Receta de tortilla a la francesa, con trucos para que quede perfecta

Parece magia. Se bate lo sencillo y se adquiere lo supremo. La tortilla francesa es un manjar. Es increíble cómo algo tan simple, sutil, espartano, puede alcanzar la perfección gastronómica. Solo necesitas huevos, un buen aceite de oliva, y algo de mano, ya que no toda tortilla sale igual, esta es la maldición de los platos sencillos.

Para conseguir la tortilla perfecta necesitarás que los huevos estén bien batidos (sin que lleguen a sacar espuma). El aceite de oliva debe estar a temperatura baja, que no arrase la capa exterior, que pueda ser manejable mientras la vas cuajando.

La idea es que esté sólida por fuera pero jugosa por dentro. Jugosa, no líquida. Recuerda que la sartén debe ser antiadherente y que los huevos deben estar frescos. Se añade la sal cuando se baten, no después (puedes echarle también un puntito de pimienta negra). Hay diversos trucos para que salga más esponjosa. Muchos cocineros le añaden una cucharada de leche por cada dos huevos. Otros prefieren separar las yemas de las claras, batirlas por separado, y después juntarlas. Algunos le agregan una yema extra (separada de la clara) para que tenga un color amarillo más intenso.

Si solo con la tortilla te sientes algo pobre y vacío, siempre puedes rellenarla con algún queso fundible, tipo cheddar, o incluso con una picada de gambas peladas.

Receta de tortilla a la francesa

Ingredientes 2 personas:

• 4 huevos frescos.

• 1 cucharada sopera de aceite de oliva.

• Sal.

1. Bate los huevos y moldea la tortilla:

Bate los huevos en un bol junto a una pizca de sal. Ten una sartén preparada con una cucharada de aceite no excesivamente caliente, a temperatura media. Añade los huevos batidos. Remueve con una cuchara de madera para que se vaya cuajando, que se forme como una especie de mousse homogénea. Baja el fuego y ve juntando las puntillas, dándole forma. Cuando se haya formado una capa lo suficientemente tersa en el fondo, mientras todavía esté jugosa en la parte superior, con cuidado, ciérrala sobre sí misma como si fuera un sobre. Dale la vuelta para que se haga por el lado contrario, igualmente a baja temperatura y por pocos minutos. Sírvela caliente.

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