Este artículo se publicó hace 3 años.
Fachas y antifascistas desatan el caos y el amor en el Madrid de Elizabeth Duval
La escritora narra en la novela 'Madrid será la tumba' el auge de una organización de extrema derecha y el deseo sexual prohibido de uno de sus líderes.
Madrid--Actualizado a
Madrid será la tumba, una historia de amor y violencia.
La violencia: "Todo madrileño de bien piensa siempre en el exterminio de la clase social a la cual no pertenece", escribe la autora. En una ciudad donde ricos y pobres viven separados por una frontera difusa, rivalizan nazis y antifascistas. Arde Madrid.
El amor: un comunista enloquece por un facha. Nada puede salir bien.
Cuando la editorial Lengua de Trapo le encargó a Elizabeth Duval (Alcalá de Henares, 2.000) una novela para su colección Episodios Nacionales, la escritora no pensó en recrear un hito histórico, sino un suceso de menor calado que, sin embargo, ofreciese ciertas claves para interpretar determinados fenómenos contemporáneos, como el auge de la ultraderecha o el desencanto que causó la nueva política madrileña en algunos. Ella lo llama "un sucesito".
Un Madrid de cundas y narcopisos, de precarios y potentados, de Carmenas y Villarejos, de operaciones chamartines y de gentrificaciones lavapieseras, de fachas y rojos. Un Madrid perdido o echado a perder.
"Es inevitable no ver su parte decadentista, pero yo soy más optimista, pese a que sea una ciudad carcomida por el neoliberalismo después de tantos años de corrupción y gobiernos de derechas. Sin embargo, ofrece una imagen terrible que pronto se olvida, pues también puede ser cálida. Hasta hay cierto placer o consuelo con esa falsa libertad que vendía Ayuso: ¡el Madrid de las cañas! De ahí su éxito, aunque fuera una falacia", matiza Duval, quien estudia un máster en Filosofía y Letras Modernas en la Sorbona.
Desde hace tres años vive en Francia. Allí ha rumiado el choque entre los movimientos juveniles extremos que vivió cuando residía en España. Escribe, pues, del Madrid de Manuela Carmena donde ruge el neoliberalismo y los nuevos ultras, fascistas travestidos que buscan desdemonizar a la extrema derecha, amenazan con sus zarpazos patriotas.
Santiago es el facha. Piensa: "No hablar nunca, como lo hacían los foreros exaltados, de basura grasienta, raza color mierda, sudacas, moros, maricones, sidosos, bujarras, travelos, pedófilos, indios, perros, drogatas o cerdos judíos: el enfoque tenía que estar bien pegado a lo concreto, al nosotros, a nosotros contra ellos, al pueblo, a los de abajo". Una ultraderecha que apela a los españoles y que, en la vida real, se refugiaba en la antigua sede del NO-DO. El Castillo como "trasunto fantasmático" de Hogar Social Madrid, donde manda la Capitana, único personaje real de la trama, inspirado en Melisa Domínguez.
"Esa extrema derecha nos permite interpretar los movimientos que vinieron después y comprender cómo pueden calar algunas ideas reaccionarias en el conjunto de la sociedad", explica Duval. "Por suerte, el discurso del Hogar Social no ha acabado teniendo tanto recorrido. España, a nivel de valores, es una sociedad lo bastante progresista para que penetren los discursos de odio contra los migrantes, más allá de algunos sectores de Vox".
Ramiro es el comunista. Los suyos deciden "expropiar" los cines Odeón, en la calle de la Encomienda, barrio de Lavapiés. La Comuna, en realidad, es Casa Roja, ocupada en 2016 por Iniciativa Comunista, organización en la que Elizabeth Duval fue "premilitante" cuando era adolescente. En su novela, el protagonista ve al PSOE como un enemigo, porque "prefiere que gobierne la derecha corrupta antes que ceder al tímido reformismo de Podemos". Tampoco se salvan los "ilusos" de Pablo Iglesias, ni su "buenismo discursivo".
La autora de Reina y Después de lo trans se desentiende de su personaje, que rechaza la participación en el sistema democrático, elecciones incluidas. "Esa no es en absoluto mi postura, aunque era una crítica real en los ambientes comunistas", deja claro Duval, a quien le divierte el ejercicio de pensar como si fuera otra persona. "De hecho, en literatura me parece interesante darle tus mejores argumentos a tu oponente". Se refiere, claro, al facha. "No me preocupa que puedan atribuirme sus pensamientos, porque si fuese así me imputarían barbaridades".
La Comuna vs. El Castillo. Choque de manifestaciones. Toque de queda. Barricada y caos.
Hay mucha verdad en la novela, pero los hechos son ficcionados. Quedan las reflexiones. Por ejemplo, sobre unos ultras —léase Hogar Social— que esconden sus garras, apelan al obrero y se hacen llamar patriotas. "La clase no determina su posicionamiento político, porque se puede ser reaccionario o neoliberal siendo obrero", cree Duval. "La extrema derecha crece buscando el favor de los abandonados y de los perjudicados por la globalización. Sentirse olvidados por las instituciones también es una forma de soledad".
A todo esto, Santiago y Ramiro se conocen en Grindr.
"Podemos pensar que el amor nos salva, pero en este caso es un juego de máscaras que acaba de una forma trágica. Por mucho que se quieran, sin renuncias no hay posibilidad de que termine bien. Solo podría funcionar si ocultasen sus posiciones políticas", razona la autora de Madrid será la tumba, quien no se imagina una relación con alguien en sus antípodas políticas. "Es bastante complicado construir un lenguaje común desde posiciones ideológicas muy fuertes y antagónicas".
Santiago, en cambio, le confiesa a otro facha: "El deseo no se controla". Y entonces la violencia se desboca.
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