"Es positivo retirar las estatuas confederadas porque fueron traidores que se rebelaron contra su propio país"
Manuel Ruiz Rico
Washington-
Sharon Pratt (Washington DC, 1944) hizo historia en 1991 cuando se convirtió en la primera alcaldesa negra de la capital del país y la primera de una gran ciudad estadounidense. Cuando Pratt tomó las riendas del Distrito de Columbia la capital era una ciudad muy diferente a la actual: aún se apodaba la capital del asesinato porque en sus calles asaltadas por la epidemia de crack se producían más de 400 homicidios al año; hoy, dirigida por la alcaldesa negra Muriel Bowser (todos los regidores de la ciudad han sido negros y miembros del Partido Demócrata), la capital es una urbe cosmopolita, cosida con una decente red de metro, con zonas muy gentrificadas y una de las ciudades más caras del país. Con una población de 705.000 personas, la primera comunidad es la negra (46% del censo), así que Washington ha vivido varias semanas intensas con las protestas desatadas el 25 de mayo tras la muerte de George Floyd. El viernes 26 de junio la Cámara de los Representantes del Congreso votó a favor de declarar el Distrito de Columbia como el 51º Estado del país. De lograr el voto final del Senado, lo que se antoja improbable, dejaría de depender, como lo hace hasta ahora, del gobierno federal.
El viernes el Congreso votó a favor de la estatalidad de Washington. No era la primera vez que se votaba. En 1993, bajo su mandato, una propuesta similar se votó en el Congreso y fue rechazada. ¿Qué ha cambiado desde entonces? ¿Por qué necesita Washington ser un Estado?
En 1993 se logró llevar la propuesta a la Cámara de los Representantes pero quedó claro que no tenía apoyos para salir adelante, ni siquiera tuvimos los votos necesarios para haber provocado un debate en el pleno. Esta vez sí hemos tenido suficiente respaldo en esa cámara [donde los demócratas tienen mayoría de escaños] y el apoyo de su presidenta, Nancy Pelosi, quien ha hecho mucho en la tramitación de esta propuesta y por provocar el debate [Pelosi es diputada del Partido Demócrata]. Defiendo que el Distrito de Columbia debe ser un Estado porque sus 705.000 habitantes pagan impuestos y sirven y defienden a su país y sin embargo no tenemos representantes propios [con voz y voto] ni la Cámara de los Representantes ni en el Senado. Con la configuración política actual, el Congreso puede siempre anular una decisión que adopte el gobierno de Washington.
¿Ha sido un detonador de este proceso la reacción furibunda de Trump contras las protestas tras la muerte de George Floyd, una reacción que fue especialmente violenta en la capital, que llegó a estar militarizada?
Es un ejemplo perfecto de por qué Washington tiene que ser un Estado. Primero, hay que proteger la soberanía de un territorio y sólo lo puedes hacer si eres un Estado. El presidente Trump no podría haber metido sin más tropas en el Estado de Michigan o el de Virginia y hacer cuanto quisiera. Tiene que seguir los procedimientos federales que hay para ello. Pero Trump decidió militarizar Washington a pesar de la oposición del gobierno del Distrito de Columbia, sin consultar con los líderes del Distrito y a pesar de que las protestas estaban siendo eminentemente pacíficas. Y si hay un gobierno del país que sabe cómo gestionar unas protestas, por las muchas que ha vivido a lo largo de su historia, es el gobierno de Washington.
Le ha sorprendido la amplitud y duración de las protestas, que aún continúan cada día en Washington en torno a la Casa Blanca, que sigue, de hecho, vallada.
"Con la configuración política actual, el Congreso puede siempre anular una decisión que adopte el gobierno de Washington"
Hacía muchos años que no se vivían estas tensiones en Estados Unidos, pero es lógico que pasen estas cosas. No puedes inflamar la sociedad y luego pretender que no haya tensiones. Mira la historia de Estados Unidos: cómo puedes esperar que no haya tensiones si has tratado a parte de tu gente [los negros] como ganado… de los primeros al menos doce presidentes, John Adams [el segundo, entre 1897 y 1901] fue el único que no tuvo esclavos. Cuando Estados Unidos aprobó la liberación de los esclavos, en realidad no se hizo mucho más para reparar la historia. La comunidad negra empezamos a vivir como personas libres, pero en un país que nos era y es hostil. Estas tensiones se han construido desde los inicios de la historia de Estados Unidos y nunca se han afrontado realmente.
Las protestas de este año han recordado a muchos a las de finales de los años 60 bajo la presidencia de Lyndon B. Johnson. Las de 1968 en Washington, tras el asesinato de Martin Luther King, fueron muy violentas.
El presidente de entonces, Lyndon B. Johnson tiene un gran crédito [en la recuperación de los derechos de los negros] porque aprobó la Ley de Derechos Civiles y la del Derecho del Voto [en 1964 y 65, respectivamente]. Fueron muy importantes porque catapultó a las minorías para poder darles poder político. Pero las protestas de entonces y de hoy son el reflejo de que el origen real de las tensiones del país que, honestamente, no se han afrontado nunca. Sigue habiendo mucha discriminación. Tras la última crisis económica de 2008, por ejemplo, la comunidad más afectada y que aún tiene que recuperarse es la negra, en términos de igualdad económica, vivienda, etcétera. Y lo mismo sucede con la comunidad latina, que ha sido tratada también injustamente. Estados Unidos nunca ha querido hablar de este asunto de verdad, es una parte dolorosa de nuestra historia. El tema está siempre ahí pero nadie quiere hablar de él, es incómodo y si uno lo saca se considera maleducado. Hay que empujar hacia adelante para que este tema avance.
¿Qué diferencias encuentra entre las protestas de aquellos años 60 y hoy?
Recuperamos la libertad, recuperamos nuestros derechos y ahora hay una nueva generación diferente, que ha crecido con un presidente negro y tiene otra actitud, y hay más energía y conciencia colectiva para cambiar las cosas. La gente joven de todas las razas son las que han salido a la calle a gritar: sí, las vidas negras deberían importar. Y ese grito no significa que las otras vidas no importen, lo que quiere decir es que en este país las vidas de los negros nunca importaron. La diferencia entre estas protestas y las anteriores, es que ahora la mayoría de la gente que participa en ellas son jóvenes y no son sólo hay negros sino personas de todas las razas.
¿Qué es lo que más le han sorprendido de las actuales protestas?
He quedado gratamente sorprendida por la sostenida energía de las protestas. He vivido muchas antes y en general enseguida se vuelve rápido a la normalidad y se pasa página. Quizás esta vez la pandemia ha influido mucho en que nadie podía volver a la vida normal. Creo que la gente joven tiene otra tolerancia distinta y ha dicho: ya basta, esto hay que cambiarlo. Lo que sucedió con Floyd fue tan impactante… pero es que, y te digo esto como abuela, hay miedo, uno sabe que la policía puede arrestarte sin más, golpearte, y la gente tiene miedo. Creo que la energía tan sostenida de las protestas indican que estamos en un punto de inflexión.
Esta ciudad tiene una relación difícil con su principal inquilino, Donald Trump, por ser una urbe eminentemente negra (casi la mitad del censo) y abrumadoramente demócrata (Hillary tuvo el 90,9% en 2016).
"Creo que la energía tan sostenida de las protestas indican que estamos en un punto de inflexión"
En realidad, en origen fue una ciudad muy republicana porque al empezar la Guerra Civil el bando republicano era antiesclavista [frente al Sur confederado, que era sobre todo demócrata] y, de hecho, fue Lincoln, republicano, quien aprobó [en 1862, un año después del inicio de la guerra] la liberación de los esclavos en el Distrito de Columbia. La cosa estuvo así muchos años hasta que Franklin Roosevelt, demócrata, se convirtió en presidente [entre 1933 y 1945]. Roosevelt expandió el rol del gobierno y eso reforzó mucho la adhesión de la comunidad negra hacia el Partido Demócrata, también de muchos blancos y personas de otras comunidades y especialmente en Washington, puesto que la vida y la economía de la capital depende mucho del gobierno federal. Al expandir la actividad y el rol del gobierno del país [con políticas de marcado cariz social], Roosevelt empezó a cosechar simpatías hacia los demócratas. Éstas fueron reforzadas definitivamente en Washington bajo el gobierno de Kennedy y sobre todo de Lyndon B. Johnson, quien hizo realidad la Ley de Autonomía del Distrito de Columbia [en 1967, Johnson presentó al Congreso la reforma política para la capital y nombró al primer alcalde negro de la ciudad, Walter Washington]. Fue así como la ciudad se convirtió en abrumadoramente del Partido Demócrata.
¿Cómo ha evolucionado esta ciudad en la historia?
El Distrito de Columbia nunca se pensó para que fuera la sede del gobierno federal. George Washington decidió que esto fuera la nueva capital del país así que cuando el Distrito se creó no había nada aquí, no había más que tierras pantanosas así que tomó mucho tiempo hasta que esta ciudad fue una ciudad significativa para Estados Unidos, en la medida que otras como Nueva York lo son. Pero el Distrito fue elegido como capital por la sencilla razón de que la esclavitud estaba protegida y había una comunidad esclavista. Y eso es por lo que Jefferson y Madison, que luego fueron presidentes, querían aquí la capital, para proteger la institución de la esclavitud. Esto fue lo que caracterizó a Washington durante mucho tiempo.
¿Cuándo cambio esta situación?
Hubo enseguida muchas protestas sobre la esclavitud y entonces empezó la Guerra Civil y se aprobó [lo hizo Abraham Lincoln] su supresión. Muchos negros huyeron de las plantaciones y se instalaron en la capital y con eso empezó la lucha por la población negra y también la blanca por la dignidad humana en el Distrito de Columbia. Sin embargo, la capital no empezaría a ser económica más fuerte yo diría que hasta la pasada década de los 90 y sobre todo tras el 11-S, cuando se incrementó mucho la actividad federal y la ciudad lo notó. Por ejemplo, Departamento de Seguridad Nacional se creó entonces [en 2002]. Todo eso creó muchos trabajos y aumentó la población de la capital. En la crisis de 2008, también hubo mucho gasto público cuyo epicentro fue Washington cuando el gobierno federal lanzó los programas de ayudas económicas y muchos jóvenes de todo el país emigraron a la capital y se trataba de personas jóvenes, formadas y que accedían a trabajos que les hacían tener poder adquisitivo y la ciudad se revitalizó también, especialmente el sector del alquiler, la venta de apartamentos y el sector servicios. La ciudad cambió, se notó que tenía más poder económico del que había tenido en el pasado.
Usted es fundadora del Instituto de Política e Historia de la Universidad del Distrito de Columbia, centro cuya actividad comenzó el año pasado, tiene, en parte, ese objetivo, rastrear en la historia y actualizarla.
"Tenemos otro panel sobre historia y los desafíos actuales de la inmigración, para indagar en los Estados Unidos que siempre fueron una promesa de libertad para todas las personas"
Verás, hay institutos de políticas en otras partes, en Harvard o en la Universidad de Georgetown, en Washington, pero en general tienen la misión de involucrar a la gente en la política, nada más. Pero éste tiene una misión única: redescubrir la historia del Distrito de Columbia y, haciendo eso, la de Estados Unidos. Por ejemplo, tenemos un programa y un podcast sobre historia para explicar el origen de las revueltas civiles, la selección de Washington como capital para proteger la esclavitud y cómo la liberación de los esclavos se hizo más para oponerse a la Confederación que para garantizar la dignidad de las personas que vivían bajo la esclavitud. También tenemos otro panel sobre historia y los desafíos actuales de la inmigración, para indagar en los Estados Unidos que siempre fueron una promesa de libertad para todas las personas.
¿Qué opina de la polémica desatada tras los ataques a las estatuas sobre todo de personalidades sureñas y confederadas?
Creo que es positivo retirarlas. Una cosa es que no te guste un presidente de Estados Unidos, pero fue tu presidente. El problema es que los presidentes confederados no fueron presidentes de Estados Unidos, fueron traidores que se rebelaron contra su propio país, entonces, ¿por qué tenemos que honrarlos, por qué tenemos que celebrar al general Robert E. Lee? No tiene ningún sentido y además fomenta el sentimiento de superioridad racial. El general unionista y luego presidente Ulysses Grant así los consideró, como unos traidores. Es muy importante revisar la historia. Lo que sabemos depende de cómo nos lo han contado y por eso hay que celebrar con énfasis el trabajo de Lin-Manuel Miranda con el musical de Hamilton. Porque cuando Miranda nos cuenta la historia de Hamilton nos enseña también la de este país de un modo diferente. ¿Cómo? Con actores latinos y negros, con una coreografía diferente, con música pop y jazz, es un enfoque diferente y creo que está siendo muy importante.
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