madrid
Actualizado:Será distinto y será emotivo como casi todo lo que no tiene precio. Las fotografías formarán parte de la historia y las palabras, como los recuerdos, siempre serán mejor por escrito. Porque el 16 de septiembre de 2057, cuando hayan pasado 40 años, volverá a hablarse de este día y a retroceder a él sin miedo a la nostalgia ni a la curiosidad. Serán nuestros aliados para retratar una tarde como la de este sábado en la que el Atlético inaugura domicilio. Las nuevas generaciones querrán saber y entonces preguntarán con atrevimiento cómo fue ese día. Y José Felipe, un médico internista que hoy trabaja en el hospital de Monteprincipe y que debe tener sangre rojiblanca, desde 1981, desde la primera vez que pisó la grada superior del Vicente Calderón, desde aquel Atlético- Betis en el que García Traid alineó a Marcos, Rubén Cano y Rubio en la delantera, contará que él estuvo ahí, en esta primera tarde del Wanda Metropolitano, como si fuese la letra de una canción de Sabina en la que todos somos conscientes de la obligación de guardar esta fotografía como si fuese una parte más de nuestro documento de identidad.
Quizás dentro de 40 años aparecerá un joven periodista que se la pida. José Felipe tendrá entonces 83 años y, si la vida no se lo impide, explicará que "no todos los días son iguales" y que aquella tarde del 16 de septiembre de 2017 entonces ya existían teléfonos móviles con contrato indefinido, capaces de hacer fotografías de 24 megapíxeles. El mundo no se entendía sin los mileuristas ni los periódicos sin el hambre de independencia de Cataluña. La precariedad tampoco se resignaba en el mercado laboral y en los juzgados había mucho trabajo. La competencia ya era brutal en cualquier sector. Pero de aquella tarde del 16 de septiembre de 2017 José Felipe siempre podrá recordar fotografías más amables como la suya, que será la de uno de los 68.000 afortunados que estrenarán la grada del Metropolitano. O la de su hijo de nueve años en cuya base de datos no existía un futbolista como Griezmann, la camiseta que llevará hoy. O la misma fotografía de Simeone, aquel famoso entrenador del Atletico, que dentro de 40 años será una leyenda y que hoy es un tipo que cada día que se levanta regresa al mayo del 68 de París con una lealtad innegociable. "Seamos realistas, pidamos lo imposible".
Por eso hoy, que nos imaginamos en una tarde de septiembre de 2057, no nos importa volver a Simeone. Ni a ponerle de ejemplo. Ni a explicar que hace 40 años el mundo ya era un lugar que nos parecía muy avanzado en el que el Whattsap nos concedía a todos la oportunidad de escribir a diario. Las bicicletas eléctricas empezaban su revolución en las calles. Los padres matriculaban a sus hijos en academias para aprender chino del que entonces se decía que era el idioma del futuro. En realidad, el mundo era casi imposible de entender sin las redes sociales, donde también escribía gente como Joaquín Sabina que nos prestaba su imaginación. Por eso en 2057 todavía se seguirá poniendo de ejemplo a Sabina en las emisoras de radio y en las conversaciones bohemias, donde se recordarán frases célebres suyas sin miedo a pagar impuestos. "La memoria a veces se agarra a ese minuto que te pasó una vez y que dura tan poco pero que es inolvidable".
"Inaugurar un nuevo estadio es algo que un aficionado al fútbol imagina que no le va a pasar nunca"
Cuarenta años después, José Felipe también se agarrará a esa primera tarde en el Wanda Metropolitano como a un tesoro. Será la tarde del estreno que será como la del primer beso o la del primer amor porque, entre las cosas que José Felipe le contará a ese joven periodista es que "inaugurar un nuevo estadio es algo que un aficionado al fútbol imagina que no le va a pasar nunca".
Pero el 16 de septiembre de 2017, mientras el verano emigraba de continente, sucedió. Fue a partir de las 20.45 de la noche en un barrio que entonces quedaba a las afueras de Madrid, pegado a la M-40, donde jamás se había relatado nada tan extraordinario. Por eso José Felipe, que conocía ese barrio levemente, desde la última vez que había participado en la Carrera de Canillejas, ahora memoriza casi cada calle. Y, aunque su paso sea más lento que el de hace 40 años, su memoria continúa intacta y aún recuerda que todo este estadio en 2017 costó 300 millones euros. 80 millones menos de lo que ese mismo verano había pagado el París Saint Germain por un solo futbolista. Y no le sorprenderá.
Porque en 2017 el mundo ya era un lugar en el que ocurrían cosas muy extrañas y en el que la inteligencia no siempre imponía su ley. Pero, afortunadamente, casi todo eso se compensaba con las vacaciones de verano y con tardes como la de este sábado que no pueden ser como las demás. Y por eso José Felipe lleva repitiéndolo en casa desde hace días....
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