Entrevista a Nach"Si no fuera por detalles y la suerte, estaría trabajando en una oficina"
Jose Carmona
Madrid--Actualizado a
Ignacio Fornés Olmo (1974), conocido mundialmente como Nach, es uno de los raperos más influyentes e importantes de la lengua castellana. Lleva más de 20 años en la industria de la música y repasa con Público toda su carrera, sus orígenes y sus motivaciones.
Criado en Alicante, Nach nos atiende en el bar Pepe Botella, en la Plaza del Dos de Mayo, en el madrileño barrio de Malasaña. Es un lugar importante de su vida, donde vivió durante unos años hasta volver a la ciudad donde se crió. De camino al bar, repasa los negocios locales y da lecciones sobre algunos de los dueños de la zona.
Esta entrevista se enmarca dentro de una serie de conversaciones con raperos y raperas españoles.
¿Cómo recuerda su infancia? ¿De qué trabajaban sus padres?
Yo recuerdo una infancia feliz, multitudinaria, porque éramos muchos hermanos. Una familia de clase media. Mi padre trabajó en muchas cosas, tuvo una empresa de parquet, de suelos y moquetas, tuvo camiones antes... Se arruinó varias veces y se recuperó varias veces. Pasamos épocas bien, otras más apurados, pero nunca me faltó un plato en la mesa. Era el tipo de vida de la clase media en los ochenta en España, que fueron muy bonitos, hubo un cambio en España.
Como un niño, empezabas a ver series nuevas, tenías la posibilidad de soñar, de mirar más allá en tu vida, de expandirte interiormente... Fui un niño muy creativo y flipo con mi madre, cómo pudo sacar adelante a ocho hijos. Tengo recuerdos muy felices. Pude jugar mucho, se me dio esa libertad y eso me convirtió en una persona creativa, que derivó en haberme desarrollado en la música.
¿Tocaba algún instrumento?
No. Lo bueno es que al ser el pequeño, todos mis hermanos tenían un montón de música muy diferente. El salón estaba petado de vinilos, desde la música británica a música negra... desde Spandau Ballet a Supertramp pasando por Sam Cook, Alaska, Sinead o'Connor... mis hermanos no me dejaban tocarlos, pero cuando no estaban me los ponía.
Al descubrir el rap vi algo mucho más fresco que me impactó mucho más. Yo jugaba al baloncesto y había peña en San Blas, en el parque todo el día con el loro escuchando rap. Me acercaba a ellos y les pedía cintas.
¿Cómo era Alicante en los ochenta?
Me movía por San Blas con la inconsciencia de un chaval de diez o quince años. Justo donde nosotros jugábamos al baloncesto la peña se metía caballo. Lo normalizas. Ellos sea acercaban a la cancha, hablabas con ellos, o incluso eran los mayores de tu colegio. Pero es solo una parte. Alicante empezó a tener más turismo en esa época, es una ciudad pequeña y se mantenía esa mentalidad. Yo miraba a EEUU, sentía que mi mirada estaba en otro sitio. Mis amigos de baloncesto me llamaban El Americano, porque yo quería jugar al baloncesto, escuchaba rap... ¡yo quería ser negro! [risas]. Aunque, la verdad, para un niño pequeño esos dos kilómetros donde se mueve son todo el universo, no echaba de menos que fuera una ciudad más grande. Si sigo viviendo allí es por algo.
Imaginaba que habría descubierto el rap en la universidad.
El rap entro en mí en segundo de BUP. Public Enemy, Beastie Boys, Run DMC... pero la universidad no tuvo nada que ver. Cuando empecé la universidad, entre el baloncesto y el rap, me costó sacarme la carrera porque mi cabeza estaba en otro rollo mental. Tuve que dejar el baloncesto, cogí nivel para lo que era Alicante, pero empezó a haber entrenamientos por la mañana y por la tarde. Llegó un entrenador yugoslavo que me terminó de liquidar. Yo no quería estar en un servicio militar, yo quería jugar en el parque.
¿Siente la universidad como esos años formativos clave en una vida?
Yo estudié Sociología; quería estudiar Periodismo, pero no tenía pasta para irme a València a estudiar, así que tuve que adaptarme a lo que había en Alicante. Adquirí bastante cultura general y reforcé lo que me gustaba. Había cosas de la carrera que no me gustaban nada, que estaban muy mal impartidas, pero tampoco tengo la sensación de que la carrera me cambiara la vida. Eso vino por mi inquietud personal de tener cuatro duros en la cartera y con eso hacer virguerías, conocer gente y expandir mis horizontes personales y mi inquietud personal y formar parte de un movimiento llamado hip-hop. En aquella época, como éramos pocos, hacíamos mucha piña.
Cuando grababa la primera maqueta, ¿se planteaba vivir de la música?
Nunca te planteas dedicarte a esto. No había ni plan ni ejemplo. Tenía cosas en la cabeza y quería hacerlo. Escuchaba a los grupos de principios de los noventa y, no sé, había un deseo de parecerme a ellos en sonido y actitud. Había una parte emocional que lo hacía más que un hobby, pero no había un plan de dedicarte a esto.
¿Y esa parte emocional sigue viva?
Yo creo que sí, aprendes a entrenar esa motivación y estar siempre cerca de ella para seguir funcionado y para seguir viendo que aún hay camino que recorrer, tanto con mis libros de poesía como haciendo discos y temas nuevos. Sigo recibiendo un beat y sigo dejándolo todo y poniéndome a escribir. Es muy difícil de explicar, tío. También hay veces que estás menos motivado y eso le quita el deseo, pero he encontrado la manera de aferrarme a ello. Sigo creyendo que expresarme de esta manera sigue valiendo la pena y que no hay otro camino que quiera seguir en mi vida.
Cuenta Sabina que alguna vez se ha visto en la segunda canción de un concierto y sentir mucha pereza por tener que acabarlo.
Es que no es fácil. A mi también me ha pasado estar en la canción dos y decir: "Buf, todo lo que me queda". Y notarte cansado y que no te apetezca nada. Tengo que conectar con un público que ha pagado una entrada y me siento muy fuera. No es fácil para un artista tener que conectar y desconectar simplemente cuando llega el momento. He pasado momentos de ansiedad antes de un concierto porque no podía con mi alma y quería irme a casa. Y ahora tengo que salir delante de 20.000 personas y sacar una energía brutal y a ver cómo lo hago. Al no encontrar dentro de ti, tu corazón empieza a latir con fuerza, empiezas a hiperventilar y eso no es fácil de asumir.
"He pasado etapas de subirme frente a 30.000 personas y volver al silencio de mi casa, y eso me costó gestionarlo"
Los artistas también pasamos por muchos procesos de ese tipo. Desde fuera, a veces nos ven como máquinas: sube, haz promoción, haz entrevistas... pero con el tiempo te das cuenta de que nada es tan grave. Puedes salir a un concierto más cansado o menos motivado, en algún momento vas a conectar. Si no has dado el mejor concierto de tu vida, has sabido hacerlo bien, porque está en ti. En tu cabeza es todo mucho más engañoso que la vida real. He aprendido a estar siempre al menos a un mínimo para no desconectarme de todo, porque he pasado etapas de subirme frente a 30.000 personas y volver al silencio de mi casa, y eso me costó gestionarlo. Yo no era Rafa Nadal, pero al mismo tiempo nadie me preparó para eso. Al final, si lo asemejo con el baloncesto, tengo la sensación de que en mis conciertos siempre he terminado ganando el partido, así que se trata de no darle importancia. Y, si hay fallos, a la peña le da igual, porque está ahí para pasarlo bien. Es un momento de comunión y de disfrute. También hago el ejercicio de pensar que yo luché para llegar hasta aquí, así que intento disfrutarlo.
Hay un cambio sustancial desde sus maquetas a su primer disco, 'En la brevedad de los días'. ¿A qué se debe?
Empecé a hacer colaboraciones en algún disco, se corrió la voz de que tenía un discurso que molaba... así que llegó Rebelde Discos y me ofreció hacer un disco. La canción de Basado en hechos reales la hicimos en casa de mi mánager con un sample de Lenny Kravitz. Grabé el disco en Sevilla, que era donde se movía Tote, SFDK... y grabé En la brevedad de los días. No estábamos profesionalizados, si escuchas el disco te das cuenta de que suena como el culo [risas]. La profesionalización llegó en 2003 con Poesía Difusa. Pasamos de meter 50 personas en un concierto a de golpe llegar a Vitoria y que Fran [el mánager] me mirara y dijera: hemos metido 800 personas aquí. Ahí te das cuenta de que algo ha cambiado.
De ese disco los fans aún te piden canciones, como 'Basado en hechos reales' .
Sí, ese tema era especial. El estribillo cantado en aquella época era como "pero qué hace". Luego lo rehíce y lo remastericé y suena un poquito mejor, lo sigo haciendo en bolos.
En un primer disco, y más en el rap, donde todos guardan un semblante serio, sacó una canción para su madre.
"Si algo bueno hice fue ser fiel a mi personalidad"
Sí, creo que he tenido algo muy bueno e irracional en mí, que cuando a mí algo en el vientre me petaba lo tenía que hacer. En cuanto a la canción a mi madre, yo escuchaba mucho tango en aquella época, lo metimos en la canción y yo necesitaba expresarle a mi madre todo lo que había hecho por nosotros. Está hecho de una manera que ahora lo escucho y... [risas], pero lo hice con un par de huevos, porque era lo que me hacía sentir cosas. Si algo bueno hice fue ser fiel a mi personalidad.
En 'Poesía difusa' hace una canción sobre España. ¿Se puede hacer una canción a un país y que suene de izquierdas?
Quería hablar de mi país como un lugar con luces y sombras. Había cosas que yo relacionaba con mi cultura y con el dónde me he criado y me sentía como en casa, y a la vez otras cosas que odiaba.
Hace incluso alusión a la Memoria Histórica y al pasado franquista. ¿Cómo vive el auge de Vox? Y la política en general, ¿la vive con distancia?
No la vivo con distancia, pero sí con objetividad. Hoy en día, como nos estamos extremando tanto, o estás en un polo o en el otro, y si estás en el medio no te mojas. Estoy bastante confundido y desencantado con que en este planeta haya dos polos opuestos. Creo que tiene que ver con cómo es el ser humano.
"Estoy bastante confundido y desencantado con que en este planeta haya dos polos opuestos"
Nada ha cambiado, en el fondo. En 2020 tendríamos que haber dejado atrás toda esa diferencia que empezó hace 100 años y que provocó una guerra civil y una dictadura. Hoy en día se radicalizan cada vez más los discursos, y me da pena, porque yo tengo amigos de derechas y no puedo poner la mano y decir: "No quiero saber nada de ti". Intento entenderles y saber por qué piensan así e intento aprender de ello. Obviamente, estoy más cerca de la gente de izquierdas, pero también veo mucha intolerancia en quien no piensa como ellos, y no creo que así deba ser una persona de izquierdas. Dentro de toda esa vorágine estoy bastante desencantado, porque activa un lado irracional que hace que la gente no piense. En ese tira y afloja entre los dos extremos no me identifico con ninguno, tío. Toda esa forma de actuar tan radical hace que dejemos de actuar de forma empática. Veo las nuevas generaciones que todavía lo tienen anclado y yo pensaba que lo iban a tener superado, es bastante cansino. Nunca he creído que el radicalismo, tanto de un lado como del otro, nos traiga nada bueno.
De ese disco también queda 'Amor libre', ¿no?
La rapeo porque me la piden mucho, y hay veces que no sé... [risas], pero luego hay veces que sí la siento mucho, eso mola.
Contaba Rosendo que su jubilación, entre otras cosas, vino porque estaba cansado de tocar siempre las mismas canciones
Yo no quiero que un concierto me canse, pero sí que hay un porcentaje que lo hago por el público, y me gusta hacerlo por el público. Por ellos estoy donde estoy. Por mucho que una canción sea repetitiva y piense en qué voy a comer mañana mientras la rapeo, luego pienso enseguida: "Mira la gente". Es como un regalo. Lo que hago con estos temas es que hago un medley, canto una parte de cada tema, que las disfruten un poco y ya cambio de tema.
En 'As magna' tiene una canción sobre EEUU donde da a entender una relación de amor-odio con el país.
Buah, lo adoro y me desquicia. Voy mucho a EEUU, siempre me ha llamado mucho la atención. He viajado mucho a Nueva York y mucho a California. No creo que en Idaho pueda encontrar conexión [risas]. Mis amigos son puros demócratas que decían que si ganaba Trump se irían de EEUU, pero es una relación de amor-odio. Hay que ver que han sido pistoleros desde hace dos siglos y machacaron todo lo había allí. Han crecido como país desde un espectro muy conservador y un capitalismo muy bestia. Hay cosas de allí que yo no puedo. Recuerdo un día en Florida, era sábado, y la gente salía con sus carros a dar vueltas, simplemente dan una vuelta para que les veas y vuelven a casa. Pero como lo veo desde fuera, es algo divertido y tienen un punto muy naif Hay quienes no tienen ese cinismo y tienen esa ingenuidad que mola mucho.
Tiene tambié una suerte de interludio que titula 'El día que murió el arte' , donde vomita todo lo malo de la industria.
En aquella época lo que veía me rayaba muchísimo. Yo estaba metido en mi nicho y apareció Operación Triunfo. Recuerdo que uno de ellos preguntaba "qué discográfica te ha tocado" y cosas así. Luego, con el tiempo, he conocido a gente como Bisbal y me parece un artista brutal, y Manuel Carrasco, amigo mío, es fantástico. Pero es que no entendía por qué el arte tenía que estar liderado por el mercado, pero te estoy hablando de hace 15 años.
¿La industria musical le ha decepcionado?
Sí, pero lo entiendo. No participo en la necesidad de ir a photocalls o la necesidad de poner contenido en redes sociales para que no se olviden de ti, o la ambición que hay de mucha gente de "mira, este lo está petando y se está haciendo rico..."; yo quiero hablar de música. Sí que veo esa ambición constante de gente que me rodea.
Estamos en el Pepe Botella ¿Ha escrito canciones importantes para su música desde este bar?
Poesía de guerra, entera aquí, Ellos y yo... Casi todos los temas de A través de mí y Urbanología fueron escritos en una de estas mesas. Con mi perro, que ladraba a todos los que entraban [risas]. Recuerdo no solo este bar, sino muchos de los que hay alrededor. Me vino muy bien a nivel vital, que luego se plasma en la creatividad.
Me cuesta escribir en casa, aunque no tenga más remedio. Me gusta más bajarme a una cafetería, incluso a veces a la biblioteca, pero hay mucha gente joven estudiando que me conoce. Siempre que estoy de viaje y en movimiento escribo más que cuando estoy en casa. Intento que mi casa sea un lugar donde mi mente se calme, porque si no al final estas siempre conectado a la creatividad y es agotador. Si se me ocurre alguna frase la anoto, pero no la desarrollo.
¿Cómo compone?
Cuando se me ocurre una idea de una canción, hago un boceto, la escribo de una forma muy de vomitar, sin estructura, ni rima, ni nada y escribo todo lo que puedo. Cuando me llega la instrumental adecuada es cuando cojo ese boceto y ya tengo materia prima sobre la que trabajar.
¿Llega un momento en el que se satura de su propio estilo? ¿Identifica sus propias muletillas y se vuelve loco por evitarlas?
Sí, me he dado cuenta de que esto ya lo he hecho o me he repetido. Pero mi conclusión es que lo tengo que acabar, porque a lo mejor en el proceso luego encuentras algo diferente. Sobre todo, hay que acabar, que a los artistas nos da miedo, porque ahí nos damos cuenta de si es malo o bueno y hay que afrontarlo. Ese enfrentamiento a un trabajo acabado es importante.
Ahora intento moverme en bpm [velocidades de ritmos] más rápidos. También me fijo en nuevas tendencias, incluso reggaetón y música electrónica, y llevarlo a un terreno en el que me sienta cómodo. Veo a artistas que dicen que tienen que romper para petar, piensan en algo externo y yo me creo a esos artistas que siguen una línea. Hay gente que rompe y dices madre mía, pero si este no eres tú...
¿En qué nota la madurez a la hora de componer?
Sé mejor donde ir cuando escribo una letra, lo tengo todo más claro y soy más consciente de lo que representa una letra para quien la escucha y me cuesta más escribirla. Con 19 años decía: "Esto rima", y adelante, pero ahora soy mucho más fiel a una idea.
¿Es duro consigo mismo? Tiene que ser difícil encontrar críticas cerca cuando se llega a un punto de fama alto.
A veces soy bastante autoexigente. Cuando estoy con el papel y estoy creando se me olvida todo y solo pienso en mi relación conmigo mismo, y es muy bueno. Sí es cierto que hablas con colegas y te dicen "la polla" y tú dices: "No, tío, critícame". De hecho, estoy pensando en coger 12 personas que no conozco de nada y que hagan un test. A la vez tengo gente que sé que es crítica.
Yo intento saber a quién tengo que enseñar las cosas. Hay una frase que dice: "Prefiero un enemigo que me diga esta frase no está tan mal a un amigo que me diga genial, como siempre". Y es un poco así. Es complicado a veces poderte poner en lo que otra gente dice de ti, yo podría haber hecho las mismas letras que he hecho y no haber tenido suerte en la industria por no juntarme con las personas adecuadas. Estarías haciendo la entrevista a otro y yo sentado aquí al fondo. Como ha habido esos tres elementos con los que yo he tirado para adelante, pues se te toma por genio. Y eso me raya un poco.
Por suerte, tengo a mi mánager. Yo hubiera sido un puto desastre sin él en cuanto a crecer como artista. Sí tengo en cuenta a hermanos y gente cercana que me ha puesto en mi sitio cuando estaba yo un poco flipado. Ha habido gente de la industria que quería trabajar conmigo y yo he sabido poner las condiciones adecuadas... es que hay mil cosas que te pasan por el camino. Si no fuera por esos detalles y la suerte, estaría trabajando en una oficina.
¿Piensa el potencial perdido y en lo que no habría llegado a ser como rapero si no hubiera podido dedicar su vida entera a ello?
Cuando empezamos había gente con mucho talento, pero tuvieron que buscarse curros y no pudieron desarrollar todo su potencial. Yo he tenido suerte, tío. He trabajado mucho, pero he tenido suerte.
Yo he conocido verdaderos genios que no han triunfado. Lo de la genialidad hoy en día está muy tergiversado. "Buah, seis millones de seguidores", "no apareces a tu hora, qué genial eres". Yo estuve a punto de dejarlo antes, con 24 o 25 años, antes de Poesía Difusa y me contactó una empresa para currar con ellos. Lo iba a dejar todo, porque ya necesitaba independizarme y tener una vida adulta. No puedes vivir una fantasía toda la vida. Y eso me afectaba mucho. Hice una entrevista en una empresa de arquitectura y yo llevaría una parte de gestión, no molaba nada [risas].
La vida que se podría haber perdido....
Sí, por eso lo de la suerte. Si es que esta decisión yo la tomé en un momento que me podría haber salido mal en un 90% y tocó el 10%.
Cuando firmó por Universal, una multinacional, fue tachado de traidor al rap.
Fue en 2008, cuando no pasaba demasiado. Tuve que abrir camino en ese rollo. No quería que tocaran nada de mi trabajo y ellos accedieron. Lo pensé mucho y estuve un año haciendo el contrato como yo lo quería, porque mi intención era expandir mi música a más gente y veía que en América Latina estaban pasando cosas muy fuertes con mi música y quería ir a tocar aquello. No me arrepiento para nada, las cosas buenas pesan más que las malas.
¿Cómo fue ese 'boom' en América Latina?
En 2005 recuerdo un coliseo en Chile, no sé cuánta gente habría, peña saltando de un antifetatro a otro. En México, 8.000 personas, mi primera vez en México, 2.800 metros de altitud, un calor que te morías, y los de seguridad en el escenario de pie, los miro en la tercera canción, están con los pies contra la pared haciendo fuerza contra la valla del público. En el último tema la gente se subió al escenario y tuvimos que salir corriendo... una locura.
Allí es que todo era muy descontrolado, no conocíamos a los promotores. Yo he vivido cosas bastante surrealistas, en algún concierto ves que el que lo programaba tenía sus negocios y cuando tenía que pagarnos nos dábamos cuenta de que estábamos con peña en una habitación que madre mía... pero eso no es lo normal tampoco, no quiero hablar de ellos y que parezca eso.
¿Es 'Efectos vocales' su gran canción?
Es una canción que me ha dado tanto, que si vieras cómo surgió... Estaba con colegas y me surgió una frase todo con la "a" y dije: "Me voy a hacer cuatro frases". Ahí empezamos a decir todo tipo de tonterías y brutalidades con la misma vocal, y luego ya me hice varios cachos y de ahí el tema. Lo escribí de una manera tan rara que nunca esperé esa repercusión. Al hacerla en directo es ese momento en el que yo ya estaba arriba y quería llevarles arriba. El 95% de los casos me lo disfruto y me acaba reventando. Es un tema que entra en mí y sale la ametralladora.
Debí tardar en hacerlo un mes o así, un poco más, un par de meses. Sí recuerdo rapearla con la instrumental de Acción Sánchez y decirme: "Aquí hay algo". Esto no iba a dejar indiferente a la gente. Es muy difícil hacer cosas nuevas cuando está casi todo inventado, pero sí, es algo que siempre quedará ahí, y lo que me parece curioso es que teniéndome como un rapero que cuida la lírica, que uno de mis temas más solicitados sea un tema de punch-lines con juegos de palabras... Me mola.
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