Este artículo se publicó hace 15 años.
Teles de alquiler y una "ley supositorio"
Los españoles con televisor trasnocharon ese día
El televisor se miraba con mezcla de curiosidad y recelo, como se mira a un intruso. Sin embargo, cuando entraba en casa, se le hacía altar con tapete de ganchillo y tríptico de los niños. La madrugada del 20 de julio de 1969, los pocos aparatos dispersos por España congregaban audiencias de cine.
"En Madrid hubo tiendas que pusieron en alquiler los televisores que tenían en el escaparate", recuerda Esther, hoy una maestra de 63 años. "Yo estaba embarazada de siete meses y, con la emoción, pensé que tendría a mi hija esa madrugada". La niña no se inmutó por el gran salto de Armstrong, y esperó aún un mes para dar el suyo propio. Quien no se lo perdió fue la tía de Esther, ya mayor, que "estaba convencida de que todo había sido una película de los americanos. Murió en 1985 con 102 años y siempre lo mantuvo".
A Luis, que estudiaba ingeniería y sí tenía televisor, le venció el sueño. "Me perdí en directo el gran paso". Pero no olvida que en aquellas fechas se celebró el referéndum sobre la restauración de la monarquía. "Esa ley se vino a conocer popularmente como el supositorio, pues nos la metieron mientras todos mirábamos a la Luna".
Mientras, en la noche de julio, Antonio descargaba el pasaje del autobús que acababa de conducir desde Valencia a la capital. Se detuvo junto a un bar abierto en Cuatro Caminos. "La gente estaba en silencio, muy emocionada", evoca. "Todo el mundo se lo creía".
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