El libro 'Barcelona, enero de 1939: la caída' desmiente el discurso ultra del entusiasmo barcelonés por la llegada de los franquistas
El historiador Francesc Vilanova detalla en su último libro la llegada de las tropas franquistas y la ocupación de la capital catalana.
Barcelona-Actualizado a
Tras el llamado Desfile de la victoria con Franco a la cabeza el 26 de enero de 1939, Barcelona vivió un fin de semana repleto de misas a cargo del general Yagüe y del general José Solchaga, y también todo sea dicho, de discursos de Dionisio Ridruejo. Los republicanos eran ya los perdedores, y la dictadura franquista ocupó el poder a través de los militares, que seguían las directrices del general Eliseo Álvarez-Arenas, jefe de la llamada Jefatura de los Servicios de Empleo.
La llegada de las tropas franquistas y la ocupación de Barcelona es lo que recoge el historiador Francesc Vilanova en el libro Barcelona, gener de 1939: la caiguda (Barcelona, enero de 1939: la caída). Se trata de un estudio exhaustivo y de gran riqueza, con fotografías y documentos inéditos de la ocupación franquista de Barcelona a partir de testimonios documentales y gráficos. Un título que completa la trilogía sobre el tema formada por Topografia de la destrucció: els bombardeigs de Barcelona durant la Guerra Civil (1936-1939), de Laia Arañó i Mireia Capdevila; y por Barcelona en postguerra: 1939-1945, de Eulàlia Pérez i Vallverdú.
Libro extenso y detallista
El exhaustivo volumen de Francesc Vilanova i Vila-Abadal, profesor titular de Historia Contemporánea en la Universitat Autònoma de Barcelona, trata en detalle la llegada de las tropas franquistas, aquellos que las acogieron y cómo se preparó y ejecutó la ocupación de la ciudad. Un libro construido con evidencias gráficas franquistas, donde existe una ausencia muy visible, la de los vencidos.
"En este libro no hay fotografías de las tropas republicanas en retirada, no hay fotografías de las grandes zonas bombardeadas por los franquistas, no verá fotografías de gente mirando discretamente detrás de una ventana, no verá fotografías de las calles desiertas. Por tanto, es un libro que a diferencia de otros, como los que hay sobre la caída de París, los derrotados no están gráficamente, se han invisibilizado. A partir de ahí lo único que puedes hacer es una crónica con los materiales de los vencedores sabiendo que existe este sesgo. Ahora bien, no todo es blanco o negro, si nos miramos unas cuantas de estas fotografías veremos que hay muchas casas con ventanas y balcones cerrados, no todo el mundo salió a aplaudir a Franco", argumenta Francesc Vilanova.
Desmentir el entusiasmo franquista de los barceloneses
Preparar este volumen ha permitido al autor "desmentir este discurso neofranquista del entusiasmo barcelonés por la llegada de los franquistas. Un discurso que también se ha utilizado estos últimos años a raíz del Procés. Siempre se descuelga alguien diciendo que se recibió a Franco con los brazos abiertos. Y a ver, pongamos las cosas en su sitio: una tercera parte de la población salió a recibir a los franquistas, una tercera parte se quedó en casa, y la otra tercera parte ya estaba fuera".
"Y los que reciben bien a Franco es porque en Barcelona se ha acabado la guerra, lo que significa que se han acabado los bombardeos, y que existe la posibilidad de comer, una ilusión que dura los primeros 15 días porque después se reintroduce el racionamiento, pero el fin de la guerra implica volver a una cierta normalidad cotidiana, no política. Lo que nadie sabía aquel enero de 1939 era la dimensión que alcanzaría el franquismo. Por eso, la cita de Marià Manent que encabeza el libro sobre que se había terminado la oscuridad, pero en los corazones entraba otra oscuridad", señala.
El alcalde de entonces, Miquel Mateu dirigió estas palabras a los habitantes de la capital catalana: "Barceloneses: En alto el corazón por Dios y por España. Por España libre de todos sus enemigos. Os exijo una cosa: jurad de todo corazón que nunca más será arrebatado de su templo el Santo Cristo de Lepanto, porque todos estaréis dispuestos a evitar que volvamos a los desvíos que nos han conducido a la gran tragedia. Hemos de ser, todos, buenos españoles, buenos católicos, buenos cristianos. (···) Hay que exterminar el enemigo interior y exterior. El primero es el más peligroso. Para el que quiera que España no sea una, grande y libre, el castigo será duro, fuerte, inflexible. (···) Hay que amar España, hay que sentir el orgullo de ser hijos de España, la mejor tierra del mundo. Y amar nuestro glorioso Ejército conducido por el brazo victorioso de nuestro Caudillo".
El poder de la iglesia
Tras el trabajo realizado, y sobre el modelo de fascismo que desarrolló Franco, Francesc Vilanova sostiene: "Hay algo que me llamó mucho la atención y es el tema de las misas. Tres misas de campaña en tres días con tres generales al frente nos obligan a pensar sobre la auténtica naturaleza del nuevo orden que se quiere imponer, pero todavía se tarda en tener una gran concentración de falangistas. De entrada, mandan la Iglesia y los militares, y lo que se acaba sacando de ahí es la imagen de un fascismo católico español, un modelo de fascismo dentro de los fascismos europeos, un modelo que con los años irá perdiendo componentes fascistas, pero no va a perder los componentes católicos ni españoles".
Como detalla el libro, el Desfile de la Victoria salió de Esplugues de Llobregat, pasando por delante del Palau de Pedralbes y continuando hacia el Cinc d'Oros; bajada por el passeig de Gràcia, hasta la plaça de Catalunya. Algunas unidades continuaron por la Diagonal hacia la plaça de Mossèn Jacint Verdaguer y el Passeig de Sant Joan.
He aquí por qué el 21 de febrero de 1939, el general Franco, desde Radio Nacional de España, en Barcelona, dijo: "Españoles de Cataluña: El grandioso desfile de nuestro invicto Ejército por la capital de Barcelona [sic], después de liberar hasta el último rincón de las tierras catalanas, acontecimiento grandioso de renacer. [...] Españoles: desde esta tierra, de la gran Cataluña rescatada, gritad conmigo: ¡Arriba España! ¡Viva España!".
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