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Movilidad Bicis y patinetes eléctricos sin conductor, un nuevo y utópico proyecto para las ciudades

De lograrse, este siguiente paso probablemente implicará que este negocio dependa menos de los humanos para realizar ciertas tareas, por ejemplo para cargar las baterías de los vehículos.

Bicicleta y patinete de JUMP. Jump/FB

P. R.

Mientras se recrudece la pelea entre taxis y VTC en España, una de las compañías clave del mercado de los vehículos con conductor, Uber, prueba nuevas tecnologías para diversificarse. Su división de bicicletas eléctricas y patinetes JUMP planea desarrollar un sistema por el que estos vehículos de dos ruedas puedan andar de forma autónoma para buscar a los clientes o para acudir ellos solos a un punto de recarga.

Según medios como Techcrunch, The Telegraph y The Next Web, Uber está contratando ingenieros para implementar esa tecnología en las bicis.

Fue el director ejecutivo de 3D Robotics, Chris Anderson, quien desveló en su cuenta de Twitter esta estrategia de Uber y la nueva división de la compañía, que se llamará Micromobility Robotics.

En diciembre, Uber presentó la próxima generación de bicicletas JUMP, con capacidades de autodiagnóstico y baterías intercambiables. Esta última característica hará más fácil la recarga de las baterías para los motores que hacen del pedaleo un ejercicio menos cansado.

Este siguiente paso, las bicicletas autónomas, probablemente implicará que el negocio de micromovilidad compartida de Uber dependa menos de los humanos para cargar los vehículos, algo que para algunos se ha convertido en una lucrativa  (aunque dura) forma de ganarse la vida.

De momento, el servicio de estos vehículos de JUMP está desplegados en un puñado de ciudades estadounidenses y en Europa desembarcó en Berlín a mediados del pasado año. A España aún no ha llegado, y tendrá que competir con servicios ya implantados como OFO, Mobike o Scoot, entre otros, además de las bicis públicas que existen desde hace ya una década en buena parte de las ciudades importantes del país.

Por otro lado, en Madrid, en donde desembarcaron varias empresas de alquiler de patinetes eléctricos, el Ayuntamiento ordenó la retirada de tres de esas compañías que habían invadido la capital con estos vehículos —la sueca VOI, la alemana Wind y la estadounidense Lime, esta última participada por Uber, por cierto—, mientras que en otras ciudades se vive una importante expansión de este tipo de servicio.

Algoritmos, accidentes, responsabilidades

La conducción autónoma, aunque lleva probándose ya unos cuantos años, está aún lejos de ser una realidad cotidiana y extendida en nuestras ciudades y carreteras. Existen varios niveles intermedios entre la conducción 100% automática (totalmente 'deshumanizada') y la que no tiene ningún tipo de asistencia y requiere que el conductor controle todos los procesos todo el tiempo.

Según EURO NCAP, el laboratorio que analiza la seguridad de los coches que circulan en Europa, todos los vehículos con asistencia de conducción que circulan hoy en día requieren de la atención del conductor en todo momento.

Hasta ahora, la automatización total —que es lo que requeriría que bicis y patinetes circulasen solos— continúa en pruebas y se enfrenta a grandes retos. Uno de los más importante es la confianza: ¿Hasta qué punto es seguro dejar que el 'software' se ocupe del piloto automático de un vehículo como estos? ¿Es fiable? 

Pese a que un alto porcentaje de los accidentes de circulación se debe a errores humanos (errores que la automatización eliminaría), varios percances han ido copando titulares en los últimos tiempos. Precisamente, el primer accidente mortal protagonizado por un vehículo de conducción autónoma fue causado por un coche de Uber, a mediados de marzo del año pasado.


La automatizacion de los vehículos requiere de un despliegue tecnológico complejo, sujeto además a cuestiones con importantes implicaciones éticas. Desde hace años, la ciencia aborda el problema de las consecuencias de la toma de decisiones al volante, que por cierto tienden a proteger más a los peatones que a los ocupantes del vehículo. En caso de accidente, ¿quién es el responsable?

Así pues, en este caso, ¿es una buena idea que vehículos de dos ruedas, que ya han invadido buena parte de nuestras ciudades, circulen de forma autónoma por las ya saturadas calzadas?

Como apunta Gizmodo, con la información disponible hasta ahora es poco probable que veamos patinetes y bicicletas circulando solas por las calzadas. Además, mientras no se desarrolle un sistema que levante estos vehículos cuando quedan tirados por el suelo, el factor humano seguirá siendo necesario.

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