Este artículo se publicó hace 6 años.
'<3', así aman y desean los 'post millennial'
“Excitados, hiperconectados y ansiosos sobre sus pulsiones”. La realizadora María Antón indaga en ese despertar atávico a la pasión y el querer de la mano de sus protagonistas. La película se proyectará en el Festival de Cine de Sevilla.
Madrid--Actualizado a
Como hacerle un tajo al amor. Un corte infinitesimal que desvele algo de su esencia; una veta dentro de ese amasijo hecho de lubricidades, deseos y promesas de eternidad. De eso va <3 (DVEIN Films), de eso y de despojar al bicho de discursos heredados; dejarlo en cueros. Solo así podremos desenmascarar a ese sospechoso habitual sublimado hasta la náusea.
Con ese fin la realizadora valenciana María Antón inquiere a sus protagonistas más desprejuiciados: la muchachada. Chicos y chicas que apurando su adolescencia descubren —ay— ese vivo sin vivir en mí, ese festival de endorfinas más antiguo que el pan y al que encomendaron sus rimas —con suerte desigual— poetas de todos los tiempos y lugares. Responden sin discursos precocinados, con silencios y miradas esquivas, dueños de una docilidad pérfida que les permite, desde el pudor, elegir sus confesiones, aderezarlas a su antojo y hasta jugar con ellas.
"Miradas tórridas que evidencian una fuerza que las palabras no encuentran"
La cámara de Antón testimonia sutil ese festín hormonal, pero —y sobre todo— lo que hace es colarse en el misterio de lo que no se dice. Un cuestionario a bocajarro —¿qué es para ti estar enamorado?, ¿lo has sentido alguna vez?, ¿crees en la fidelidad?— da paso a un puñado de revelaciones de una honestidad desarmante, es entonces cuando la entrevista se difumina e irrumpe el cine con mayúsculas, capaz de confesar lo inconfesable, miradas tórridas que evidencian una fuerza que las palabras no encuentran, complicidades a pie de árbol que nos acercan a esa gravedad íntima de los amantes.
Escribía Michel Foucault a propósito de Comizi d’amore (1965), película en la que se mira <3 y con la que Pasolini tuvo a bien husmear en la sexualidad, el amor eterno y el individualismo de sus conciudadanos —también a pie de calle, también micro en mano—, que lo importante del filme “no era tanto la obsesión por el sexo, sino una especie de aprensión histórica, de vacilación premonitoria y confusa ante un nuevo régimen que estaba naciendo”. Intuía el filósofo que tras cada evasiva se escondía un vértigo nuevo, uno desconocido hasta la fecha que dejaba atrás la pesadilla del fascismo y la posguerra italiana pero que, de la mano del consumismo, abrazaba una promesa de modernidad tan sugerente como desasosegante.
"Una apoteosis carnal que encuentra en la tecnología su escaparate adicional"
En <3 esa transición se ha consumado. La deriva consumista que, en palabras de Pasolini, “violaba y manipulaba la realidad de los cuerpos”, se torna aquí el único escenario posible para toda una generación. Y es a través de sus cuerpos, de sus gestos y voluntades, donde encontramos lo más cercano a la verdad en tiempos de asepsia comunicativa. La mirada de Antón actualiza aquello que para Pasolini era esencial, a saber; que los sentidos permiten tener experiencias más puras, sin necesitar de la traducción que el lenguaje hace de las cosas, los sentidos remiten a lo más simple de nuestra experiencia.
La película se convierte así en una sucesión de hallazgos, como cuando la sonrisa nerviosa de una joven delata un amor que ya es insostenible, o la ternura con la que dos amantes defienden las bondades de un poliamor idealizado, por no hablar de ese Retiro edénico que en <3 se nos muestra exuberante como nunca, casi selvático, surtidor de vertiginosos shorts vaqueros y torsos inmaculados jugando a encontrarse. Una apoteosis carnal que entiende la tecnología como un escaparate adicional, otro lugar desde el que contarse al mundo y cuyas implicaciones la directora relativiza: “Tal vez la tecnología muta, nos hace ver el mundo desde otras perspectivas, pero la naturaleza humana no cambia, siempre lidia con los mismos problemas y cuestiones, y el amor es uno de ellos”.
En ese sentido, <3 huye de moralinas en torno a la tecnología, sustituye el discurso apocalíptico por uno mucho más provechoso; el de la reinterpretación y asimilación de un concepto atávico como el amor. El reto es aquí, más allá de las redes y sus miserias, encontrar qué es eso que se perpetúa a lo largo de la historia y cómo esta nueva generación lo enfrenta, lo sufre y, sobre todo, lo goza.
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