Este artículo se publicó hace 15 años.
Forlán se merece un monumento
Tres goles del uruguayo asientan al Atlético en zona de Champions y le ponen a la cabeza del pichichi
A un lado, un fútbol, el de un equipo contra otro: el Athletic pone más empeño aunque no se juega nada y el Atlético sale a pasear, sin arriesgar, aunque se lo juega todo. Pero a la hora de la verdad, para decidirlo todo y desmentir los méritos, otro fútbol, el de un jugador, uno solo, contra el resto del universo: Forlán, que está de dulce, que le da igual cómo juegue su equipo y lo que intente, que no hay quien lo pare.
Se sacó tres goles de la nada, asentó a su equipo en la Liga de Campeones (le valdría un empate en casa ante el Almería en la jornada final) y hasta se permitió adelantar a Etoo en la batalla por el pichichi (31 a 29).
Era el Atlético el que se jugaba la bolsa y la vida. El único que tenía interés clasificatoria en el asunto, ni más ni menos que agarrarse a la Liga de Campeones. Sin embargo, fiel a ese carácter cambiante y contradictorio tan suyo, pisó San Mamés como quien se entretiene con una bolsa de pipas. Y el Athletic, sin ilusiones por delante ni apuros en el cogote , por el simple prurito de despedirse de su afición, el que entregó el alma. Quizás no se jugaba la vida, pero sí el honor. Y quién sabe si hasta una bolsa.
El Atlético se lo jugaba todo, pero puso menos interés que el AthleticA falta de ganas y de atrevimiento, los de Abel se sostuvieron a golpe de calidad, de la que andan sobrados. Por eso, aunque perdidos en el centro del campo, y con aspecto indolente en todas las líneas, tuvieron más ocasiones que los locales, sobre todo mucho más peligrosas. Lo dicho, por puro talento. No en el caso de Pablo, el jugador que estrenó el capítulo de oportunidades, pero sí en el del Kun, esa joyita, al que se le escapó el gol por escasos centímetros tras dos buenas maniobras.
Si sobre el césped, los visitantes enseñaban indiferencia, en las tribunas sus seguidores si mostraban interés. Tanto, que la Ertzaintza se vio obligada a intervenir. El fútbol se volvió bronco. Y tras un empujón de Simao, Gurpegui, el chico de todos los sustos, se dio un golpe en la cabeza.
Final trepidanteUna espectacular volea de Raúl García despertó a los madrileñosLa segunda parte no modificó el panorama. El Atlético, quizás conforme con el marcador simultáneo que contaba que el Villarreal ganaba al Valencia, siguió con las manos en los bolsillos, sin ninguna intención por asumir riesgos. Pero en realidad el plan en sí era el riesgo, porque exponía su cuarta plaza a cualquier remate sorpresivo del Athletic.
De hecho, Fernando Llorente, por tres veces, puso a prueba a Leo Franco, que contestó además con inseguridad. El Atlético se empeñó en jugar con fuego cuando creía que hacía exactamente todo lo contrario. No hay quien entienda al Atlético. Ni al fútbol.
Porque justo cuando el Atlético parecía empeñado en condenarse, cuando el Athletic más se acercaba al triunfo, apareció Raúl García para aupar a su equipo hasta la gloria con una volea de zurda extraordinaria. Para poner las cosas en su sitio, tras un remate al palo de Llorente, empató Etxeita.
Y con todo en el aire, llegó la hora de Forlán. Uno, otro y otro. No hay quien pare al uruguayo, que se ha empeñado en dejar al Atlético en lo más alto y de ganar por goleada el pichichi. Etoo jugó ante Osasuna, pero no marcó una sola vez. Forlán, tres, le saca dos. Monumental el uruguayo.
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