MADRID
Actualizado:Entra en la cafetería con paso tranquilo, sin querer llamar demasiado la atención. Sin embargo, esas gafas negras que le tapan medio rostro, a juego con unos guantes de piel, juegan en su contra. No olvidemos que a Eusebio Poncela (Madrid, 1947) el contacto con el público le gusta en su mínima expresión. En sus propias palabras, a veces contradictorias entre sí, es “peculiar”, “la hostia en verso”, un tipo “en babia”, “misántropo”, “rockero de alma” y un largo etcétera. Es en sí mismo un enigma, sin buscarlo, que le ha salido bien. Actualmente, tras cinco décadas de carrera en las que no ha dejado indiferente a nadie, participa en la serie El accidente y da vida a Bernarda en la obra Esta no es la casa de Bernarda Alba, con la que la semana pasada comenzó a girar por España tras representarla en Madrid. “El cine te devora el cuerpo y el alma, y yo no he querido eso para mí. Por eso suelo desaparecer, me voy a tomar por culo”, asegura.
-Fíjese que al documentarme apenas me he encontrado con entrevistas suyas.
Sí, soy bastante rara avis. No me gustan las entrevistas, con perdón, ¿eh? No me gusta la exposición, ni enseñar el empeine ni nada de eso.
-En The Young Pope, la serie de Sorrentino y Jude Law, el personaje del Papa joven (Law) imponía desaparecer de la vida pública para impulsar la imagen del Papa y reactivar el interés en él. ¿Le suena la estrategia?
No la he visto. Pero, ¿la estrategia es nueva? La estrategia es más vieja que la Cuesta de la Vega. Me da igual que sea el Papa o un sobrino hermano. Es una cosa de carácter o de táctica. En mi caso, es de carácter. Nunca me ha gustado la exposición, lo cual entra en contradicción directa con el oficio que tienes que hacer. Pero bueno, una contradicción más.
-¿Qué se siente al ponerse en la piel de Bernarda?
¿Sabes lo que pasa con Bernarda? Que es como cuando una mujer hace de Hamlet. Da igual porque es un texto que sobrepasa cualquier tipo de arquetipo. El texto de Lorca es tan fantástico que nunca he pensado en un hombre haciendo de mujer. Siempre pienso en el texto, que es la pera. Además, el montaje son mariconadas las mínimas. No se trata de que tres tíos se ponen a hacer de tías. Son las palabras que tienes que decir y que las puede decir cualquier persona.
-¿Ha sido capaz de sentir esa opresión a la que se enfrentan las mujeres?
"Hay una ola de feminismo, pero también una caza de brujas"
Imagino que la opresión sigue siendo la misma o peor, porque está disfrazado de algo un poco más invisible pero igual de feroz. También hay que tener en cuenta que el arquetipo que representa Bernarda es todo lo contrario. ¡Es una dictadora joder! Y es el arquetipo de la dictadura, de la represión absoluta. Yo me limito a hacer eso; no me da tiempo a saber cómo se siente el resto de la humanidad. Ella tenía una misión que era reprimir y conservar, en lo peor de la conservación. España cañí.
-¿Ha cambiado mucho la situación de las mujeres en esa España que dibujó Lorca, en 1936, con respecto a ahora?
Ha cambiado, pero de alguna manera hay circunstancias medio invisibles envueltas en plastilina que me parecen tan feroces como las que había, que eran más obvias, y las mujeres estaban físicamente más expuestas. Afortunadamente, ahora hay una ola de feminismo, pero también una caza de brujas, con lo que eso conlleva: represión, exageración y exacerbación. Si con eso se da un paso adelante, pues bienvenido, pero va a dejar bastantes cadáveres en el camino.
Lo que me interesa es que, mientras hablamos aquí, están matando a cuatro mujeres en Afganistán o tirando ácido a otra por la calle para que no haga la carrera porque se ha quitado un segundo el burka. La gilipollas de Meryl Streep va a decir cuatro chorradas cuando a ella le suda el coño porque es una privilegiada. ¿O no sabía lo que era Weinstein cuando hizo ocho películas con él? ¡Vamos, es que es la hostia! Creo que hay muchas cosas que solucionar con respecto a las mujeres que de verdad están sufriendo las consecuencias del machismo.
-¿Qué teatro se podía hacer cuando empezó, cuando aún le quedaban diez años a Franco?
Chico, o yo he tenido mucha suerte o me lo he buscado bien. Yo empecé con Marat-Sade y de ahí he hecho montajes muy interesantes. En el tardofranquismo, en el putofranquismo o en el protofranquismo. El oficio este, para mí, tiene que ver con mi persona, no con una cosa distanciada. Tiene que ver con tener vergüenza torera. Naturalmente que he pasado por épocas en las que estaba con una mano detrás y otra delante y he hecho lo primero que aparecía. Pero, generalmente, he cuidado mucho lo que hacía. Estamos en España, país del surrealismo, por lo que siempre ha habido un escape. Si me preguntas cómo era la tónica general del teatro en aquella época, te digo: me chupa un huevo. Nunca me ha importado la tónica general.
-Pero usted lo vivió. ¿Cómo era?
Te digo que a mí qué cojones me importa. Sería una cosa grisácea y espantosa, ¡qué sé yo! Yo estaba en babia, yo vivo en babia, yo soy babia.
-Se ha definido como una persona rara.
"Yo no soy raro, soy la hostia en verso"
Yo no soy raro, soy la hostia en verso. Raro con respecto al entorno. Y el entorno ha decidido que yo no tenga nada que ver. Y, efectivamente, ahora empieza a verse que todos tenemos un cerebro muy peculiar. Yo lo que he sido es una persona peculiar. Muy peculiar. ¿Raro con respecto a los demás? Pues seguramente. No tenía nada que ver con nadie. Y eso es lo suyo. Ser raro no es malo, pero te señalan con el dedo y te meten el dedo en el culo. Y no es agradable si no lo deseas.
-¿En el mundo de la actuación todos siguen un mismo patrón y al que se mueve lo señalan?
¡Yo qué sé! ¡Yo qué tengo que ver con los demás actores! No tengo nada que ver con ellos.
-Ha convivido con algunos de ellos.
¿Que he convivido con ellos? No, he trabajado y ensayado. No he convivido nada. Yo trabajo muy bien con los profesionales, ¡pero de ahí a convivir con ellos! O sea que ni puta idea de lo que me estás preguntando.
-Creció en Vallecas, en la dictadura y con un padre comunista.
Lo que tocaba. A mí me chupaba un huevo todo: el comunismo, la dictadura… Ya te he dicho que yo vivía en mi nube, en babia. Venía el maestro y me decía: “Javier tiene cuatro bolas, le da una Hernán y media a Piripipí. ¿Cuántas le quedan?”. ¿Tú te crees que yo me pregunté alguna vez cuántas le quedaban? Ni puto caso, yo estaba en mi rollo. Yo ya quería ser artista.
-¿No le marcó ninguna de las tres cosas?
No… Mi padre era muy bondadoso, que se puede compaginar con ser comunista, ¿no? Con lo cual, lo que me ha marcado es que era un hombre muy amable, muy culto, que jamás nos ponía la mano encima. En cuanto a la dictadura, ¡a mí qué cojones me importaba! ¿Qué sabía yo? Si yo me iba al cine a ver una película de Esther Williams o de Walt Disney.
-¿Pero nunca le coartó de ningún modo?
Me imagino que alguna coartada mi padre debía tener, porque hizo cuarenta oficios y nunca daba con la tecla. Pero yo era muy pequeño y no estaba en esas cosas. Supongo que me marcaría, pero, en cualquier caso, ¡todo te marca joder! No es que yo no quiera marcas en la vida. Tengo un montón de cicatrices.
-¿Por qué siempre ha sabido abstraerse tanto de la realidad?
"A mí me chupaba un huevo todo: el comunismo, la dictadura… Yo vivía en mi nube, en babia"
No tengo ni idea. Es algo de carácter más que de defensa personal. Hay gente que somos así. También, desde pequeño, he sido muy misántropo, la gente no me gusta nada. Disfruto de cierta misantropía. Una reunión de más de seis, no. Luego, con la gente con la que tengo que estar soy amorosísimo y muy buena persona. Pero la parroquia déjamela pa’llá.
-Entonces, ¿es una persona preocupada por los problemas sociales y políticos o le dan igual?
A mí nada me da exactamente igual. Tomo nota y actúo en consecuencia. A veces, violentamente.
-¿Por ejemplo?
Por ejemplo… no sé. Tendré una lista por ahí, pero no te puedo dar nombres.
-¿A lo Kill Bill?
[Se lo piensa unos segundos] Cerca, aproximada. Sí, sí.
-¿Y tiene pensado poner esa lista de violencia en práctica?
Estoy vieja ya para eso. Yo las listas ya las dejé a tomar por culo. Ahora estoy en un momento como de levitar. Hago lo que me sale de los huevos, aunque siempre lo he hecho, pero ahora más. Estoy en un top de mi carrera, que después de cincuenta años sigo dando el coñazo.
-Si su pasado con las drogas le pilla en el presente le hubieran despellejado en Sálvame.
¿Sabes qué pasa? Que nadie sale en esos programas si no quiere. Y yo no tengo nada que ver con eso. Si estamos diciendo que hay cosas más apetecibles que no toco, imagínate en esa cosa tóxica y contaminante. Yo creo que eso ya es muy manido. He sido bastante rockero de alma, he tenido dinero y he sido muy inquieto; entonces, ¿cómo no ibas a ir probando lo que te ofrecían? No teníamos ni puta idea de qué se trataban algunas y caías. Pero luego he sido muy fuerte para salir. Yo no le daría mucha importancia a eso. Yo te hablo de ahora mismo, aquí con sol en pleno invierno en Madrid. Yo no tomo ya ni para la gripe.
-El que se hiciera conocida su relación con las drogas afectó a su carrera.
"Ser peculiar, haber salido bastante del tiesto y haber hecho lo que te salía de los cojones tiene un precio"
Ser peculiar, haber salido bastante del tiesto y haber hecho lo que te salía de los cojones tiene un precio. Tú vigila bien lo que es los Goya y la Academia. Si te fijas bien… entonces, ¿cómo no poner la proa a una persona tan particular? En momentos álgidos ha habido gente muy poderosa que me ha puesto unas zancadillas espeluznantes, pero yo tengo un arco del triunfo que te cagas.
-¿De qué gente muy poderosa hablamos?
¡Qué más da! ¡Que les den por el culo! Ahora muchos de ellos ya no tienen nada que decir.
-¿Ya no son poderosos?
Es que el poder es de cinco a siete. De cinco a siete mucho, luego ya a tomar por culo. Es algo fugaz. El éxito, el poder… todo es fugaz. O sea que más te vale que estés a gusto contigo mismo y que seas un poco coherente, porque luego…
-¿Usted siempre ha sido consciente de que el éxito y la fama son fugaces?
Mucho, sí.
-¿Y ha tenido alguna consecuencia en usted? ¿Por eso ha vivido más rápido o le ha dado todo más igual?
Este oficio es devorador. Si te dedicas a él en cuerpo y alma, te devora. Y yo no he querido eso para mí. Por eso aparezco y desaparezco. Mientras tanto, yo me voy a tomar por culo; a la Patagonia o a donde me salga de los huevos. Y desaparezco un año. Nunca he estado muy preocupado de si sonaba o no el teléfono, nunca he sido ese tipo de muchacho.
-¿Ha visto a mucha gente a la que le haya devorado el oficio?
¡Aaaayyy! ¡Sin parar! Dedicación absoluta. No es mi caso. Cuando lo hago, lo hago con amor profundo porque me parece un oficio maravilloso que enseña mucho. Puedes investigar y meterte en cuarenta cosas si lo haces de verdad, en serio. Hay textos alucinantes. Por ejemplo, meterte en Macbeth y en sus palabras es un lujo, ¿entiendes? Te enseña, es un trabajo fantástico, pero no todo el tiempo, no para una vida.
-¿No había algo de hipocresía en que esos poderosos se aprovecharan de su situación para echarle a los diablos por las drogas?
Hay gente conocida que en Cahiers du cinema decía que yo era un actor desobediente y toxicómano. Si tú dices eso de un actor, ya le estás condenando. Si eres desobediente… En realidad yo no sé tampoco por qué soy actor, porque soy un desobediente profundo y, en cambio, tienes que obedecer, a veces, a un retrasado mental profundo. Bueno, ya me disperso. A lo que voy es a que había gente con nombres y apellidos que decían eso. Entonces, si eso no es tratar de hundir a alguien, que venga dios y lo vea. Pero no han podido.
-Pero hablo de hipocresía porque pueda o no ser una práctica habitual en el sector.
No se puede decir eso en público de alguien porque te lo cargas. Siempre que no sea yo. Si no hubiera sido yo, sería un cadáver más.
-Tiene una gran autoestima, ¿eh?
Pero, ¿qué te parece? Si es lo único que tengo.
-¿El actor necesita tener una gran autoestima para sobrevivir en un mundo así?
"El cine te devora cuerpo y alma, y yo no he querido eso para mí; por eso suelo desaparecer, me voy a tomar por culo"
No necesariamente. Tampoco estamos sobreviviendo. Yo soy raro: si puedo no hacer publicidad, no la hago porque va en detrimento de lo que creo que es este oficio. No puedo ver a un actor o actriz anunciando huevos Kinder. No me quiero ver en esa actitud por mucho que me paguen. Creo que un actor debe ser un misterio porque así no te identifican con nada. Puedes ir libremente haciendo lo que te sale de los huevos porque no gastaste nada en una actriz que habla con un bidé. A esa mujer, cuando la vean en una película, pensarán en el bidé.
-¿Qué limites se ha puesto, qué líneas no traspasa en la actuación?
El sentido común del cuerpo y del cerebro. Te lo marcan. Si nos olvidamos de eso, es que te olvidaste de ti mismo. Yo tengo un pepito grillo que te jiñas, ¡que te jiñas! Y nunca lo sobrepaso.
-¿Siempre le ha funcionado?
Claro, la intuición es mucho más poderosa que la razón. Y no te miente.
-¿Cuál es el cliché del mundo de la actuación más repetido y a la vez más falso?
¡Yo qué sé! ¿Qué pregunta es esa? No soy fanático de los clichés. Más bien los odio, me parecen bastante insanos, porque, en el mejor de los casos, lo que haces es agarrarte a él para protegerte.
-Defiende la teoría de que el Estado introdujo la heroína y ciertas sustancias en las calles para acabar con ciertos colectivos.
Pues sí. Yo no tengo teorías, yo lo he vivido. En los setenta se introdujeron las drogas así. Sin saber, porque nadie sabía, lo que iba a ocurrir. Y mira lo que ocurrió. Siempre he sido muy inquieto, me gusta conocer gente. Entonces, he conocido todo tipo de personas. Santas, viles… y gente de ETA también.
-La gente de ETA con la que estuvo en el 78, en pleno posfranquismo, justo antes de hacer Operación Ogro, ¿mantenía los ideales de la guerra contra la dictadura? ¿Llegó a entenderlos?
"El actor debe ser un misterio para que no te identifiquen con nada"
[Piensa un rato] Por un lado, lo entendía muy bien y, por otro, no. Para ello, me tendría que poner con un arma de verdad en las manos, y nunca he llegado tan lejos. Ni creo que haga falta. Y creo que la historia al final ha demostrado que no hacía falta. Comprendo perfectamente el cansancio y el agotamiento de una dictadura que se alargaba de una manera muy frustrante y feroz. Y que había gente que perdía los nervios y se decidía por ello.
Claro que lo entiendo perfectamente: mi padre había perdido la guerra y sé las consecuencias para una persona de lo que eso significa. Eso sí que lo vi. Cuando me preguntas: “¿Eras consciente cuando eras pequeño…?”. De eso sí que era consciente: de ver a mi padre hecho puré, porque había perdido una guerra de un gobierno legalmente constituido. Y vinieron unos militares y se lo cargaron. ¿Cómo quedaron los perdedores?
-¿No le afectaba ver a su padre así?
Claro. Generaciones hechas polvo. Algunas perdieron los nervios y la paciencia y dijeron: “¡A tomar por culo! ¡A por la parabellum!”. Y me parece bien, que ya estaba bien del agobio y del abuso. Pero no creo en las armas ni las quiero.
-Ha comentado alguna vez que cuando empezó “la figura del gay era una caricatura, una maricona de trueno que no era persona”.
Sí. Entonces me parecía espantoso. Ahora lo veo con cariño y cierta ternura porque muchas personas no tenían otra opción. No había opción sexual. Era una salida histérica de lo que habría sido normal en otras circunstancias educacionales. De pequeño, pensaba que debía haber una salida más natural. Yo he sido un adelantado, ¿eh? Todo aquello era caricaturesco, pero, ¿qué quieres que te diga? Si alguien quería sobrevivir en el plano sexual llevando la contraria tenía que ser una cosa secretísima. Si la llevabas en el plano social, o era una caricatura o acababas en la cárcel, joder. Terminabas en Carabanchel.
-¿Nunca tuvo problemas de ese tipo? ¿Pudo vivir su sexualidad libremente?
Yo sí. Con los tapujos de rigor, pero, ¿cuándo no hay tapujos? ¿No los hay ahora? Eso se sumaba a una deformación que te ponía cachondo, de tantas vueltas y revueltas como una peonza que tenías que dar.
-Está harto de hablar de Arrebato.
No estoy harto de hablar de ella; simplemente creo que hay un cliché, y volvemos otra vez a eso, de lo mismo. Entonces, nos olvidamos de la persona que hay detrás, que es el mayor genio de la visualidad que ha habido en este país: Iván Zulueta. Para mí, un genio es aquel que hace algo que nadie puede hacer; Iván tenía eso y encima lo hacía de puta madre. Adoro estar en esas imágenes. Cuando alguien por la calle me dice: “Ay que malo está en la serie, qué malo es usted. Uy, pero usted qué bueno era en Los gozos y las sombras” [pone una voz de señora mayor con acento andaluz] entonces yo me cago de risa porque, claro, hay muy poca gente que tenga una filmografía como la que tengo yo. Perdón, ¿eh? O sea, que tampoco ha sido casual. Entonces, Arrebato es una de las cosas con las que yo estoy más conforme personalmente. Si yo tradujera como director y visualizador algo, estaría más cerca de Arrebato que a ninguna de las otras películas que he hecho. Es la cinta con la que más comulgo en cuanto a contenido e imagen.
-¿Usted se considera un genio?
"Cuando me levanto por la mañana, los cinco primeros minutos soy un genio; luego se disipa cuando tienes que ir al váter a cagar"
Yo no. ¡Qué me voy a considerar yo un genio! A veces, cuando me levanto por la mañana, los cinco primeros minutos soy un genio. Luego se disipa la genialidad cuando tienes que ir al váter a cagar. Tengo atisbos geniales. No todo el rato, porque si no acabaría como Iván. La genialidad es agotadora.
-Habrá muchos a los que la genialidad o la falsa genialidad se les haya subido a la cabeza.
Síiiiiii. Es muy divertido. La peor clase de risa es la interna, cuando te cagas de risa por dentro. Y yo me he cagado de risa por dentro muchas veces de esas tonterías.
-Y, pese a todo, se habrá mordido la lengua también muchas veces.
No, yo no me muerdo la lengua. Pero tampoco hago un sincericidio, no soy tan ordinario. Soy basto, porque soy barriobajero, pero no ordinario. No es que sea una hipocresía, pero a veces conviene reírte por dentro y no a carcajadas delante de una persona.
-Les tiraron piedras en el estreno de Arrebato.
Sí, fue tremendo. Gritaban cosas en el cine: “¡Zulueta, que se te ha ido la pinza!”. Tengo como flashes de salir del Cine Azul, que ya no existe, y venía Cecilia Roth. Subíamos hacia Callao y la pobre iba llorando; era muy fan de Iván y lloraba. Yo creo que a Iván se la sudaba, estaba también en babia.
-Con Almodóvar tuvo sus más y sus menos.
Hombre no, hice dos películas con él. Yo no pienso en Almodóvar. Lo que se diga… Yo no tengo nada que ver con él, hace treinta años que no le veo, no sé nada. Creo que si lo veo, ni lo conozco.
-¿Por sus películas o por su imagen?
Creo todo el mundo sabe que su época más creativa ya pasó. Como con Woody Allen: vas a ver una película suya y ya sabes lo que vas a ver. A veces pasa con los creadores. Pero sí tuvo una época de creación importante, que es lo que hay que respetar y lo que se rescata de él. Tuvo una época en la que era auténtico y creativo. Él quedará ahí por eso, lo cual es muy respetable.
-¿Pero es cierto que chocaron un poco?
"Almodóvar tuvo una época en la que era auténtico; pero su momento creativo ya pasó"
Pero a veces chocas con los directores. ¡Cómo no lo vas a hacer! Son cosas muy privadas. Con Pilar Miró choqué cincuenta veces haciendo Werther [1986]. Es algo normal en una filmación, ¿eh? No es una cosa fácil, te expones mucho. Y desde luego, yo no soy un cebollino que dice que sí a todo, soy discutidor. Luego la leyenda ha ido aumentando lo de mi supuesto enfrentamiento con Almodóvar, pero no. Supongo que habría diferencias, pero lo que recuerdo de aquella época es que hicimos dos películas bastante interesantes. Y a tomar por el culo los pastores a Extremadura. Luego es un hombre al que no he vuelto a ver, pero como tantos otros a los que no he vuelto a ver.
-¿Tiene amigos en la actuación o es difícil? ¿Es más fácil hacer enemigos?
Me llevo muy bien con la gente de mi oficio y yo soy buen compañero. Soy poco competitivo como actor, no me interesa la competición y soy bastante generoso. Pero cuando termino un trabajo, me olvido. Es raro pero nunca he conservado una amistad profunda con nadie del oficio; mi vida transcurre por otros lados. No tengo las premisas que se tienen en este trabajo.
-¿Cree que por esas premisas suyas que van por otro lado ha sido señalado?
Que te señalen está bien, si eres fuerte para soportarlo y para mandarlo con el hombro a tomar por culo. No le doy importancia a esas cosas. Estoy por lo profundo, ya bastante superficial es todo.
-¿Se arrepiente de algo? ¿Es de mirar atrás?
No soy nada de mirar atrás. A veces tengo flashes, porque la cabeza es libre. Pero sólo eso.
-Por mucho que casi todo le dé igual, el dinero, los premios y el estrellato siempre vienen bien, ¿no? ¿Nunca pensó que lo perdió por ser usted mismo?
Nunca le he dado mucha importancia. He tenido premios, y estoy agradecida y emocionada, como decía la otra.
-¿Qué le chupa más un huevo: los premios, la política…?
Es que a mí no me chupa nada un huevo.
-Se ha pasado la entrevista diciéndolo.
"Ser muy famoso hubiera sido un desastre total"
Bueno, me puede chupar un huevo un ratito. No es que mi condición vital sea que me la chupa todo un huevo. Yo soy muy curioso y muy interesado por las cosas. Estoy muy receptivo a lo que pasa. Otro asunto es que en mi balance le dé importancia o no.
-¿Y le da importancia en su balance a los premios?
¡No! No me parece que sean lo más importante. Si no los tuviera, me darían exactamente lo mismo.
-Ha comentado en alguna ocasión que le gusta trabajar lo justo.
La frase me parece ya una genialidad en sí misma. Creo que trabajo un poco más de lo justo, pero por curiosidad. Soy mucho de irme por los vericuetos de qué pasó en según qué época, de investigar.
-Es una pena que aborrezca la fama porque el estrellato es algo que le pega mucho por su sensibilidad hacia trabajar lo menos posible.
Es que eso no es importante para mí. Ser muy famoso hubiera sido un desastre total. ¿Ser muy rico? Yo tengo dinero para vivir muy bien. En cuanto al respeto, ya lo tengo. La gente que sabe de qué va esto, a mí me respeta como al primero, que es una cosa mínimamente exigible.
-No ve sus propias películas.
No. Ahora me hablan mucho de la serie y no la veo. No me gusta observarme a mí mismo, no me parece que vaya a ningún lado. Porque, de alguna manera, soy controlador, y no me gusta controlarme. Por experiencia, no me parece que me haga más bien que si la viera.
-En Martin Hache casi es usted al cien por cien.
Sí. De los personajes que he hecho, ha sido el que más se acerca a cómo pueda ser yo. Y no vi la película, con el consiguiente cabreo de Aristarain. Ya la hice, incluso colaboré un poquito en la historia, pero no la vi.
-¿El actor tiene que ser ególatra?
"El actor tiene que tener un ego como la copa de un pino, pero tiene que haber un balance para que eso no te lleve a la gilipollez máxima"
El actor tiene que tener un ego como la copa de un pino feroz de la sierra del Alburquerque. Porque es una herramienta más para su trabajo. Naturalmente, tiene que haber un balance para que eso no te lleve a la gilipollez máxima, que es lo que ocurre en muchísimas ocasiones: el ser un retrasado mental profundo. En la actuación debes considerar que eres el mejor. El oficio de actor es una fantasía, y el ego forma parte de esa alegoría fantástica. Cuando termina el trabajo, le pegas una patada en el orto al ego y te conviertes en una persona normal.
-¿Nunca se quedó con usted demasiado tiempo ese ego?
A veces colea. Le pegas dos hostias y se calma un poquito.
-O sea que a veces esa gilipollez que comenta se le ha quedado.
Yo también puedo ser bastante subnormal, no soy inhumano. Tengo todos los defectos y virtudes que te puedas imaginar: los peores y los mejores. Una mezcla explosiva. Y no renuncio a nada.
-Si no le da todo igual, ¿vota?
Yo no he votado en mi puta vida, ni voy a votar. Y no te voy a dar explicaciones, porque, si lo hago, quedo como un gilipollas. Y no es que me importe, pero es que es muy larga la explicación.
-Se larga a menudo de viaje: de Argentina a EEUU. ¿Viviría para siempre en otro sitio que no fuera España?
Permanente es una cosa que me da alergia. Soy de viajar mucho y prefiero irme a sitios como a Islandia. Mira si era peculiar de pequeño, que mi padre tenía unos libros que se llamaban Alrededor del mundo y ya con tres años le había echado el ojo a tres lugares: Tierra del Fuego, Islandia (en los que ya he estado) y Tasmania, que me falta. Mira lo que eran las tres figuras para un friqui de tres años. Viajo a sitios solitarios para darme un chute espiritual.
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