Este artículo se publicó hace 12 años.
Michael Phelps: el precio de los años
El torbellino que logró ocho medallas en Pekín parece haberse apagado pero el estadounidense puede dar la campanada en Londres
"No sé si la pasión o el fuego seguían dentro de mí". No fue literatura, sino un signo de desmotivación por parte de Michael Phelps (Baltimore, 1985), el hombre que parecía insaciable en Pekín. "Mi defecto es querer ganar más". Pero quizá fuese la adrenalina de las ocho medallas, porque hoy su cerebro pelea contra esa idea.
De hecho, Phelps ha estado a punto de renunciar a los Juegos de Londres. Su entrenador Bob Bowman, el hombre que mejor le conoce, dudó de que fuese a llegar. "No lo veo nada fácil", declaró meses después de que se acabase su reinado en los Mundiales de Shangai 2011, donde Michael sucumbió ante Ryan Lochte, a día de hoy, el nadador más rápido del planeta desde que se prohibieron los bañadores de alta tecnología. "Necesito tomarme un tiempo para darme cuenta por mi propia cuenta", le dijo Michael a su entrenador. "No hay nadie que pueda ayudarme a encontrarme. Es algo que necesito hacer yo mismo".
Quizá sea el precio de los años -y no es que Phelps sea demasiado mayor, el 30 de junio cumplió 27 años- pero a los 15 ya fue en Sidney el nadador más joven en la historia de los Juegos. Todo eso crea un precio para un hombre, que se declara cansado de "viajar por ciudades maravillosas y no poder verlas. Solo veo el hotel y la alberca y ya tengo ganas de hacer lo que yo quiera hacer".
Las dudas de Phelps, sin embargo, terminaron antes de que fuese tarde. A cambio, se hizo una promesa a sí mismo: "Participo en los Juegos de Londres y me retiro". Y entonces empezará a trabajar en la dirección de empresas. Pero antes de que llegue el invierno a Baltimore, Phelps se ha enclaustrado en el agua como en los mejores tiempos.
Puede ser su manera de recuperar las sensaciones perdidas en los últimos cuatro años. Ha recuperado el estilo y la dureza de los entrenamientos: "He vuelto a nadar como yo mismo lo solía hacer", explicó. Y, aunque los resultados han tardado, el pasado 30 de junio, en el día de su cumpleaños, Michael Phelps, al fin, fue capaz de vencer en los 200 metros estilo a Lochte. ¿Será una premonición?
Vuelta a sus mejores tiemposHan pasado cuatro años desde Pekín, donde Phelps superó las seis medallas de oro en natación de Mark Spitz en Münich 72. La vida quizá ya no sea la misma. Ha necesitado una pausa. Sus declaraciones ya no son tan ambiciosas y ya no son tantos los que le dicen que es el mejor nadador del mundo. Ahora, está Lochte, el hombre con el que, antes de tirarse a la piscina, volverá a jugar a las cartas en la villa olímpica. Y no pasará nada si luego pierde en el agua.
"No debo ser egoísta", sonríe, "yo ya tengo demasiadas medallas". Aunque, si debe buscar un objetivo, está el de lograr otras tres en Londres. Superaría así las 18 olímpicas de la gimnasta soviética Larissa Latynina, la que tiene más en toda la historia. Y después ya se verá lo que pasa.
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