Madrid
Las mujeres y sus derechos –o lo contrario– solo aparecen en el campo de batalla político cuando se acercan unas elecciones. El ataque que Donald Trump y sus tropas extremistas están lanzando estos días contra la mujer y el derecho al aborto en EE.UU. (aprobado desde 1973), seguramente, sobrepasó la capacidad de tolerancia de la cineasta Eliza Hittman que, augurando esta nueva agresión de género –"el mundo es cada vez más hostil a las mujeres"–, ya había rodado y tenía preparada su nueva película Nunca, casi nunca, a veces, siempre.
Gran Premio del Jurado en el Festival de Berlín y Premio Especial del Jurado en Sundance, la película es una de las radiografías más honestas y humanistas hecha jamás en el cine sobre el trauma que significa para una mujer la interrupción voluntaria del embarazo –otra excepción es, sin duda, 4 meses, 3 semanas, 2 días, del cineasta rumano Cristian Mungiu–.
Sin moralina, sin juicios, no hay un solo golpe bajo en la película, ni lloros y lamentos, no hay tampoco, por fin, pudor alguno en exhibir la realidad de lo que supone abortar para una mujer. Solamente una frase: "Hagas lo que hagas, estará bien si es decisión tuya".
Basada en la vida real
Con dos jovencísimas actrices, Sidney Flanigan y Talia Ryder; el apoyo incondicional de tres productoras, Adele Romanski, Sara Murphy y Rose Garnett (directora de BBC Films), y rodeada de un equipo mayoritariamente femenino, con dirección de fotografía de Héléne Louvart y música de Julia Holter, la cineasta ha rodado una historia "basada en la vida real", que no es la historia de nadie en concreto y, al mismo, tiempo es la experiencia de miles de mujeres.
Es la crónica de unos días en la vida de Autumn, un estudiante de diecisiete años, que trabaja como cajera en un supermercado rural de Pennsylvania.
Cuando descubre que está embarazada y sin alternativas para abortar en su propio estado, se monta en un autobús con destino a Nueva York. Su prima Skylar la acompaña. Lo que ocurrirá en el centro de atención a la mujer en los días previos al viaje y lo que vendrá en los dos días y medio que las chicas están en la gran ciudad, narrado con la profunda responsabilidad de quien ha hecho una minuciosa investigación, es un valiosísimo tesoro para que el mundo comprenda.
Crisis sobre crisis
Estrenada muy poco antes de que se declarara la pandemia global, la película se siguió viendo en Internet en EE.UU. y ahora, gracias a los premios en Berlín y Sundance, se estrena en salas de todo el mundo. Y en las nuevas circunstancias, se hace eco de lo que la cineasta llama "una crisis sobre otra crisis", la de las mujeres que en el confinamiento no han podido abortar. En algunos estados de EE.UU. la interrupción del embarazado se declaró como "no emergencia sanitaria".
El escasísimo tiempo que permaneció en los cines americanos evitó al equipo de la película tener que enfrentarse a los cada vez más ruidoso grupos provida en directo. Lo han tenido que hacer luego, en redes sociales y en infinidad de webs especializadas, donde no se han ahorrado insultos y acusaciones. No era éste el objetivo, desde luego. En el ánimo de la directora y las productoras estaba más bien dar "pie a un diálogo e incluso a una conversación abierta sobre el respeto hacia la complejidad de las experiencias individuales".
Soledad, miedo, cansancio
No parece que el clima social y político americano esté especialmente preparado para ello, pero lo que sí es seguro es que la honestidad de esta película podría convencer a muchos para sentarse a debatir. Eliza Hittman lo pone muy fácil. En la película no hay un solo juicio, todo queda en manos del espectador, aunque no por ello falta a un profundo compromiso humano y político.
Autumn no es una joven efusiva ni extrovertida, no da demasiadas oportunidades a Skylar para hablar. Las palabras no son necesarias. El apoyo de su amiga es incondicional, no importa por qué ni cómo ocurrió. Skylar no cuestiona la decisión de Autumn. Tampoco se requieren diálogos en una película en que todo se muestra. La soledad, el miedo, el cansancio de dos chicas deambulando dos noches por Nueva York, esperando a la cita siguiente en la clínica, sin un centavo para un hotel. Y el penoso y necesario cuestionario que Autumn debe contestar.
"Dígame nunca, casi nunca, a veces, casi siempre, siempre a las preguntas. ¿Alguna vez la han obligado a mantener relaciones sexuales? ¿Alguna vez la han golpeado o maltratado?..." Las respuestas a estas preguntas y la ausencia total del hombre, además de las escenas en que las protagonistas han recibido acoso o han sido agredidas en el instituto, el trabajo, el metro..., completan un retrato excepcional de la situación de la mujer hoy. "Estaba pensando en no tener un antagonista, sino en las formas en que el mundo es cada vez más hostil a las mujeres –dijo la cineasta en una entrevista con The Guardian–. Es inevitable".
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