Este artículo se publicó hace 14 años.
Las protestas no frenan el tren radiactivo
Activistas franceses paran tres horas el convoy que transporta residuos nucleares a Alemania. Denuncian la peligrosidad del tren, con 14 toneladas de desechos
Militantes ecologistas franceses cosecharon ayer sus dos primeros éxitos en el combate contra lo que llaman el "tren del infierno", un convoy ferroviario cargado con 14 toneladas de residuos altamente radiactivos, con una vida de cientos de miles de años. Los manifestantes lograron paralizar durante tres horas el tren en Caen, pocos kilómetros después de su partida, y sus acciones provocaron que el convoy semisecreto acabara convirtiéndose en estrella de los telediarios.
Hacia las dos y cuarto de la tarde partía de la terminal ferroviaria de Valognes (oeste) el tren con 11 vagones de contenedores blindados especiales que cobijan, en su interior, los llamados "desechos últimos" radiactivos. Esa basura es el resultado del tratamiento, en la planta de la firma Areva en La Hague (oeste), de los combustibles usados de centrales nucleares alemanas. Los residuos deben ser reexpedidos a su país de origen, en virtud de la legislación francesa.
Pero la salida del tren, al que espera un largo periplo de más de 1.300 kilómetros hasta el depósito alemán de Gorleben, se complicó para Areva. Recorrió menos de cien kilómetros hasta Caen, y allí quedó bloqueado. En las vías, poco antes de la estación, se habían encadenado nueve activistas de diversas organizaciones de desobediencia civil, mientras que en la estación se manifestaban unos 150 militantes. En el convoy viajan, además de los desechos, un escuadrón de fuerzas de policía en un vagón especial.
Oficialmente, las organizaciones Sortir du Nucléaire, Greenpeace y el Observatorio del Sector Nuclear sólo convocan a los ciudadanos a manifestarse. Pero, entre los partidarios de que los desechos sean almacenados en los lugares de producción y no viajen, también se cuentan miembros de redes alternativas. La operación de bloqueo de Caen fue organizada por el autodenominado Grupo de Acciones No Violentas Antinucleares (Ganva). En él, cada participante asume a título personal y a cara descubierta las consecuencias legales de sus acciones.
Un trayecto secretoUna vez que el tren consiguió reiniciar su marcha, sobre las siete de la tarde, muchas otras acciones le esperan a lo largo del recorrido por Francia, por no hablar ya de la acogida que preparan los antinucleares alemanes. Ese despliegue de energía ciudadana tiene un objetivo: hacer que salga a la luz un trayecto que Areva y las autoridades francesas han intentado mantener secreto.
En ese sentido, los militantes pudieron entonar el "misión cumplida". El convoy se convirtió en la estrella de las televisiones, las radios y las web de información francesas. Los activistas pudieron expresar su punto de vista. Para ellos, este convoy es "el más radiactivo de la historia", ya que lleva a bordo un potencial letal equivalente a "dos chernóbiles", y es la prueba de que, pese a los discursos sobre el reciclaje, no hay solución para los residuos más peligrosos.
Para los activistas este convoy es "el más radiactivo de la historia"Respecto al nivel de radiactividad, que los ecologistas ven "sin precedentes", el portavoz de Areva La Hague, Christophe Neugnot aseguró que no es cierto. "Este es el undécimo tren de desechos finales con destino a Alemania, y lleva un 6% menos de radiactividad que el precedente de 2008", explicó.
El argumento sobre un tren que carga "dos chernóbiles" fue más difícil de desmentir para Areva. La Administración de Baja Sajonia ha evaluado oficialmente en 3.917,4 petabecquerelios (Pbq) lo que viaja a bordo, cuando el accidente de Chernóbil, según el departamento de Energía de EEUU, supuso la liberación de 1.900 Pbq. No obstante, Areva afirma que no es juicioso comparar un accidente con un material que ella juzga bajo control. La presidenta de Areva, Anne Lauvergeon, calificó el argumento ecologista de "ultraje que roza el ridículo".
Más complicado y auténtico centro del combate es el problema de los llamados "desechos últimos", inutilizables, irreciclables y con una vida de cientos de miles de años. Para Areva, todo está resuelto por la ciencia: fusionando los residuos con cristales de borosilicato, envasando luego ese producto en cápsulas de metal, y dejándolo enfriar desde unos 400º, luego se puede esperar a que estén listos los depósitos de almacenamiento geológico profundo donde serán enterrados. Los ecologistas creen que esos futuros depósitos profundos son peligrosos, pero la Comisión Europea ha propuesto, esta misma semana, que los 27 utilicen estos cementerios para enterrar los residuos de sus centrales.
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