El cartero que también triunfa en España
El líder trotskista francés Olivier Besancenot apadrina a Izquierda Anticapitalista
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No tiene pinta de agitador de masas. Ni de icono iconoclasta, ni tan siquiera de líder de un movimiento radical que pretende remover las costuras políticas de la vieja Francia y de paso estallar los cánones de la izquierda "institucional y gestionaria". Olivier Besancenot parece un joven más, un chaval con camisa, vaqueros y deportivas. Un cartero de 35 años recién cumplidos.
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Eso es, precisamente. Y de eso predica, de la conquista, casi de la invasión, de la gente normal a la política. Con un discurso y un rostro fresco, pero con ideas claras, básicas, de combate contra un capitalismo que lo engulle y lo "destruye" todo. El cartero de Francia ya ha conseguido hacerse un hueco en la parrilla mediática, ha escalado en popularidad. Y ha exportado el producto, su creación política: el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), descendiente directo de los trotskistas de la Liga Comunista Revolucionaria.
Ayer aterrizó en España, en Barcelona y Madrid, luciendo su tarjeta de líder global, de imán mediático, para apoyar a sus compañeros de Izquierda Anticapitalista (IA), la escisión de IU. Despachó una entrevista tras otra y luego se sentó, quieto, atento, junto a sus colegas de IA en el escenario del Instituto Cardenal Cisneros de la capital, ante una grada de 500 personas apiñadas y entusiastas.
IA quiso mostrar el peso de sus lazos con los movimientos callejeros. Con la erupción social que se rebela contra la crisis. A la tribuna saltó la revuelta de los trabajadores de Telemadrid, la denuncia del "terrorismo patronal" de los empleados de Iveco, la organización sindical de los McDonalds, la rebelión contra la "privatización de la universidad" de estudiantes y profesores. "El capitalismo ha destruido absolutamente todo en este planeta", planteó el filósofo Carlos Fernández Liria, número cuatro de la lista de IA a las europeas.
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Sí, las europeas, el "partido y la batalla" que los anticapitalistas van a disputar, levantando un muro contra la izquierda "institucional". Llámese PCE o llámese IU. "No jugamos a refundarnos, a rebautizarnos. Estamos a la izquierda de lo posible", gritó el número tres de IA el 7-J, Raúl Camargo. "Aprendemos de los errores. Tratamos de articular la rabia contra el sistema". Hay que conjurar el "desencanto", añadió Esther Vivas, la cabeza de lista.
Besancenot fue el último. El de las sentencias lapidarias. "No hay campaña real, sino virtual", "Europa no existe, se la han imaginado", "Utilicemos la campaña para la lucha y para construir un partido anticapitalista europeo". Se trataba de insuflar energía, de desterrar el desánimo, de olvidar las quimeras. Porque "si la utopía es pensar que se puede cambiar esta sociedad de mierda, entonces merece la pena ser utópicos". Pura ruptura.