Miami, Singapur y Dubái, las ciudades que no respetaron la desescalada de la covid-19 y que viven un 'boom' económico
Un estudio de la revista 'The Economist' señala a las "ciudades amorales" que aprovecharon una salida precipitada de la pandemia para ganar terreno económico como 'hubs' empresariales frente a otras capitales próximas y rivales.
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"Los valores morales se pierden sepultados por los económicos", decía el filósofo español José Luís López Aranguren, al hablar de las tentaciones del comportamiento humano por las que se pierden los escrúpulos y comienzan los conflictos interpersonales e ideológicos.
Pero su máxima, bien podría trasladarse a las ciudades, donde los subconscientes colectivos de sus habitantes y residentes modelan perfiles urbanos específicos.
"La conciencia reina, pero no gobierna", alertó también el ensayista galo, Paul Valéry. Aunque el semanario británico The Economist considere que, en estos tiempos de oscilaciones bruscas en el orden mundial, las "ciudades amorales" han aprovechado ventajas como el anticipo de sus desescaladas para contener la crisis sanitaria de la covid-19 para ganar terreno económico como hubs empresariales frente a las restricciones de capitales próximas y rivales, y ponga en duda la segunda parte del axioma de Valéry.
La falta de escrúpulos no solo gobierna en ciertas latitudes del planeta, sino que sus políticas, con nítidos signos de falta de ética, le han deparado pingües beneficios mercantilistas.
Bajo una aparente neutralidad, Singapur ha cimentado su catapulta hacia una de las rentas per cápita más alta del planeta, con la comodidad que le ha deparado décadas de atracción de flujos de capital de grandes corporaciones y patrimonios y de supuesta conciliación de intereses entre EEUU y China en uno de los enclaves marítimos, comerciales, financieros y empresariales de más enjundia en Asia.
El levantamiento de las restricciones sanitarias por la covid-19 por parte de la ciudad-Estado ha atraído en 2022 a un enjambre de consultores, banqueros, asesores legales e inversores desde Hong-Kong o Shanghái, que se encuentran a apenas cuatro horas de vuelo. Con billete de llegada, pero no de salida.
Miami encabeza la clasificación debido al fuerte dinamismo de su economía y el brío que emana su mercado de vivienda
La pandemia y sus secuelas sobre la población y el alto voltaje geopolítico han creado una lista negra de amenazas en las comunidades urbanas, explican en The Economist al publicar su Indicador de Desarrollo Global de Ciudades, del que extraen una conclusión inexorable: aquellas capitales que han tenido comportamientos inmorales han salido mejor libradas.
Es la conclusión de este ranking, realizado a partir del análisis de cuatro parámetros -población, crecimiento económico, oficinas vacantes y precios inmobiliarios- cuyas mediciones abarcan los tres años que van desde el último trimestre de 2019 -el que antecedió a la covid-19- y el mismo periodo de 2022.
Miami encabeza la clasificación debido al fuerte dinamismo de su economía y el brío que emana su mercado de vivienda, cuyos precios se han disparado un 39,5% en el trienio sondeado, seguido de Singapur, que se ha beneficiado de un crecimiento de su PIB del 6,9% y que solo dispone de un mínimo censo de oficinas vacantes, y Dubái, cuya población se ha disparado un 5,8%.
Son las únicas ciudades que ha reducido su oferta inmobiliaria para empresas. Frente a dinámicas como la de San Francisco, que ha protagonizado, en sentido contrario, un retroceso demográfico del 8,3%.
El tridente amoral: Singapur, Dubái y Miami
Singapur ha sabido aprovecharse del autoritarismo en las leyes sanitarias de Xi Jinping
El semanario británico se pregunta qué ha ocasionado este desarrollo. Y responde que ciudades como Dubái o Miami despertaron del letargo social de la covid-19 antes que San Francisco.
Un hito trascendental si se tiene en cuenta que otra de las que precipitó su apertura respecto a capitales de su órbita geográfica o empresarial, Singapur, tuvo a finales de 2022 tres cuartas partes menos de pernoctaciones internacionales que antes de la epidemia global, según Oxford Economics.
Pero muy por encima de sus dos principales rivales financieras chinas -Hong-Kong y Shanghái- cuyas autoridades acababan de decretar el final de sus confinamientos. La antigua colonia británica se vio relegada del primer lugar del ranking HSBC como ciudad más cara del mundo por este motivo.
Singapur ha sabido aprovecharse -dice el informe de The Economist- del autoritarismo en las leyes sanitarias del régimen de Xi Jinping. Al igual que Dubái en Oriente Próximo y Miami, con normas más benevolentes para la movilidad social por parte de su gobernador, Ron de Santis, respecto a otras latitudes de EEUU más prudentes con la gestión de la crisis sanitaria, han tomado ventaja frente a sus contrincantes en desarrollo económico.
Aunque no solo toman ventaja por una regulación más permisiva de la emergencia sanitaria. También bajando impuestos, como en el caso de la ciudad-Estado asiática, y elevando deducciones de hasta 1.500 tasas al término de 2022, frente a las 50 que estaban en vigor en 2018.
Dubái ha permitido, por ejemplo, cambios sociales, como la descriminalización del consumo de alcohol o la cohabitación de parejas no casadas.
Miami se ha afanado en atraer firmas como Blackstone o Citadel, mientras San Francisco ha sido víctima de la fuga de empresas tecnológicas de Silicon Valley, no solo por las burbujas bursátiles y las masivas regulaciones de empleo de 2022 del sector, sino también por las elevadas cotas de peligrosidad en sus calles, la carestía de sus inmuebles o la mala calidad de sus servicios públicos.
El estudio detecta un excedente de espacios de oficina, fruto del teletrabajo y de variantes laborales más flexibles
Johannesburgo, que aspira a ser el centro financiero continental, sufre serios deterioros de sus redes de infraestructuras eléctrica y de agua, así como una inestabilidad política con seis alcaldes en dos años, que ha puesto en duda su hegemonía en Sudáfrica, en favor de Ciudad del Cabo u otras urbes del país.
En general, el estudio detecta un excedente de espacios de oficina, fruto del teletrabajo y de las variantes laborales más flexibles que se han instaurado tras la pandemia y que han rebajado los índices de presencialidad, aunque paulatinamente se va recuperando la asistencia a los centros operativos de las empresas e industrias.
En febrero, San Francisco propuso una exención fiscal anual de nada menos que 1 millón de dólares para convencer a las compañías que se instalen en nuevas oficinas en su jurisdicción. Mientras, Nueva York, París o Singapur reconvierten a marchas forzadas las sedes desalojadas de empresas en viviendas.
Indicador de ciudades más caras del planeta
Asia es la región con mayor agrupación de capitales con niveles de vida desbordantes
Este coctel de parámetros socio-económicos tiene traslación en otras clasificaciones, como la del banco de inversión suizo Julius Baer, que cataloga a las ciudades con mayores índices de vida. Es decir, aquéllas que exigen mayor capacidad de gasto para sobrevivir en ellas. O, dicho de otro modo, las más caras del mundo.
Singapur, impulsada por la falta de solidaridad de la que acusa The Economist a sus autoridades durante el control de la covid-19 y por las embestidas del orden mundial, con sus tensiones geopolíticas a flor de piel desde la invasión de Ucrania, consigue el primer puesto por primera vez en la historia de este estudio anual.
La ciudad-estado ha pasado del quinto peldaño de 2021 a abanderar el ranking en 2022, año en el que el precio del vino, las suites de los hoteles y los vuelos se han encarecido globalmente, explica Christian Gattiker-Ericsson, uno de los autores de la investigación.
Dicha investigación valora factores de índole general como el valor de las viviendas, los servicios sociales o las infraestructuras locales, además de otros que evalúan el lujo como el coste y el censo de vehículos de gama alta, vuelos de business class, escuelas de negocios o el precio de cenas de degustación en restaurantes con elevado prestigio gastronómico, entre otros.
Shanghái y Hong-Kong, según la clasificación de Julius Baer, no han salido tan mal paradas de los tres años de confinamientos y revueltas geopolíticas en torno a China. Porque ocupan los otros dos peldaños del pódium. La primera de ellas, tras perder la medalla de oro.
Aun así, los expertos del banco suizo aseguran que el salto de Singapur obedece al hecho de que ha sido "uno de los primeros lugares de Asia en reabrir sus fronteras durante la epidemia", pero también a su "alta capacidad de atracción de patrimonios individuales como lo refleja el repunte de precios al que se enfrentan en la actualidad sus residentes".
A finales de 2022, Singapur tenía unas 1.500 sociedades familiares (family offices), instrumento de ingeniería financiera habitual entre las grandes riquezas -con más de 30 millones de dólares en inversiones individuales- para eludir o diluir sus responsabilidades fiscales. Más del doble que en el año anterior. Además de ser la ciudad con los coches más caros el mundo.
"Los altos niveles de vida y las demandas de servicios de calidad han hecho mella en las redes de infraestructuras de las ciudades", admite el informe inmobiliario de Julius Baer, a pesar de lo cual, "los inmuebles residenciales tienen unas extremadamente altas peticiones de compra, al igual que la extremadamente elevada imposición sobre los vehículos de lujo o los seguros de salud esenciales, que subieron un 133% y un 109% respectivamente por encima del promedio global".
El Julius Baer's Lifestyle Index evalúa 25 de las ciudades más caras del planeta. Asia es la región con mayor agrupación de capitales con niveles de vida desbordantes, mientras Nueva York fue la que certificó una subida más intensa, desde el puesto decimoprimero al quinto, debido a la fortaleza del dólar y al rebote económico post-pandémico. Londres, por el Brexit, retrocedió del segundo al cuarto peldaño.
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