron a las víctimas de sus casas. "No hubo combates", los disparos fueron todos a corta distancia, según el fiscal general de la Nación, Francisco Barbosa.
Esta vez es la guerra de una guerrilla de vieja data, el Frente Domingo Laín del Ejército de Liberación Nacional (ELN), contra una fuerza irregular emergente que está tomando fuerza, que se hace llamar Frente 10 de las FARC, y otras por el estilo, el Frente 45 y el Frente 28. Son excombatientes FARC que evadieron el pacto de paz firmado en 2016 con el Gobierno de Juan Manuel Santos y optaron por permanecer en el negocio de la cocaína. Conocen y utilizan el lenguaje revolucionario.
Mayerly Briceño lleva la cuenta: la vez anterior fue hace 13 años, ella tenía 12. Su familia tuvo que huir con lo que llevaba puesto. La guerra entre el Domingo Laín y las FARC -en ese entonces las FARC de verdad- duró entre 2006 y 2011, y causó mil muertos, explica el ahora constructor de paz y ex guerrillero del ELN Luis Eduardo Celis. Fue una confrontación terrible entre gente que se conocía.
Ahora, el Domingo Laín acusa a los frentes de los ex FARC nada menos que de trabajar con el Gobierno y la inteligencia militar, y hasta con las agencias y los militares estadounidenses, lo que no es poco decir hoy en día, en plena frontera con Venezuela.
Los ex FARC responden que esa es la ridiculez más grande que han oído en su vida. Uno que habla en nombre del Frente 10 "de las FARC" se llama Anderson. "No matemos gente que no tiene nada que ver en este conflicto", lamenta, y asegura que los jefes del ELN se están matando entre sí.
El senador Pablo Catatumbo, de Comunes, el partido que surgió tras la inserción política de las FARC, fue más directo que los demás senadores en la audiencia especial sobre Arauca de la Comisión de Paz del Senado, también el viernes 7: "Esto empezó con un engaño", dijo, al descartar la versión oficial de que el segundo comandante del Domingo Laín fue asesinado en Venezuela y eso desató la vendetta.
El senador y exguerrillero, un buen conocedor de la situación, confirmó que el conflicto es por el narcotráfico, y puso el dedo en la llaga al inquirir por qué el ejército no persigue a esos frentes ex FARC.
"Lo que personalmente sí conozco es que (en la zona) hay un personaje que se llama Jerónimo (se hace llamar ahora "Arturo Paz"). Jerónimo es un desertor de las FARC que fue acogido por el grupo de Gentil y apoyado por el Ejército", manifestó el senador Catatumbo. Gentil Duarte es un negociador de las FARC que rechazó los términos del acuerdo y retornó a la guerra. Actualmente comanda el grupo más numeroso de las variopintas disidencias FARC y tiene tropas en expansión en el sur de Colombia.
Jerónimo "se rodeó de más desertores" como Anderson y otros, prosiguió el senador. Se dedicaron a sabotear los compromisos de paz. "Terminaron persiguiendo al verdadero comandante del Frente 10 que es, o era, Efrén", quien huyó a Bogotá donde murió de covid-19 en junio de 2021. Catatumbo y sus compañeros le advirtieron al gobierno sobre Jerónimo: "El Gobierno lo toleró y le permitió hacerse lo que es hoy: un hombre que, dicen, tiene 200 hombres. Está armado y vive al otro lado de la frontera", es decir, en Venezuela.
"La pelea que tienen allá es por narcotráfico, por las cocinas (laboratorios de cocaína), porque el ELN no estaba de acuerdo al comienzo con que ellos fueran a montar cocinas en la frontera", y esa fue la chispa. El comprador del otro lado es el mismo, haya guerra o no haya guerra: el Cartel de Sinaloa, según dijo a Público un exiliado colombiano de los años 90 que sigue viviendo en Venezuela, gran conocedor y cuyo nombre se guarda por su seguridad.
"Muchos de los muertos son milicianos de Jerónimo, asesinados por gente del ELN", indicó el parlamentario de Comunes sobre la masacre, y resumió: en Arauca hay una ausencia total de autoridad, no hay control territorial, y eso tampoco lo van a resolver los 625 soldados que envió el Gobierno como respuesta.
Los dos últimos gobernadores de Arauca están presos acusados de tener lazos con el ELN y, en noviembre pasado, el presidente Iván Duque nombró como gobernador encargado al general en retiro Alejandro Navas, quien fue comandante del Ejército durante la presidencia de Santos.
El nombramiento produjo rechazo porque el general Navas está comprometido con una serie de violaciones graves a los derechos humanos, incluidos falsos positivos (ejecuciones extrajudiciales de civiles presentadas como bajas en combate), como se detalla en esta advertencia.
El Domingo Laín pertenece al Frente Oriental del ELN y éste publicó un comunicado el día 4, en el que parece reconocer la autoría de la masacre.
Horas después, publicó un testimonio de un desertor del Frente 10 de alias Miguel Rasguño, que dice que los jefes del 10 y del 45 "planificaron la muerte de Romaña en conjunto con la DEA, la policía y el Gobierno colombiano", señala Miguel Rasguño sobre Henry Castellanos, de nombre de guerra "Romaña", un mando clave de las FARC que había vuelto a la guerra junto con el exjefe negociador Iván Márquez, y que fue asesinado en una operación comando el 5 de diciembre más al norte en Elorza, municipio venezolano de la frontera. En el mismo ataque murió "El Paisa" (Hernán Darío Velásquez), otro mando clave también retornado a la guerra.
La declaración de Rasguño fue reproducida por una página web cercana a Nueva Marquetalia, la nueva agrupación que formó Márquez. Y para que no quepan dudas, la misma página reprodujo el comunicado del Frente Oriental. El ministro colombiano de Defensa, Diego Molano, advirtió que el ELN y Nueva Marquetalia están aliadas. Por cierto, fue contra el Frente 10 que se enfiló una megaoperación militar venezolana, en marzo del año pasado, para expulsar sus campamentos de ese país, que produjo muertos y desplazados cruzando la frontera. Ahora hay una movilización de tropas venezolanas pero es más discreta.
Lo que está claro es que la actual confrontación en Arauca va a escalar, coinciden analistas, y es a muerte. Por lo pronto, los periodistas locales se han visto amenazados si no publican los comunicados de los bandos armados.
La Colombia de Iván Duque no tiene relaciones diplomáticas ni consulares con Caracas, lo que no hace sino complicar todo. Arauca, de casi 24.000 kilómetros cuadrados, la mitad del tamaño de Suiza, comparte 396 kilómetros de frontera con Venezuela. Es un departamento petrolero, pero lleno de carencias y abandono y en donde sí hay mejores carreteras que hace unas décadas, pero son para la industria petrolera.
Señores, no más guerra en Arauca
El 7 de enero, Wola (Washington Office on Latin America) organizó por zoom un panel sobre Arauca. Harta de la guerra, la joven campesina Mayerly Briceño González tomó la palabra.
Mi voz viene desde la voz de los campesinos, la voz de las mujeres y de los jóvenes de este departamento. No mentimos. Estamos con mucho miedo, hoy, pensando en un día que nos genera tanta desesperanza. Y analizando.
Yo tengo 25 años y durante toda mi vida no he hecho más que vivir en medio del conflicto y de todas las situaciones problemáticas que tiene este departamento. Cuando yo era una niña, hace 13 años, nosotros vivimos una situación similar.
Quizás en ese momento no entendía la magnitud de lo que sucedía. No entendía por qué mi familia había tenido que salir de su territorio sin nada, con lo que teníamos puesto y desplazarnos. No entendía qué sucedía. No entendía por qué teníamos, muchas veces, que escondernos, por qué no podíamos movernos de las escuelas y por qué, de un momento a otro, había enfrentamientos.
El problema de la guerra es que, cuando está tan presente, ya hace parte de la cultura y de la vida diaria. A generaciones atrás nos han condenado a vivir esto, y es tan doloroso que hoy nuestros niños también estén viviendo lo mismo. Porque, al final, esta guerra se normaliza y dejamos que los niños vean esta guerra como algo natural, porque hace parte de la cultura.
Cuando sales y empiezas a conocer, y ves otro mundo… En algún momento es tanto el dolor interno al decir "¿por qué nosotros tuvimos que vivir esta vida? Por qué, por ese solo hecho de nacer en esta tierra bendita, que produce agricultura todo el tiempo, y una tierra que amamos, ¿por qué? Por el solo hecho de nacer acá, ¿tenemos que vivir condenados a la guerra? ¿Por qué Arauca, por qué nosotros?" Creo que esa es la pregunta de muchos jóvenes y de los niños de hoy en nuestra tierra. ¿Por qué tenemos que vivir esta zozobra y este miedo?
Ha vuelto la guerra, ha vuelto el conflicto y el temor que se extiende en cada uno de los hogares campesinos. No tienen ni idea del miedo tan grande que vivimos este domingo. De levantarnos todos tranquilos, felices porque estábamos en familia, y de un momento a otro todo era miedo, terror, y volvían esos recuerdos del pasado.
También la salud mental de todas las personas que viven acá. A veces decimos: ¿cómo poder resistir tanto? ¿Cómo poder resistir ante la violencia, ante el conflicto, ante el abandono del Estado?
Porque ¿qué sucedió estos días? Todos en las casas, encerrados. Nadie se movía de su casa. Y decíamos: ¿y las personas que están enfermas? Nosotros estamos en una zona rural de Tame. Acá no tenemos acceso a un puesto de salud siquiera. Y los enfermos que tuvimos durante esos dos días, tenían dos opciones: o se aguantan el dolor, si están enfermos, porque las dos droguerías que hay obviamente estaban cerradas, por miedo (aquí en este corregimiento habitan unas mil personas); o arriesgan su vida por las carreteras, cuando la orden había sido que todo el mundo tenía quedarse encerrado en sus casas. ¡No tenemos ni siquiera acceso a la salud!
Ese es el problema real de este departamento. Acá somos aproximadamente más de 72.000 jóvenes y a nosotros no nos dan la oportunidad de acceder a una universidad pública. Acá quien puede estudiar, ir a una universidad, es quien tenga la posibilidad de enviar a sus hijos a una ciudad fuera de este departamento. ¿Por qué? ¿Por qué nosotros no? Y es nuestra pregunta: ¿Por qué nosotros en Arauca no tenemos la posibilidad de acceder a la educación? ¿Por qué a nosotros?
Afuera, hablar de Arauca es hablar de terrorismo, de violencia, de conflicto armado. Y somos estigmatizados en cualquier parte del país: con temor, si la persona es de Arauca. Pero ¿por qué el Estado no hace una intervención real?
Simplemente, cuando hablamos de un problema de conflicto o un problema tan aterrador como el que estamos viviendo ahorita, es que Arauca aparece en los medios de comunicación y es cuando se habla del departamento de Arauca, y nuevamente quedamos re victimizados con todo lo que aquí sucede.
Nuevamente, ¿qué hace el Estado? Militarizar estas zonas. ¡Y ya! ¿Esa es la atención y la respuesta real? ¿Eso es lo que necesitan nuestros campesinos en este momento?
El plebiscito por la paz, celebrado en 2016 tras la firma de los acuerdos con las FARC, tuvo poco más de un tercio de participación en Arauca y ganó el NO con el 51,37%.
La guerrilla que hay allí es de origen campesino y de fuerte raigambre cívica local.
"No fue una decisión de la guerrilla sembrar un frente en Arauca, surgió como transformación de un modo de lucha legal hacia la lucha armada ilegal y clandestina", explicó a Público Carlos Arturo Velandia, ex miembro de la cúpula del ELN y hoy gestor de paz.
El núcleo original del Domingo Laín estaba compuesto por campesinos organizados por quienes dirigían entonces la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) para recibir la titulación de sus tierras dentro de una campaña de reforma agraria que intentó Carlos Lleras (1966-1970) y que incumplió su sucesor Misael Pastrana (1970-1974), presionado por la clase terrateniente, o quizá, a su servicio.
Pastrana bloqueó cuanto pudo a la ANUC y persiguió a sus líderes. En Arauca, eran "un grupo de campesinos colonos que participaban en marchas y protestas. En el famoso paro del Sarare, en 1972, fueron perseguidos por el Gobierno y engañados, porque la autoridad no cumplió los acuerdos firmados para levantar las protestas. Entonces, deciden armarse y levantarse en rebeldía contra el gobierno", agregó Velandia.
En 1980, este grupo se entronca definitivamente con el ELN y toma el nombre de Domingo Laín. Meses antes, las FARC habían activado en la zona el Frente Guadalupe Salcedo, con un ataque al puesto de policía del pueblito de Fortul.
El nombre del Laín proviene del sacerdote aragonés Domingo Laín Sáenz, nacido en 1940 en Paniza (Zaragoza), y muerto en combate en Colombia en 1974. Laín era amigo y compañero de estudios de sacerdocio de otro aragonés que llegó a ser el máximo comandante del ELN, el cura Manuel Pérez (nacido en Alfamén, 1943, y fallecido de muerte natural en Colombia, 1998).
El ELN es la más radical de todas las guerrillas colombianas, de tendencia guevarista. Por cuenta de los rescates para liberar a empleados de las petroleras secuestrados y de las extorsiones que le pagó la industria internacional del petróleo desde los años 80, el Domingo Laín se erigió en el frente más influyente y con mayor poderío económico dentro del ELN. Durante una década entera en Arauca, entre los años 80 y 90, puso alcaldes y gobernadores o hizo alianzas con ellos.
El Domingo Laín también es el más esquivo a la hora de comprometerse con un acuerdo de paz. Su opinión en cualquier mesa de negociación con el Gobierno tiene, en la práctica, poder de veto.
El último veto se tradujo en un atentado contra la escuela nacional de la Policía en Bogotá (enero de 2019). Como un resorte, el presidente Duque se retiró de la negociación que su Gobierno arrastraba de mala gana con el ELN en La Habana, herencia del Gobierno de Santos. Además, se negó a cumplir el protocolo de regreso a Colombia de los guerrilleros negociadores. El resultado: la cúpula del ELN está en Cuba, congelada en el tiempo como lo han estado las negociaciones, aunque en el último mes se insiste en que Duque envió a La Habana a una comisión exploradora, cosa que él niega.
¿El ELN está subiendo el costo de la exploración de paz? Desviando de hecho la atención del espanto que causa una masacre de al menos 27 personas, el ELN -esta vez su Frente de Guerra Urbano- atacó el viernes en la noche en Cali, al otro lado de Colombia, un camión que transportaba policías antimotines, y se reivindicó el atentado casi inmediatamente.
Los acercamientos de paz deben estar en el orden del día, subrayó el directivo de WOLA Adam Isacson en el citado panel, y recordó su viaje a Arauca de principios de 2018, cuando muchos araucanos le mencionaron los 101 días de cese bilateral (octubre 2017-enero 2018), pactado poco antes de la visita del papa Francisco en septiembre de 2017. Vecinos de Arauca le dijeron que ese había sido el mayor respiro de paz que habían vivido: "Se sentía la tranquilidad, había distensión en las mentes y en los seres".
Pero el ELN no renovó el cese unilateral y un año después explotó un carro bomba en la escuela de policía, que reventó el diálogo de La Habana.
Con todo, es bueno crear mecanismos de distensión, dijo Isacson, en vez de mandar dos batallones más. Porque cuando los soldados se vayan, todo seguirá igual. Así pasó con los 100 millones de dólares que entregó el Gobierno de George Bush en 2003 para que las unidades militares de Arauca pudieran proteger mejor el oleoducto Caño Limón-Coveñas, y que apenas incluían ayuda social. Al final de la década llegó más dinero para la fumigación aérea de coca. Y hoy en día, agregó, siguen explotando bombas contra el oleoducto. Las donaciones de EEUU para programas sociales en Arauca han sido de corto plazo y el Gobierno colombiano no les ha dado continuidad.
Ataque al tejido social de Saravena
El 9 de enero fue atacada con explosivos la sede del acueducto comunitario de Saravena, cabecera municipal en la región del Sarare en Arauca. La oficina de la Empresa Comunitaria de Acueducto, Alcantarillado y Aseo de Saravena (ECAAAS) está a 200 metros del cordón de seguridad de la policía, que no hizo nada oportunamente.
Se trató de un ataque frontal al tejido social alrededor del cual se forjó Saravena en los años 1960. La gente se organizó en torno al agua y, más allá, a defender los derechos humanos y sociales a través de juntas de vecinos. Su ejemplo cundió. Décadas después, la ECAAAS ganaba premios por la calidad del agua y por ser la mejor empresa de servicios públicos de Arauca.
Los dueños de la ECAAAS son organizaciones comunitarias: de jóvenes y estudiantes, de mujeres, vecinales y de indígenas. En los primeros meses del Gobierno del ultraconservador Álvaro Uribe, en noviembre de 2002, fueron capturados dos de sus directivos y condenados bajo la acusación de pertenecer al ELN. Los cargos fueron desvirtuados en 2016 por el Consejo de Estado. La persecución contra ECAAAS incluyó desde intentos institucionales de arrebatarle la empresa a la comunidad hasta ataques paramilitares con el asesinato de trabajadores del acueducto y sus líderes, lo que causó desplazamiento forzado y exilio de los demás, en 2003 y 2004.
Ahora, los desertores FARC que siguen usando el nombre de esa guerrilla, pero dedicados al narcotráfico, reivindicaron el ataque terrorista del domingo en la noche.
La ECAAAS ya había sido blanco de las FARC en una guerra que libró contra el ELN entre 2006 y 2009. Los guerrilleros FARC lanzaron entonces una granada explosiva contra esta misma oficina que fue atacada ahora, y en otra ocasión volaron un sector de la planta de tratamiento.
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